lunes, 24 de marzo de 2014

Grandes momentos en la ópera (V): "Il nome mio nessun saprà!"

Como todos habréis adivinado, el título de la entrada nos lleva a la última ópera de Giacomo Puccini, Turandot, y a su página más célebre, el aria Nessun dorma, que se ha hecho famosa incluso fuera de los escenarios de ópera. Aquel primer macroconcierto de los tres tenores en las Termas de Caracalla de Roma, la víspera de la final del Campeonato Mundial de Fútbol de Italia en 1990, tuvo la culpa. Desde entonces, el Nessun dorma ha quedado ligado a la figura de Luciano Pavarotti, pero lo que no sabe la mayoría del público, es que el gran defensor del papel de Calaf fue otro tenor, del que hablaremos hoy.

Pero además el título de la entrada nos viene muy bien para hablar de otro protagonista, el director de la representación, en el que muchas cosas eran mentira, tanto que hasta de dudó de su nombre. De ahí, que este mi nombre nadie sabrá, le viene como anillo al dedo. Lo que si era realidad en este director, era su arte superior, era un auténtico mago del sonido y Turandot era una ópera que le venía que ni pintada para extraer todas las bellezas que encierra la partitura.

Pues bueno, nos vamos a la representación. Estamos en el Metropolitan de Nueva York. Para dirigir la representación tenemos a un director debutante en el coliseo neoyorkino. Pero nuestro director no es un joven desconocido. Ha dirigido grandes orquestas en Europa y América. Ha sido director titular de la Orquesta de Filadelfia, una de las big five americanas. Pero nuestro hombre se ha prodigado muy poco en los teatros. Siempre ha enfocado la ópera desde una perspectiva sinfónica, bien interpretando oberturas y preludios, o bien realizando sus propias suites y síntesis sinfónicas. Hay gran expectación en el Met para ver debutar a este director este 4 de marzo de 1961. Nuestro director va a debutar con unos jóvenes setenta y ocho años. El mundo le conoce como Leopold Stokowski.

Leopold Stokowski, a quien el gran público reconoce porque Mickey Mouse le da unos tirones del frac para felicitarle después de la interpretación de El aprendiz de brujo de Paul Dukas en la película Fantasía, había nacido en Londres el 18 de abril de 1882. Aunque él tenía tendencia a quitarse años. Su padre era un ebanista de origen polaco y su madre era irlandesa. Pese a haber nacido en Londres, intentaba hablar inglés con acento extrajero, para ocultar su humilde origen. Llegó a decir que era hijo de un aristócrata polaco y que había nacido en Cracovia. Tantas mentiras circulaban alrededor de Stokowski que se llegó a decir que su verdadero nombre era Stokes, en esto Leopold no había mentido, su nombre era Stokowski.

La verdad, y esto es indudable, es que era un director fabuloso. Nadie se explica para qué rodeó su persona de tanto falso misterio. Atractivo, se casó tres veces y hasta es posible que fuera amante de Greta Garbo. Después de convertir la Orquesta de Filadelfia en un gran conjunto, paso buena parte de su vida saltando de una orquesta a otra. Que debutara en el MET con setenta y ocho años, no era problema, Stokowski era un eterno joven. Todavía con noventa y cuatro años firmó un cotrato discográfico por seis años, que ya no pudo cumplir. Falleció el 13 de septiembre de 1977 en Nether Wallop, Inglaterra.

Volvamos al Met. Para el debut de Leopold Stokowski se buscó el mejor reparto posible, cosa muy complicada en Turandot, pues el papel protagonista, si bien no es muy largo, es endiabladamente difícil. De hecho, por su escritura, ha sido terreno abonado para grandes sopranos wagnerianas, antes que para las verdianas o puccinianas.

Pero vamos a ir presentando a los cantantes en sus hechos. Para la lírica Liu, la esclava enamorada de Calaf, el Príncipe Ignoto, se contó con la norteamericana Anna Moffo (1932-2006). Aquí nos canta una sentida y lírica Signore ascolta, en la que Stokowski la acompaña extrayendo toda la riqueza de la orquestación pucciniana.



Está claro que el público está por la labor. En la primera ocasión que ha tenido ha premiado a la Moffo con una gran ovación. La soprano no ha podido ni comenzar a llorar, que es como tiene que acabar el aria, para que el Príncipe Calaf la consuele.

Como Calaf, al que vamos a escuchar consolar a Liu en su famoso Non piagere Liu, tenemos al tenor que mejor ha defendido este papel por los escenarios, al italiano Franco Corelli (1921-2003). Corelli no poseía la técnica y la belleza vocal de Luciano Pavarotti, pero su valentía y calidez nos cautivan desde el primer momento. Que Pavarotti canta mejor, sin duda, pero Calaf es Corelli. Escuchemos su primera intervención solista, en la que escucharemos la noble voz de bajo de Bonaldo Giaotti como Timur, además de la de Anna Moffo.




Otra ventaja, bueno quizá Corelli no lo hubiera considerado así, de nuestro tenor, es que se enfrentó a Turandots de verdad. Y ese día en Nueva York estaba la más grande. Esperaba a Corelli la sueca Birgit Nilsson (1918-2005). Birgit Nilsson se había ganado en Nueva York el título de matatristanes, después de que en un Tristan e Isolda de Wagner tuvieran que cantar tres tenores, uno por acto el papel de Tristan, mientras ella estaba tan fresca. Contaba Sir Georg Solti, que en una recepción después de una representación de Salomé de Richard Strauss, con su exigidísima escena final, la Nilsson se arrancó con el aria de la Reina de la Noche como si tal cosa, dejando a todos, Solti incluido, boquiabiertos. La verdad es que había que ser muy valiente para atreverse a cantar con Nilsson. Aquí escuchamos a Nilsson en In questa reggia. Atención a partir de 3:23, como se va al agudo en Quel grido e quella morte, para bordar inmediatamente su mai nessun m'avrà! 

Recordemos que la escena acaba con la advertencia a Calaf (5:00)  Straniero! Non tentar la fortuna! Gli enigmi sono tre, la morte una! (¡Extranjero no tientes a la fortuna!¡Los enigmas son tres, la muerte es una!) que Franco Corelli responde con valentía No, no! Gli enigmi sono tre, una è la vita! (¡No, no!¡Son tres los enigmas y una la vida!). La escena finaliza con los dos cantantes cantando a dúo sus diferentes puntos de vista sobre los enigmas (5:27).





