Como todos habréis adivinado, el título de la entrada nos lleva a la última ópera de Giacomo Puccini, Turandot, y a su página más célebre, el aria Nessun dorma, que se ha hecho famosa incluso fuera de los escenarios de ópera. Aquel primer macroconcierto de los tres tenores en las Termas de Caracalla de Roma, la víspera de la final del Campeonato Mundial de Fútbol de Italia en 1990, tuvo la culpa. Desde entonces, el Nessun dorma ha quedado ligado a la figura de Luciano Pavarotti, pero lo que no sabe la mayoría del público, es que el gran defensor del papel de Calaf fue otro tenor, del que hablaremos hoy.
Pero además el título de la entrada nos viene muy bien para hablar de otro protagonista, el director de la representación, en el que muchas cosas eran mentira, tanto que hasta de dudó de su nombre. De ahí, que este mi nombre nadie sabrá, le viene como anillo al dedo. Lo que si era realidad en este director, era su arte superior, era un auténtico mago del sonido y Turandot era una ópera que le venía que ni pintada para extraer todas las bellezas que encierra la partitura.
Pues bueno, nos vamos a la representación. Estamos en el Metropolitan de Nueva York. Para dirigir la representación tenemos a un director debutante en el coliseo neoyorkino. Pero nuestro director no es un joven desconocido. Ha dirigido grandes orquestas en Europa y América. Ha sido director titular de la Orquesta de Filadelfia, una de las big five americanas. Pero nuestro hombre se ha prodigado muy poco en los teatros. Siempre ha enfocado la ópera desde una perspectiva sinfónica, bien interpretando oberturas y preludios, o bien realizando sus propias suites y síntesis sinfónicas. Hay gran expectación en el Met para ver debutar a este director este 4 de marzo de 1961. Nuestro director va a debutar con unos jóvenes setenta y ocho años. El mundo le conoce como Leopold Stokowski.
Leopold Stokowski, a quien el gran público reconoce porque Mickey Mouse le da unos tirones del frac para felicitarle después de la interpretación de El aprendiz de brujo de Paul Dukas en la película Fantasía, había nacido en Londres el 18 de abril de 1882. Aunque él tenía tendencia a quitarse años. Su padre era un ebanista de origen polaco y su madre era irlandesa. Pese a haber nacido en Londres, intentaba hablar inglés con acento extrajero, para ocultar su humilde origen. Llegó a decir que era hijo de un aristócrata polaco y que había nacido en Cracovia. Tantas mentiras circulaban alrededor de Stokowski que se llegó a decir que su verdadero nombre era Stokes, en esto Leopold no había mentido, su nombre era Stokowski.
La verdad, y esto es indudable, es que era un director fabuloso. Nadie se explica para qué rodeó su persona de tanto falso misterio. Atractivo, se casó tres veces y hasta es posible que fuera amante de Greta Garbo. Después de convertir la Orquesta de Filadelfia en un gran conjunto, paso buena parte de su vida saltando de una orquesta a otra. Que debutara en el MET con setenta y ocho años, no era problema, Stokowski era un eterno joven. Todavía con noventa y cuatro años firmó un cotrato discográfico por seis años, que ya no pudo cumplir. Falleció el 13 de septiembre de 1977 en Nether Wallop, Inglaterra.
Volvamos al Met. Para el debut de Leopold Stokowski se buscó el mejor reparto posible, cosa muy complicada en Turandot, pues el papel protagonista, si bien no es muy largo, es endiabladamente difícil. De hecho, por su escritura, ha sido terreno abonado para grandes sopranos wagnerianas, antes que para las verdianas o puccinianas.
Pero vamos a ir presentando a los cantantes en sus hechos. Para la lírica Liu, la esclava enamorada de Calaf, el Príncipe Ignoto, se contó con la norteamericana Anna Moffo (1932-2006). Aquí nos canta una sentida y lírica Signore ascolta, en la que Stokowski la acompaña extrayendo toda la riqueza de la orquestación pucciniana.
Pues bueno, nos vamos a la representación. Estamos en el Metropolitan de Nueva York. Para dirigir la representación tenemos a un director debutante en el coliseo neoyorkino. Pero nuestro director no es un joven desconocido. Ha dirigido grandes orquestas en Europa y América. Ha sido director titular de la Orquesta de Filadelfia, una de las big five americanas. Pero nuestro hombre se ha prodigado muy poco en los teatros. Siempre ha enfocado la ópera desde una perspectiva sinfónica, bien interpretando oberturas y preludios, o bien realizando sus propias suites y síntesis sinfónicas. Hay gran expectación en el Met para ver debutar a este director este 4 de marzo de 1961. Nuestro director va a debutar con unos jóvenes setenta y ocho años. El mundo le conoce como Leopold Stokowski.
Leopold Stokowski, a quien el gran público reconoce porque Mickey Mouse le da unos tirones del frac para felicitarle después de la interpretación de El aprendiz de brujo de Paul Dukas en la película Fantasía, había nacido en Londres el 18 de abril de 1882. Aunque él tenía tendencia a quitarse años. Su padre era un ebanista de origen polaco y su madre era irlandesa. Pese a haber nacido en Londres, intentaba hablar inglés con acento extrajero, para ocultar su humilde origen. Llegó a decir que era hijo de un aristócrata polaco y que había nacido en Cracovia. Tantas mentiras circulaban alrededor de Stokowski que se llegó a decir que su verdadero nombre era Stokes, en esto Leopold no había mentido, su nombre era Stokowski.
