lunes, 14 de noviembre de 2016

La metamorfosis de una canción

Hace bastantes años leí en una de esas guías sobre música clásica, que se vendían antes de la llegada de internet, un capítulo dedicado a los Compositores de una sola obra. Evidentemente, no se trata de compositores que sólo hubieran compuesto una obra, sino que sólo una obra de su catálogo ha hecho que pasen a la historia. Entre alguno de los casos que recuerdo estaba Gustav Holst con Los planetas, Ruggero Leoncavallo con I Pagliacci o Tomasso Albinoni con su Adagio que, para más inri, ni siquiera es suyo.

Estas clasificaciones suelen ser siempre injustas y dirigidas a aquellos aficionados que comienzan su aventura en el mundo de la música. Pero a veces, si existe alguna composición que se se ha hecho relativamente popular y que el público conoce, sin saber quién fue su autor. Pero la cosa es aún peor si nuestro autor es casi contemporáneo de otro, con el mismo apellido y que fue algo más célebre.

Johann Paul Aegidius Martin nació en Freystadt (Baviera) el 31 de agosto de 1741. Hijo de un organista. Estudió música en Neuburg y filosofía en Friburgo. En 1760 marchó a Nancy en Lorena y cambió su apellido por Martini. Se casó y se fue a vivir a París, ciudad en la que obtuvo un relativo éxito. De hecho para diferenciarlo del italiano Giovanni Battista Martini (1706 - 1784), nuestro hombre pasó a llamarse Martini, il Tedesco (Martini, el alemán).

Con su nombre ya en francés, Jean Paul Egide Martini, pasó a trabajar para la familia real francesa y abandonó la corte cuando las cosas se pusieron muy complicadas en Francia tras la Revolución Francesa. Martini volvió a Francia tras la Restauración de la Monarquía y falleció en París el 10 de febrero de 1816.

Jean Paul Egide Martini

Éste debiera haber sido Año Martini, pero claro, nuestro hombre es hoy, casi, un perfecto olvidado. Pese a sus quince óperas, numerosa música orquestal, religiosa y de cámara, nadie se acuerda de la música de Martini.

Sin embargo, Martini, tiene una obra que suena a todo el mundo, y no sólo a los aficionados a la llamada música clásica. En 1784 Martini compuso 3 romances nouvelles. Uno de ellos llevaba por título Plaisir d'amour (El placer del amor). El texto está sacado de la novela Célestine de Jean-Pierre Claris de Florian.





Plaisir d'amour ne dure qu'un moment,
Chagrin d'amour dure toute la vie.
J'ai tout quitté pour l'ingrate Sylvie.
Elle me quitte et prend un autre amant.
Plaisir d'amour ne dure qu'un moment,
Chagrin d'amour dure toute la vie.
Tant que cette eau coulera doucement
Vers ce ruisseau qui borde la prairie,
Je t'aimerai, me répétait Sylvie,
L'eau coule encore, elle a changé pourtant.
Plaisir d'amour ne dure qu'un moment,
Chagrin d'amour dure toute la vie.

Jean-Pierre Claris de Florian
El placer del amor sólo dura un momento,
la penas del amor duran toda la vida.
Lo dejé todo por la ingrata Sylvie.
Ella me dejó y tomó a otro amante.
El placer del amor sólo dura un momento,
la penas del amor duran toda la vida.
Mientras este agua corra suavemente
Hacia el arroyo que bordea la pradera,
yo te amaré, me repetía Sylvie,
El agua aún corre, sin embargo ella cambió.
El placer del amor sólo dura un momento,
la penas del amor duran toda la vida.




Quién iba a decirle al bueno de Martini que esta obrita iba a hacerse bastante popular y la iba a cantar un buen número de cantantes clásicos que la incluyeron, e incluyen, habitualmente en sus recitales. 

Yvonne Printemps, Elisabeth Schwarzkopf, Barbara Hendricks, Fritz Wunderlich o Roberto Scandiuzzi son algunos de ellos. Pero también Joan Baez, Franco Battiato o Andrea Bocelli la han incluido en sus conciertos.

Eso si, hay que decir que el pobre Martini no acaba de tener suerte, pues no es extraño que se diga muchas veces que se va a interpretar Plaisir d'amour del Padre (o del Abate) Martini y claro, Jean Paul Egide il Tedesco se tiene que revolver en su tumba, pues para una obra suya que se recuerda, se la atribuyen al otro Martini, el italiano.

Escuchemos la versión de Plaisir d'amour de Martini grabada por Roberto Scandiuzzi con Friedrich Haider al piano, extraida del excelente CD A Diletta (del sello Nightingale) que el bajo italiano dedicó hace unos años a su hija. 







Pero una cosa está clara, la obra de Martini no sonaría tan familiar al oído si no fuera por su metamorfosis musical. 

En 1961 se preparó la película musical Blue Hawaii de Norman Taurog. Uno de los papeles de esta obra lo interpretaba un joven que ya se había hecho famoso como el más importante rockero de su tiempo, se llamaba Elvis Presley. Para este film, los autores de la música George David Weiss, Luigi Creatore y Hugo Peretti prepararon una canción de amor para su estrella musical. Creatore y Weiss se ocuparon del texto, mientras que Peretti lo hacía de la música. Música que tomó prestada del estribillo de la canción de Martini. Que la canción funcionó, no hace falta ni comentarlo. Superventas, número uno en varios países, que son el termómetro para medir lel éxito de la música pop. Y por supuesto, llegaron todo tipo de versiones, que nunca consiguieron mejorar la copia de la canción de Martini.





Wise men say
Only fools rush in
But I can't help falling in love with you
Shall I stay?
Would it be a sin?
If I can't help falling in love with you
Like a river flows, surely to the sea
Darling so it goes, some things are meant to be

Take my hand
Take my whole life too
For I can't help falling in love with you
Like a river flows, surely to the sea
Darling so it goes, some things are meant to be

Take my hand
Take my whole life too
For I can't help falling in love with you
For I can't help falling in love with you
Los hombres sabios dicen
Sólo los tontos se precipitan.
Pero no puedo dejar de enamorarme de ti
¿Debería quedarme?
¿Sería un pecado?
Si no puedo dejar de enamorarme de ti.
Como un río fluye, siempre hacia el mar,
Querida así es, algunas cosas están
destinadas a suceder.
Toma mi mano
Toma toda mi vida también,
Porque no puedo dejar de enamorarme de ti.
Como un río fluye, siempre hacia el mar,
Querida así es, algunas cosas están
destinadas a suceder.
Toma mi mano
Toma toda mi vida también,
Porque no puedo dejar de enamorarme de ti
Porque no puedo dejar de enamorarme de ti



Escuchemos pues a Elvis Presley, el Rey del Rock, en su particular versión de Plaisir d'amour de Martini, il Tedesco.








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