Y claro, después de lo que ha subido la temperatura ambiental, querréis ver el primer enfrentamiento entre Nilsson y Corelli en la escena de los enigmas. El segundo no lo compuso Puccini, falleció antes de acabar la ópera y la escena final con el dúo entre Turandot y Calaf fue compuesto por Franco Alfano. Pero esta fabulosa escena de los enigmas si salió de la mano de Puccini y vale la pena escuchar como la resuelven estos dos monstruos de la escena.



Pero todos sabemos que lo que espera el público que asiste a una representación de Turandot es el aria de Calaf del tercer acto, el célebre Nessun dorma. Aquí en Nueva York no iba a ser diferente. Con todo lo que ya se había visto sobre el escenario, esto prometía ser apoteósico y habría que obligar a Stokowski a parar la música después del último Vincero! para ovacionar a Corelli, si se lo merecía, claro. Vosotros juzgaréis. La reacción del público del Met fue habla por si sola (3:50).


Velada inolvidable del Metropolitan que fue editada por el sello privado Golden Melodram, casi imposible de encotrar hoy en día, aunque no creo que tarde en publicarse por cualquier otro sello. Hasta es posible que por Sony en su serie oficial sobre el MET. De todos modos, Corelli y Nilsson grabaron oficialmente Turandot para el sello Emi, hoy Warner bajo la dirección de Francesco Molinari-Pradelli, una excelente grabación de la última ópera de Puccini.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Grandes momentos en la ópera (IV): "T'amo ingrata, t'amo ancor"

Como muchos habréis adivinado por el título, la ópera de hoy es Lucia di Lammermoor de Gaetano Donizetti, en una interpretación de auténtico lujo.
Nos vamos a Berlín, al año 1955. La guerra ha acabado hace diez años. La ciudad está siendo reconstruida. Las secuelas del conflicto bélico son claramente visibles. La ciudad está dividida. Conservamos el documento sonoro gracias a una emisora local, la RIAS. Esta emisora describía en su nombre la división a la que estaba sometida la ciudad, era la Rundfunk im amerikanischen Sektor, la Radio del Sector Americano.



El famoso "Checkpoint Charlie" en Berlin. Aún hoy nos advierte que estamos saliendo del Sector Americano

En 1955 las heridas de la guerra iban cicatrizando en lo que se iba a llamar el bloque occidental, otra cosa es lo que pasaba tras el telón de acero. Furtwängler había visitado varias veces Italia, gracias a estas visitas conservamos sus dos grabaciones de El anillo del nibelungo de Wagner (Scala de Milán, 1950 y RAI de Roma, 1953). Ahora tocaba a los italianos devolver la visita a Alemania. El equipo que se trasladó a Berlín es uno de esos que podemos definir como reparto de ensueño, con Maria Callas, Giuseppe di Stefano y Rolando Panerai en el trío protagonista. La orquesta era la de la radio local, la excelente Orquesta de la RIAS de Berlín, la orquesta que dirigía esos años el gran director húngaro Ferenc Fricsay. Pero no fue Fricsay quien dirigió la representación, en el podio esperaba Herbert von Karajan, a punto de convertirse en el mandamás de la música en Europa.

La representación comenzó y empezó a subir la temperatura dramática. Resulta que cuando una batuta de grandísimo nivel se enfrenta a Donizetti, descubrimos que en la orquesta también pasan cosas interesantes, aunque el belcanto de casi todo el protagonismo a las voces.

Enrico, Rolando Panerai, comenzó a caldear el ambiente con su Cruda funesta smania, de la que escuchamos una parte, no está la escena completa en YouTube.



Lucia, Maria Callas, empezó a incendiar el escenario con el Regnava nel silenzio y cuando terminó ya estaba allí Edgardo, Giuseppe di Stefano, para cantar el dúo Sulla tomba che rinserra. El acto acabó con el público totalmente rendido a los italianos. Quede claro que Maria Callas era griega, pero aquí nacionalizamos su arte.

El dramático dúo entre Enrico y su hermana Lucia, era el preludio de que algo grande iba a pasar. Había habido mucho, y muy bueno sobre el escenario, pero aún quedaba lo mejor. Comenzaron los fastos de la boda entre la engañada Lucia y Arturo. Y llegó el momento, en la celebración aparece en traicionado Edgardo, y lo normal en estos casos es cantar un sexteto, siempre y cuando sigamos la ilógica lógica de la ópera. Llego el momento, había que cantar el Chi mi frena in tal momento. Lo inician al Edgardo y Enrico, para que se vayan uniendo el resto de voces y el coro. Al terminar el público estalló en aplausos. El entusiasmo fue tan grande, que Karajan se vio obligado a repetirlo. En esta repetición, Giuseppe di Stefano se salta todas las indicaciones de la partitura, llevado por el entusiasmo, pero como nos gusta cuando canta el T'amo ingrata, t'amo ancor totalmente desatado (4:38). Además de Callas, Di Stefano y Panerai, cantan Nicola Zaccaria como Raimondo, Giuseppe Zampieri como Arturo y Luisa Villa como Alisa. El Coro del Teatro alla Scala desplazado a Berlín y la Orquesta RIAS, todos bajo la inspiradora batuta de Herbert von Karajan.



Pero la representación no había acabado. Después del sexteto, Callas iba a terminar su actuación a lo grande. Le quedaba su Escena de la locura y no la iba a desaprovechar. El milagro del sonido grabado hace que casi sesenta años después nos siga impresionando. Por desgracia en YouTube, no está la versión completa.



Aún quedaba la guinda del pastel. Edgardo se despedía de sus antepasados para cerrar la ópera. El aria Tombe degli avi miei iba a concluir la ópera a lo grande, y Pippo no defraudó. Lamentablemente, no está esta grabación en YouTube, pero no nos vamos a quedar sin escuchar a Di Stefano, en este caso con la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino y la batuta de Tullio Serafin en una grabación de estudio de 1953.