La verdad, y esto es indudable, es que era un director fabuloso. Nadie se explica para qué rodeó su persona de tanto falso misterio. Atractivo, se casó tres veces y hasta es posible que fuera amante de Greta Garbo. Después de convertir la Orquesta de Filadelfia en un gran conjunto, paso buena parte de su vida saltando de una orquesta a otra. Que debutara en el MET con setenta y ocho años, no era problema, Stokowski era un eterno joven. Todavía con noventa y cuatro años firmó un cotrato discográfico por seis años, que ya no pudo cumplir. Falleció el 13 de septiembre de 1977 en Nether Wallop, Inglaterra.
Volvamos al Met. Para el debut de Leopold Stokowski se buscó el mejor reparto posible, cosa muy complicada en Turandot, pues el papel protagonista, si bien no es muy largo, es endiabladamente difícil. De hecho, por su escritura, ha sido terreno abonado para grandes sopranos wagnerianas, antes que para las verdianas o puccinianas.
Pero vamos a ir presentando a los cantantes en sus hechos. Para la lírica Liu, la esclava enamorada de Calaf, el Príncipe Ignoto, se contó con la norteamericana Anna Moffo (1932-2006). Aquí nos canta una sentida y lírica Signore ascolta, en la que Stokowski la acompaña extrayendo toda la riqueza de la orquestación pucciniana.
Está claro que el público está por la labor. En la primera ocasión que ha tenido ha premiado a la Moffo con una gran ovación. La soprano no ha podido ni comenzar a llorar, que es como tiene que acabar el aria, para que el Príncipe Calaf la consuele.
Como Calaf, al que vamos a escuchar consolar a Liu en su famoso Non piagere Liu, tenemos al tenor que mejor ha defendido este papel por los escenarios, al italiano Franco Corelli (1921-2003). Corelli no poseía la técnica y la belleza vocal de Luciano Pavarotti, pero su valentía y calidez nos cautivan desde el primer momento. Que Pavarotti canta mejor, sin duda, pero Calaf es Corelli. Escuchemos su primera intervención solista, en la que escucharemos la noble voz de bajo de Bonaldo Giaotti como Timur, además de la de Anna Moffo.
Otra ventaja, bueno quizá Corelli no lo hubiera considerado así, de nuestro tenor, es que se enfrentó a Turandots de verdad. Y ese día en Nueva York estaba la más grande. Esperaba a Corelli la sueca Birgit Nilsson (1918-2005). Birgit Nilsson se había ganado en Nueva York el título de matatristanes, después de que en un Tristan e Isolda de Wagner tuvieran que cantar tres tenores, uno por acto el papel de Tristan, mientras ella estaba tan fresca. Contaba Sir Georg Solti, que en una recepción después de una representación de Salomé de Richard Strauss, con su exigidísima escena final, la Nilsson se arrancó con el aria de la Reina de la Noche como si tal cosa, dejando a todos, Solti incluido, boquiabiertos. La verdad es que había que ser muy valiente para atreverse a cantar con Nilsson. Aquí escuchamos a Nilsson en In questa reggia. Atención a partir de 3:23, como se va al agudo en Quel grido e quella morte, para bordar inmediatamente su mai nessun m'avrà!
Recordemos que la escena acaba con la advertencia a Calaf (5:00) Straniero! Non tentar la fortuna! Gli enigmi sono tre, la morte una! (¡Extranjero no tientes a la fortuna!¡Los enigmas son tres, la muerte es una!) que Franco Corelli responde con valentía No, no! Gli enigmi sono tre, una è la vita! (¡No, no!¡Son tres los enigmas y una la vida!). La escena finaliza con los dos cantantes cantando a dúo sus diferentes puntos de vista sobre los enigmas (5:27).
Y claro, después de lo que ha subido la temperatura ambiental, querréis ver el primer enfrentamiento entre Nilsson y Corelli en la escena de los enigmas. El segundo no lo compuso Puccini, falleció antes de acabar la ópera y la escena final con el dúo entre Turandot y Calaf fue compuesto por Franco Alfano. Pero esta fabulosa escena de los enigmas si salió de la mano de Puccini y vale la pena escuchar como la resuelven estos dos monstruos de la escena.
Pero todos sabemos que lo que espera el público que asiste a una representación de Turandot es el aria de Calaf del tercer acto, el célebre Nessun dorma. Aquí en Nueva York no iba a ser diferente. Con todo lo que ya se había visto sobre el escenario, esto prometía ser apoteósico y habría que obligar a Stokowski a parar la música después del último Vincero! para ovacionar a Corelli, si se lo merecía, claro. Vosotros juzgaréis. La reacción del público del Met fue habla por si sola (3:50).
Velada inolvidable del Metropolitan que fue editada por el sello privado Golden Melodram, casi imposible de encotrar hoy en día, aunque no creo que tarde en publicarse por cualquier otro sello. Hasta es posible que por Sony en su serie oficial sobre el MET. De todos modos, Corelli y Nilsson grabaron oficialmente Turandot para el sello Emi, hoy Warner bajo la dirección de Francesco Molinari-Pradelli, una excelente grabación de la última ópera de Puccini.
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