   

En otras ocasiones no me atrevo a recomendar la grabación, como ocurrió en las dos primeras entregas de esta serie. La calidad artística siempre es innegable, pero el pobre sonido puede ser un obstáculo para los aficionados no demasiado familiarizados con las grabaciones históricas. En este caso, el sonido es muy bueno, no tanto como en las grabaciones de estudio de Callas de los años cincuenta, pero muy aceptable. Artísticamente, no hay nada más que decir, posiblemente es la mejor Lucia en disco. Esta grabación, editada varias veces por EMI, se recomienda por si sola, así que ya sabéis, si os merecéis algún regalo, esta puede ser la ocasión.

La compañía en Berlín con el Embajador Italiano. Foto EMI

miércoles, 12 de marzo de 2014

¡Feliz cumpleaños Kna!

Esta no es una de las entradas habituales del blog. En esta entrada no voy a contar ninguna historia sobre ningún compositor, obra o intérprete. Hoy se trata de felicitar el cumpleaños, o sea, recordar en el que hubiera sido su 126° aniversario, a una de las personalidades más fascinantes del mundo de la dirección orquestal del pasado siglo, Hans Knappertsbusch.

Para recordarle lo voy a hacer con una de sus músicas favoritas, cuando se trataba de alguna alegre celebración. Para ello contamos con sus dos orquestas, la Bayerisches Staatsorchester, la Orquesta Estatal de Baviera, que es el nombre que tiene la orquesta de la Ópera Estatal de Baviera, y la Orquesta Filarmónica de Viena, cuyos miembros, como todo el mundo sabe, pertenecen a la Orquesta de la Ópera Estatal de Viena. Hoy se trata de escuchar al Knappertsbusch inspirado por la Alegre Musa, en sus dos casas.

Empezamos en Múnich, su hogar de adopción. En la entrada que dediqué a Knappertsbusch sobre el centenario del estreno de su primer Parsifal, comenté que Knappertsbusch nunca quiso recibir ninguna compensación económica por dirigir en el Festival de Bayreuth. Pero tampoco lo hizo nunca por dirigir los conciertos de la Academia de la Orquesta Estatal de Baviera. Era su regalo a la ciudad de Múnich.

Con los bávaros tenía una compenetración especial. En estos conciertos festivos Kna, como le conocía su público rubateaba a su gusto y, si hacía falta, era capaz de hacer que la orquesta sonara como una banda de cervecería bávara, destacando sobre todo el carácter festivo de esta música. Finalizado el concierto el público estallaba en una ovación cerrada y se escuchaban los gritos de: ¡Kna!¡Kna!¡Kna!

Lo normal en estos conciertos es que Knappertsbusch saludase rápidamente al público, si es que lo hacía, y se marchase rápidamente al Hotel Vier Jahreszeiten, cercano a la Ópera a pasar una de sus veladas jugando a las cartas.

De un concierto de la Academia celebrado en 1955 en la Sala de Congresos del Museo Alemán de Múnich escuchamos Rosas del sur, vals del Rey de los Valses, Johann Strauss, hijo. Ya sabéis, subid el volumen y a disfrutar un rato.





Nos vamos ahora a Viena, la otra casa de nuestro director. Innumerables veladas en la Ópera y muchos conciertos en la Musikverein fueron testigos del arte de Hans Knappertsbusch. La Filarmónica de Viena adoptó a Kna, de la lejana Renania, como si fuera un vienés más. Como uno de sus directores favoritos.

John Culshaw, el famoso productor del Anillo de Georg Solti para Decca, escribió en su libro Ring Resounding, la historia de la grabación de esa grandiosa producción, protagonizada por la orquesta vienesa: "Los miembros más viejos de la Filarmónica de Viena todavía hablan con reverencia sobre Furtwängler y Richard Strauss. Hablan con profundo respeto del recuerdo de Erich Kleiber y Bruno Walter. Sobre otros, aún vivos, hablan con una mezcla de sentimientos que van de la aversión a la admiración. Pero por Hans Knappertsbusch, tienen amor."


"Estrella" de Hans Knappertsbusch frente a la Ópera de Viena


Decca grabó a fines de los cincuenta y principios de los sesenta el equivalente a un doble CD con valses, polkas, marchas de los Strauss, Ziehrer, Komzak y alguna pieza festiva de Weber y Schubert. Sólo hubo una reedición en compacto hace bastantes años, hoy es inencontrable. De esas piezas, vamos a disfrutar con la Invitación a la danza de Carl Maria von Weber, orquestada por Berlioz. El solo de violoncello es de Emanuel Brabec.




Para terminar con el cumpleaños de Knappertsbusch, aunque los que seguís el blog sabéis que el viejo Kna no tardará en volver por aquí, hay que despedirse con la propina favorita de nuestro director. Si en un recuerdo a su faceta más festiva no cerrásemos el concierto con Bad'ner Mad'ln (Chicas de Baden) de Karel Komzak, Kna estaría profundamente disgustado. El vals no trata de la ciudad de Baden-Baden, no la busquéis en la Selva Negra. Las chicas son de Baden bei Wien, la ciudad balneario cercana a Viena. Hans Knappertsbusch y la Filarmónica de Viena, rubatean a sus anchas en esta versión de estudio del vals de Komzak, una de las cuatro versiones que conservamos con Kna. De nuevo subid el volumen y disfrutad con los vieneses y su querido Kna.

viernes, 7 de marzo de 2014

"Los peregrinos de la Meca" de Gluck en Salzburgo

Este artículo hubiera tenido que aparecer en El estornino de Mozart de enero de 2014, número que no se ha publicado. Mucho me temo que podemos tardar bastante en ver nuevos números de la revista. No sé las causas, aunque me imagino que la falta de colaboraciones ha tenido mucho que ver en la decisión de @Tono_Menor de aparcar, esperemos que de momento, su revista.

No tenía claro si publicar el artículo en el blog, al final, siendo una obra bastante desconocida y siendo además 2014 Año Gluck, he pensado que valía la pena retocar un poco el artículo original y adaptarlo al las características del blog.

Aclarado el retraso de un artículo que se basa en el comentario de una representación que tuve la suerte de presenciar el 1 de diciembre de 2013, vamos con la ópera turca, que es lo que interesa. Quiero agradecer la amable colaboración de la Oficina de Prensa del Teatro Estatal de Salzburgo (Pressebereich des Salzburger Landestheaters) por permitir el uso de las imágenes de la representación.

Christoph Willibald Gluck (1775)

Para el público actual puede resultar sorprendente saber que en los siglos XVIII y XIX hubo una gran cantidad de subgéneros dentro de la ópera. Actualmente sólo parecen existir dos, tragedias, las más, y comedias. Pero, igual que el cine ha habido géneros tan dispares como el western o la ciencia-ficción, en la opera ocurrió exactamente lo mismo.

Uno de los géneros más curiosos fue la opera de ambiente turco, muy de moda en la Viena del siglo XVIII, quizá porque los turcos se quedaron a las puertas de Viena y Eugenio de Saboya y sus tropas consiguieron vencerlos e ir reconquistanto otras ciudades como la actual Budapest, de lo contrario, en Viena hubieran tenido mucha música turca original y quizá no hubiera sido tan popular.

Cuando pensamos en este género turco, nos viene a la cabeza inmediatamente El rapto en el Serrallo de Mozart, estrenada en Viena en 1782. Sin embargo, la obra de la que vamos a hablar, se estrenó también en Viena, pero casi veinte años antes. La pieza en cuestión es Los peregrinos de la Meca o El reencuentro imprevisto, de Christoph Willibald Gluck, estrenada el 7 de enero de 1764 en el Burgtheater. Como además Gluck nació en el 2 de julio de 1714, además de celebrar el 250 aniversario del estreno de la obra, en 2014 se celebrará el 300 aniversario del nacimiento del compositor, el gran reformador de la ópera.

La ópera se inicia con una obertura festiva, con instrumentos de percusión alla turca que tiene una semejanza indudable con El rapto en el serrallo. La acción es parecida, hay un secuestro por parte de los piratas de la novia del protagonista, pero la diferencia es que aquí todos los personajes son musulmanes. El novio es el Príncipe Ali de Bagdad, un Belmonte musulmán, que con su criado Osmin, que recuerda tremendamente al Pedrillo mozartiano, va a la búsqueda de su amada, retenida por el Sultán como esclava. El príncipe sufre todo tipo de tentaciones por las servientas de su amada Rezia, nuestra Konstanze de las mil y una noches, pero se mantiene fiel. Los amantes se reencuentran finalmente y huyen. Al final, llega el Sultán de Egipto y les captura. El Sultán ordena la ejecución de Ali y Rezia. El príncipe ha sido traicionado por el Calendario, no es el Osmin mozartiano, pero hace su papel de malo. Cuando el Sultán se entera de toda la historia perdona a los amantes y ordena castigar al Calendario, aunque al final acaba saliendo bien librado. Nuevamente el argumento se aproxima a la obra mozartiana. Escuchemos la obertura de Los peregrinos de la Meca por Concerto Köln.



Sólo un aria de la obra de Gluck ha alcanzado una relativa celebridad, gracias a unas variaciones que Mozart compuso sobre ella, las Variaciones para piano (KV. 455), que Tcahikovsky reutilizó como último movimiento de la Suite n° 4, Mozartiana. El aria en cuestión es Unser dummer Pöbel meint o Les hommes pieusement en el original francés en el que está escrita la obra. Escuchemos el aria cantada por Gilles Cachemaille y la Orquesta de la Ópera de Lyon dirigidos por John Eliot Gardiner. 


Y ahora las Variaciones KV. 455 de Wolfgang Amadeus Mozart con Wilhelm Kempff al piano.





Die Pilger von Mekka en el Landestheater de Salzburgo

Esta obra, tan olvidada hoy, ha sido repuesta en el Landestheater de Salzburgo, dentro de la temporada de ópera 2013-2014. Es el preludio al Año Gluck que se celebrará en 2014. La producción ha sido realizada por Jacopo Spirei con dramaturgia de Tobias Hell, decorados de Nikolaus Weber y vestuario de Bettina Richter. La realización es una propuesta muy interesante, con un elemento escénico principal formado por un vapor que realiza la travesía del Nilo, la acción se traslada a los años veinte del pasado siglo. Los guiños al cine son constantes, desde el vapor, cuyo nombre es Tod am Nil (Muerte en el Nilo) en clara referencia a Agatha Christie y su novela, llevada también al cine; como en fundidos realizados con una tela que cubre el escenario y aparece proyectada una imagen con textos como en las películas mudas. Mención especial merece Bettina Richter con un vestuario muy atractivo y colorido. En general fue una propuesta escénica muy inteligente, aprovechando todas las posibilidades de un escenario, no muy grande, en el pequeño, pero coqueto Landestheater salzburgués. Añadir que causó cierta confusión inicial, la mezcla de los diálogos en alemán, con el canto en el original francés, solución lógica, pues las partes habladas son muy abundantes, pero que en el fondo, no es del todo satisfactoria. Destacar el buen trabajo de todos los cantantes en las partes habladas, teniendo en cuenta que algunos de ellos no tienen el alemán como lengua materna.


Calendario, Osmín y Alí Foto Salzburger Landestheater / Christina Canaval (2013). 

En lo vocal el conjunto fue bueno, todos cumplieron adecuadamente en sus partes, con el protagonismo de Sergey Romanovsky y Laura Nicorescu en la pareja principal. Del resto me gustó mucho la actuación de la mezzosoprano Tamara Gura que encarnó el papel de Balkis, una de las esclavas de Rezia, que es la que tiene un mayor protagonismo.

La Orquesta del Mozarteum de Salzburgo sonó con su habitual buen nivel, con la dirección ágil y dúctil del británico Adrian Kelly que redondeó una divertida función operística en la que todos los elementos estuvieron en su sitio, dentro de una normalidad que tanto echamos de menos en España. 
 
Conjunto. Foto Salzburger Landestheater / Christina Canaval (2013).

sábado, 1 de marzo de 2014

La leyenda del maldito de los mares

Un joven músico huye de Riga

Corría el mes de junio de 1839, cuando un joven compositor de veintiséis años llamado Richard Wagner, su mujer Minna y un enorme terranova que atendía al nombre de Robber abandonaron con sigilo la ciudad de Riga, en la que Richard había sido, poco exitoso, Maestro de Capilla. El motivo de la huida, digna de una película de espías, no era otro que dar esquinazo a los acreedores que perseguían al joven Richard. 

Al final, por vías secundarias consiguieron llegar al puerto de Pillau en la costa prusiana y se embarcaron en el carguero Thetis, su destino era llegar a Londres para trasladarse desde allí a París. El viaje de los Wagner fue de todo menos cómodo. Una tremenda tormenta al cruzar el Skagerrat estuvo a punto de hacer zozobrar la nave, que a la deriva llegó finalmente a la costa nuruega. Wagner nos cuenta en su autobiografía Mi vida el pánico que llegó a pasar en esta accidentada travesía. Finalmente, llegaron a Londres y de allí se embarcaron hacia Francia. El 20 de junio de 1839 arribaron a Boulogne-sur-Mer, con la firme intención de no volver a embarcarse nunca más.

La estancia de Wagner en París no fue, lo que se dice, exitosa. Nuestro joven músico se tuvo que ganar la vida haciendo arreglos de otros compositores para los más variados instrumentos, empeñar los regalos de boda o incluso hacer bucear a Robber en el Sena para conseguir unas monedas. En julio 1841 en una situación económica insostenible Wagner vendió por quinientos francos a León Pillet, Director de la Ópera de París, el esbozo en prosa de un libreto de ópera titulado Le vaisseau fantôme (El buque fantasma). El libreto de esta obra fue escrito por Paul Foucher, en francés, y la música compuesta por Pierre-Louis Dietsch. La ópera se estrenó en noviembre de 1842 y cayó en el más profundo de los olvidos, hasta una fecha muy reciente como veremos un poco más adelante.

Con el dinero obtenido Wagner trabajó en su propio libreto y compuso su ópera, la primera de las llamadas óperas románticas de nuestro compositor. El título definitivo fue Der fliegende Holländer, o sea El holandés errante.

Estas fueron las penosas circunstancias que vieron la composición de la primera obra de Wagner que se incorporó al repertorio, si dejamos de lado a Rienzi, que si bien es una obra que se representa de tanto en tanto, no forma parte de las representaciones habituales de los teatros, ni forma parte del llamado canon de Bayreuth, es decir, no se ha representado nunca en la Colina Verde.

Pero... ¿dónde encontró Wagner el argumento para su obra? En el plano ambiental la penosa travesía en el Thetis dio a nuestro compositor la inspiración para los cantos de los marineros y para la tempestad que ruge ya en la obertura. En el plano argumental, la leyenda del maldito de los mares era conocida en los ambientes marineros, pero fue una obra literaria la que daría a Wagner la inspiración para la trama de la obra.

Wagner pintado por su amigo E. B. Kietz

A su llegada a París, Wagner conoció a otros alemanes como Ernst Benedickt Kietz, joven pintor tan vago que se decía que sus clientes morían antes de que él acabase sus retratos; Samuel Lehrs, filólogo; Heinrich Laube, antiguo portavoz de La joven Alemania y al gran poeta exiliado en París Heinrich Heine.

Wagner leyó una obra de Heine Las memorias del señor de Schnabelewopski, en las que en uno de sus capítulos se nos cuenta la historia de un navegante holandés condenado a vagar por toda la eternidad por haber jurado que no cejaría en el empeño de pasar el Cabo de Hornos en una tormenta. Sin embargo, este marinero vuelve a tierra cada siete años, si en esa breve estancia consigue que una mujer le sea fiel hasta la muerte quedará liberado de la maldición.

En 1840 Wagner obtiene la conformidad de Heine para preparar el libreto de su obra. Las vicisitudes del mismo, ya las conocéis.

Heinrich Heine porMoritz Daniel Oppenheim (1831)

Convencido de su fracaso en París Wagner abandona junto a Minna la ciudad el 7 de abril de 1842 con destino a Dresde. Si bien, no consigue que El holandés errante sea aceptado en Berlín, ocurre lo inesperado, su anterior ópera Rienzi, el último de los Tribunos obtiene un clamoroso éxito en la Ópera de la Corte de Dresde, era el 20 de octubre de 1842. El éxito de Rienzi hizo que el Teatro de la Corte de Dresde aceptase El holandés errante, que subió a escena el 2 de enero de 1843. Después del brillante Rienzi la obra se consideró extraña y sombría. Sólo obtuvo cuatro representaciones, aún así, su compositor, el joven Richard Wagner fue nombrado un mes más tarde Segundo Maestro de Capilla de la Corte de Dresde.

Este estreno en 1843, no vio la obra como la imaginó Wagner. El compositor había cambiado, el lugar de la acción de Escocia, lugar en el que transcurre la obra de Heine, a Noruega, acordándose del viaje del Thetis que recaló en un puerto llamado Sandwike, y cambiando los nombres de dos de los personajes de Donald a Daland y de George a Erik. Hay también alguna variación en el monólogo del Holandés.

Escena final de "El holandés errante" en Dresde. 1843


Sin embargo, el verdadero cambio vino dado por la incapacidad de que Wilhelmine Schröder-Devrient, que había impresionado a un adolescente Wagner cantando en Dresde el Fidelio de Beethoven y fue Adriano en el Rienzi del propio Wagner, cantase la balada de Senta. Wagner tuvo que transportar la balada escrita originalmente en la tonalidad La menor/Do mayor a Sol menor/Si bemol mayor. Además, la obra estaba pensada para representarse sin pausas entre los actos, separados con interludios sinfónicos, la Dirección del Teatro pidió que hubiera pausas, por tanto Wagner tuvo que componer dos finales para los actos primero y segundo.

Con los años Wagner evolucionó muchísimo su estilo de composición y quiso volver a su obra de juventud en 1860, en los que para unos conciertos en París revisó la obertura. La revisión incorporó un nuevo final con arpa y la aparición del tema de la redención. Antes la obra acababa con el tema del Holandés. Esta revisión hizo que Wagner modificase el final de la obra incluyendo también el tema de la redención. De esta forma el 4 de diciembre de 1864 la obra subió a los escenarios en el Teatro de la Corte de Múnich, con la dirección del propio Wagner y la presencia de su mecenas el Rey Luis II de Baviera. Esta es la versión que se suele representar habitualmente, con o sin pausas. Wagner no fue más allá en las revisiones de su marinero maldito, en contraste con lo que ocurrió con Tannhäuser, obra de la que no existe una versión definitiva.

A Bayreuth llegaría en el primer Festival del siglo XX, en 1901 con la dirección de Felix Mottl, que acuñó la célebre frase de “abras por donde abras la partitura, te da el viento en la cara”.

Si nos preguntamos qué ocurrió con la versión original, parece que su estreno se dio en Bayreuth en 1959, con Wolfgang Sawallisch y la pareja George London y Leonie Rysanek, con la balada transportada. En el Festival de 1961 cantó la misma producción, también con Sawallisch, Anja Silja, con la balada en su tonalidad original. Escuchemos a una jovencísima Anja Silja, de veintiún años cantar la balada de Senta en su tonalidad original en el Festival de Bayreuth de 1961.




De la representación bayreuthiana de 1959, también con Sawallisch, escuchamos la obertura, en su versión original, o sea, sin el final con arpa y sin la aparición del tema de la redención al en la conclusión.




Esta es la obertura en la versión revisada de Múnich, con su final mucho más romántico y que permite una gran expansión orquestal al final. Escuchemos esta obertura con el incomparable Hans Knappertsbusch y la Orquesta Filarmónica de Múnich en una grabación de estudio de 1962.


Veamos las diferencias en el finale. Primero, la versión original en una interesante producción de Bayreuth de 1985 dirigida escénicamente por Harry Kupfer, con Simon Estes, gran Holandés, Robert Schunk, creíble Erik, Lisbeth Baslev, imposible Senta y Woldemar Nelson en la peor dirección musical de un Holandés que yo recuerde. Lamentablemente en youtube ya no está disponible la balla realización de Sawallisch con la Ópera de Baviera.



La versión revisada nos la sirve Antal Dorati en estudio en 1960 (Decca), con los conjuntos del Covent Garden y los excelentes Leonie Rysanek y George London, con el Erik del eficiente, aunque algo tosco, Karl Liebl. Si Dorati, excelente en cualquier caso, hubiera encontrado esa poesía que existe en la versiones de Knappertsbusch o Krauss estaríamos ante la versión cimera de la obra, le faltó ese poquito más que sólo está al alcance de los muy grandes.



Para terminar el relato de El holandés errante, vamos a escuchar las tres páginas fundamentales de la obra, el monólogo del Holandés, Die frist ist um (El plazo se ha cumplido), en la que el atormentado capitán relata que baja a tierra cada siete años a buscar su salvación, está maldito, pero no sabemos el porqué. Al final espera con resignación el fin de los tiempos en que pueda dejar de navegar llevado por la aniquilación eterna. Hans Hotter, con treinta y cinco años nos canta magistralmente esta página, acompañado por la Orquesta Estatal de Baviera dirigida por Clemens Krauss en una grabación de 1944.



La segunda de las páginas a las que hacía referencia es la  llamada Balada de Senta, en la que averiguamos que el Holandés está maldito porque juró que jamás cejaría en intentar pasar el Cabo de Hornos en una tormenta, el diablo le tomó la palabra y le tiene condenado a navegar eternamente. Sólo puede bajar a tierra cada siete años, si en una de estas visitas a tierra encuentra una mujer que le sea fiel hasta la muerte, la maldición se desvanecerá. Al final de la balada Senta, fuera de si, expresa el deseo de ser esa mujer y liberar al Holandés de su maldición. Leonie Rysanek canta la balada transportada en el registro que realizó con los conjuntos Covent Garden de Londres dirigidos por Antal Dorati en 1960.



De la misma grabación con Rysanek y Dorati, ahora junto al Holandés de George London, escuchamos el momento clave de la obra, el dúo del Holandés y Senta del acto segundo, Wie aus der ferne Ferne längst vergangener Zeiten (Como de los muy lejanos tiempos pasados). Es el momento mágico de la obra, la primera parte del dúo, en la que los dos personajes expresan para si sus sentimientos, angustia él, compasión ella y al pese a todo, amor. El Wagner grande ya está apareciendo. En la segunda parte del dúo, desaparece la magia, bella música, pero mucho más convencional, eso si, muy bien orquestada. Aquí nos enteramos de otro dato clave, la mujer que ha jurado fidelidad ante Dios al Holandés y le traiciona se condenará eternamente. En el finale, cuando el Holandés piensa que va a ser abandonado por Senta, decide marcharse, Senta aún no le ha jurado fidelidad ante Dios, por ello no será condenada. El Holandés ha hecho su buena obra y Senta le va a ser fiel hasta la muerte, cuando se arroja al mar, el barco fantasma se hunde libre, por fin, de la maldición.



Es tiempo ahora de hablar de otro maldito de los mares, pero antes recordemos que Wagner concibió un libreto teatralmente imperfecto, el acto tercero sufre algo de la premura de la elaboración, pero que en líneas generales funciona dramáticamente, especialmente en el magnífico acto segundo. Para los que estéis interesados, os adjunto un enlace con el libreto.

 

El "maldito" olvidado 

Podemos decir que el marinero maldito de Pierre-Louis Dietsch (1808 - 1865) sufrió doblemente su maldición, porque además de estar condenado a navegar eternamente, fue abandonado en el oceano del olvido.

Pierre-Louis-Philippe Dietsch nació en Dijon en 1808, aunque de ascendencia alemana, su padre había nacido no lejos de Leipzig, de donde era originario Richard Wagner. Si me permitís la broma, queda claro que para tratar musicalmente el tema del maldito de los mares, hay que tener ascendencia sajona.
  
Dietsch, estudió en el Conservatorio de París, trabajó como contrabajista el Teatro de la Ópera de los Italianos y más tarde fue director de coros, por recomendación de Rossini, y de orquesta a partir de 1860 de la Ópera de París, fecha interesante para recordar en su relación con Richard Wagner.

Pierre - Louis Dietsch
La producción musical de Dietsch como compositor es fundamentalmente religiosa, compuso veinticinco Misas, dos Misas de Requiem, un Te Deum y treinta y dos Motetes. Su obra más conocida fue el Ave Maria (1842) compuesto sobre la canción de Jacques Arcadelt (hacia 1506 - hacia 1568) Nous voyons que les hommes, que le llevó a la polémica de ser acusado de plagio, acusación en parte injusta pues hay bastante de Dietsch en la obra, aunque está basada en una melodía de Arcadelt. Escuchamos el Ave Maria de Dietsch.


Y ahora la canción de Arcadelt en la que se basó Dietsch.




El 9 de noviembre de 1842 se estrenó en la Ópera de París Le vaissau fantôme ou Le maudit des mers (El buque fantasma o El maldito de los mares), con libreto de Paul Foucher y Henri Révoil, basado en el esbozo en prosa escrito por un desconocido dramaturgo y músico alemán llamado Richard Wagner.

La obra alcanzó once representaciones y finalmente se la tragó la Biblioteca de la Ópera de París, de donde sale cada 170 años en búsqueda de la redención.

En 1861 Dietsch, como director de orquesta de la Ópera de París se iba a hacer cargo del estreno de año, Tannhäuser o el torneo de canto del Wartburg de aquél desconocido Richard Wagner. Los problemas llegaron enseguida, Wagner consideró incapaz e inadecuado a su colega francés. Aún así, Dietsch dirigió la orquesta en uno de los mayores fiascos de la historia de la ópera.

Dos años más tarde, en 1863 se iba a representar en París Las vísperas sicilianas de Giuseppe Verdi. El director era Pierre-Louis Dietsch. Al parecer no había aprendido lo suficiente con Wagner y en este caso el enfrentamiento fue con Verdi. Durante los ensayos y tras una acalorada discusión con Dietsch, Verdi abandonó la sala. Al parecer, Verdi compartía la opinión de su colega alemán. Sea como fuere, Dietsch fue cesado de su cargo tres días después.

Pierre-Louis Dietsch falleció en París en 1865. No es una figura demasiado recordada hoy en día y lo sería menos de no ser por su enfrentamiento con las dos figuras más importantes del teatro lírico del siglo XIX, bueno y de toda la historia junto a ese jovencito de Salzburgo que era capaz de hacer cualquier cosa que se propusiera.

La pregunta que os haréis es el porqué de recordar a Pierre-Louis Dietsch. El "año Wagner" que hemos dejado atrás no ha sido muy generoso en cuanto a novedades discográficas de interés. Ni una integral del Wagner no escénico, ni un Tannhäuser en edición crítica con todas las versiones y variantes. Tampoco ha habido grandes reediciones históricas, salvo quizá el Anillo de Swarowsky en Profil-Hänssler, y de los grandes sellos, prefiero no hablar. Pese a todo, el sello francés Naïve, nos ha regalado una interesante novedad de la mano del director Marc Minkowski. Se trata de la versión original de París de El holandés errante. Ya sé que no es novedad, la grabó en 2004 Bruno Weil con la Capella Coloniensis para Deutsche Harmonia Mundi. La novedad de Minkowski es que junto a la versión primerísisma de El holandés errante de Wagner, ha grabado El buque fantasma de Dietsch, en un atractivo cofre con cuatro CD's, muy bien presentados y a un precio razonable.

Comencemos con la historia, que difiere bastante de la que nos cuenta Wagner. Los liebretistas franceses Paul Foucher y Henri Révoil, tuvieron otras influencias, El pirata de Walter Scott, los escritos de James Feminore Cooper y El barco fantasma de Frederick Marryat. El resultado, un libreto mucho más convencional y alejado en buan parte de la poesía que desprende el de Wagner, que siguió fielmente a Heine, excepto en el final, donde, irónico, el gran poeta alemán deja a la novia en la roca viendo alejarse al holandés. Wagner con toda la influencia de Goethe hace que con el sacrificio de Senta, que se arroja al mar, el eterno femenino guíe al alma del holandés hacia las alturas.

Veamos pues la historia que nos cuenta Dietsch. La obertura se inicia con el tema del maldito de los mares, como debe ser. Sigue una rossiniana tormenta y después sucesión de diferentes temas que aparecerán en la ópera. Breve introducción e inmediatamente sigue la balada de Minna, la Senta de esta historia. También es casualidad que la protagonista se llame como la primera mujer de Wagner. Canta la historia de un marinero maldito condenado por a vagar eternamente. Si encontrara una mujer que le amase hasta la muerte su maldición se desvanecería. La tercera estrofa la canta Magnus, el Erik (o George de la versión primitiva) de la obra de Wagner. En la tercera estrofa nos enteramos que en la lucha del piloto del barco fantasma por apartar a este de su ruta, el Capitán le arroja a las olas, una herida producida en la pelea no se acaba de cerrar en el brazo del capitán maldito, por cierto que se llama Troïl. Magnus lo sabe porque el piloto era su padre y una sueño divino le reveló la historia. Minna y Magnus se quedan solos, nos enteramos que están enamorados y que Minna sólo espera la aprobación de su padre, el capitán y comerciante Barlow, para casarse. Minna se queda sola, ruge la tormenta y canta su aria. Entra Eric y da la noticia de que el barco de Barlow se ha hundido en la tormenta, pero ha llegado un barco extranjero y le ha rescatado de una muerte segura. La escena finaliza con una alegre cabaletta cantada por Minna.

En el cuadro segundo entra Barlow, comenta que ha sido salvado por el capitán sueco Waldemar. Como recompensa, le ha prometido la mano de su hija Minna. Como os podéis imaginar ese capitán sueco, no es otro que el maldito Troïl. Minna duda si cumplir la palabra de su padre. Waldemar-Troïl, seductor, le pregunta si sería capaz de seguirle hasta la muerte. Si hiciese falta así lo haría responde Minna. Se acuerda la boda. Magnus se resigna a perder para siempre a Minna.

En el acto segundo Troïl canta su aria. Minna se encuentra con Magnus que es ahora sacerdote siguiendo un mandato divino. Y luego se comenta lo rápido que es el tercer acto de El holandés errante, aquí Magnus ha necesitado sólo un entreacto para pasar de enamorado a ordenarse sacerdote. Magnus va a casar a Minna y al falso Waldemar. Llega Troïl, quiere hablar a solas con Minna. En el dúo que sigue Troïl dice a Minna que la ama y que por tanto no va a casarse con ella, no quiere que comparta su destino. Minna descubre a Troïl en su prometido y decide casarse con el para poner fin a su maldición, finalmente Troïl, que ha hecho su buena acción igual que el holandés, accede. Magnus casa a Minna y Troïl, pero al intercambiar los anillos descubre la herida y la verdadera identidad del falso sueco. Se grita anatema contra Troïl. El maldito llama a su tripulación de espectros y se embarca rápidamente. Minna le sigue se sube a una roca y se lanza al mar, con gran estruendo se hunde el barco fantasma, entre las nubes se ve a Minna conducir a Troïl ante el trono de Dios.

El libreto se resiente de otras influencias que le restan frescura y espontaneidad, haciendo muy antipático al pobre Magnus. Pero... ¿qué hay de la música?

No os puedo ofrecer vídeos con la música de Dietsch, porque en 1842, nadie tuvo la idea de colgar algún vídeo en youtube, y la única grabación es muy reciente. Dejándonos de bromas, la música está muy bien elaborada, pero es poco personal, algo de Rossini, algo de Auber, de Boieldieau y, cómo no, de Meyerbeer. La obra se escucha con agrado y tiene algún momento de buena inspiración, como en la balada, cuyo estribillo se convierte en el tema del maldito. Al margen de que al comparar una obra de artesano que conoce el oficio con la obra de un genio, joven, pero ya un genio en su primera obra auténtica; la obra del francés resulta muy inferior. Pero no para haber sufrido el olvido por más de ciento setenta años, es una obra que hace pasar un buen rato y se escucha con agrado.

Del vídeo promocional, en el que se escucha más música de Wagner que de Dietsch, os indico que momentos son de la obra del francés. En 2:12, tenemos un momento de la romanza de Troïl del segundo cuadro del acto primero. En 3:06, la cabaletta del aria de Minna del primer acto y en 3:58 el estribillo de la balada, con Minna y el coro. Además un simpático Marc Minkowski nos cuenta aspectos de las dos composiciones y de la ópera romántica.




Recomendaciones discográficas:

Para terminar, unas recomendaciones discográficas, según mi criterio, del que podéis diferir todo lo que queráis:

Con la obra de Dietsch, está muy fácil, la grabación de Naïve dirigida por Marc Minkowski y sus Musiciens del Louvre, con Russell Brown, Sally Matthews y Bernhard Richter (2013).

De El holandés errante versión de 1841 o versión primitiva de París tenemos dos opciones igualmente interesantes, la de Marc Minkowski y los Musiciens del Louvre en Naïve que se completa con la obra de Dietsch, con Evgeny Nikitin, Ingela Brimberg y Eric Cutler (2013) y la de Bruno Weil y la Capella Coloniensis de Deutsche Harmonia Mundi con Terje Stensvold, Astrid Weber y Jörg Dürmüller (2004).

Pasamos ahora a lo bueno, al Holandés de siempre, sin criterios historicistas y quizá más ajustado a la verdad que estos otros que hemos comentado.

Domina la discografía de El holandés errante una grabación en vivo, del Festival de Bayreuth de 1955, felizmente recuperada por Orfeo d'Or con un sonido más que aceptable. El director no es otro que Hans Knappertsbusch, que tuvo un equipo formado por Hermann Uhde, Astrid Varnay, Wolfgang Windgassen y Ludwig Weber, creo que no hace falta decir nada más.

La grabación que más se le acerca es la que se realizó para la radio, con los conjuntos de la Ópera de Baviera en 1944. Dirige Clemens Krauss a unos perfectos Hans Hotter, Karl Ostertag y Georg Hann y a una inadecuada Viorica Ursuleac, que era su mujer. Está editada por Preiser

La mejor grabación en estudio es la de Antal Dorati con los conjuntos del Covent Garden para Decca, la gran pareja George London y Leonie Rysanek está arropada por Karl Liebl y Giorgio Tozzi (1960).

Franz Konwitschny dirigió en estudio el Holandes con los conjuntos de la Ópera Estatal de Berlín. Un lírico y algo inadecuado, aunque como cantó, Dietrich Fischer-Dieskau está acompañado por Marianne Schech, Gottlob Frick y Rudolf Schock. Es una grabación Berlin Classics de 1960.

Otto Klemperer y la Orquesta New Philharmonia con Anja Silja, Theo Adam, Martti Talvela y Ernst Kozub en una grabación EMI de 1968 iban a marcar otro hito, impresionante en lo orquestal y algo menos en lo vocal. Es una grabación de la versión original con la balada en su tonalidad más aguda.

Tres recomedaciones finales, todas en vivo, a las que habría que añadir a Keilberth, Bayreuth 1955 (Teldec) y Sawallisch, Bayreuth 1959 (Myto) que aparecen con otras grabaciones que dan mayor variedad a los repartos:

Joseph Keilberth, Festival de Bayreuth. Astrid Varnay, George London, Arnold Van Mill, Josef Traxel. GOLDEN MELODRAM (1956).

Wolfgang Sawallisch, Festival de Bayreuth. Anja Silja, Franz Crass, Josef Greindl, Fritz Uhl. PHILIPS (1961). Primera grabación de la versión original y balada en la tonalidad más aguda.

Fritz Reiner, Metropolitan Opera House Nueva York. Astrid Varnay, Hans Hotter, Sven Nilsson, Set Svanholm. NAXOS (1950).


Bibliografía:

Alexandre Drawitzki, D'un "vaisseau fantôme" à l'autre.  Naïve. 2013 (carpetilla del CD)

Martin Gregor-Dellin, Richard Wagner, su vida, su obra, su siglo. Alianza Editorial, Madrid 1983

Ángel-Fernando Mayo, Wagner. Península, Madrid 2001

Martin Gregor-Dellin, Richard Wagner, su vida, su obra, su siglo. Alianza Editorial, Madrid 1983

Ángel-Fernando Mayo, Juan Ángel Vela del Campo, Richard Wagner: El holandés errante. Cátedra-Expo 92, Madrid 1992

Marc Mikowski, À la recherche des deux "vaiseaux". Naïve. 2013 (carpetilla del CD)

Richard Wagner, Mi vida. Turner, Madrid 1989