lunes, 18 de noviembre de 2013

Benjamin Britten: Un monumento a la reconciliación

El 4 de noviembre de 1918 el Teniente Wilfred Owen del ejército británico es abatido en el Canal de Sambre-Oise, en el Norte de Francia. Exactamente una semana más tarde se firma el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Wilfred Owen había vuelto voluntariamente al frente en agosto de 1918, después de recuperarse de las heridas sufridas en otra acción de guerra. Wilfred Owen era poeta.

Wilfred Owen (1893 - 1918)
El 14 de noviembre de 1940 la ciudad de Coventry en Inglaterra es bombardeada por la Luftwaffe, las fuerzas aéreas de la Alemania nazi, en el marco de la operación Blitz, relámpago; en la que la aviación alemana realizó ataques indiscriminados contra todo tipo de objetivos civiles. La Catedral de Coventry quedó reducida a escombros tras este ataque. Al día siguiente de su destrucción, se tomó la decisión de volver a levantar el templo. Dos fragmentos de madera en forma de cruz fueron recogidos por el cantero de la catedral, John Forbes. La sencilla cruz de madera se guardó en una sencilla capilla, en su muro se escribió la frase: Padre perdona. El presbítero de la catedral Arthur Wales hizo otra sencilla cruz con tres clavos medievales de la estructura de la destruida catedral. Con el tiempo la Cruz de clavos se iba a convertir en un símbolo de la reconciliación.


Winston Churchill visita las ruinas de la Catedral de Coventry en 1941
  
El 23 de noviembre de 1943 la aviación aliada bombardea la capital de Alemania, Berlin. La Iglesia del Kaiser Guillermo, en el barrio de Charlottenburg, es alcanzada y convertida en ruinas. El edificio no se iba a reconstruir, apuntalada y asegurada su estructura, la Iglesia del Kaiser Guillermo pasó a ser el recordatorio a la inutilidad de la Guerra.
   
Iglesia del Kaiser Guillermo en Berlin. 1954

La Segunda Guerra Mundial ha finalizado hace algunos años. La reconstrucción de Europa está en marcha. El 23 de marzo de 1956, la Reina Isabel II de Inglaterra, coloca la primera piedra de la construcción de la nueva Catedral de Coventry. El antiguo templo no ha podido ser reconstruido. Los trabajos para la construcción de la nueva catedral durarán seis años. Finalmente, el 25 de mayo de 1962 el templo será consagrado.

Para esta nueva consagración del templo se realizó un festival artístico, en el que se estrenó la ópera King Priam (El rey Príamo) de Sir Michael Tippet, el 29 de mayo de 1962. Para el 30 de mayo, se reservó el estreno en la nueva catedral de otra obra, en este caso de Benjamin Britten.

Britten, pacifista convencido, había abandonado Gran Bretaña rumbo a Estados Unidos, junto al tenor Peter Pears, antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, huyendo de las dificultades que sufrían los pacifistas en ese clima prebélico. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la Embajada del Reino Unido en Estados aconsejó a Britten y Pears a permanecer en tierras americanas como Embajadores Culturales. Pese a todo, Britten y Pears retornaron a Gran Bretaña en 1942. En el periodo de la Segunda Guerra Mundial, Britten iba a componer obras tan importantes como A Ceremony of Carols (1942, compuesta en el largo viaje de regreso), y el ciclo de canciones Seranata para tenor, trompa y cuerdas. Britten se embarcó además durante este tiempo en un importante proyecto, su ópera Peter Grimes, que iba a estrenarse con gran éxito en 1945. Antes de este estreno, Britten se unió al gran violinista Yehudi Menuhin en una gira para los supervivientes de los campos de concentración nazis en Alemania. La impresión que tuvo en el campo de Bergen-Belsen fue tan grande, que no quiso hablar de ella hasta el fin de sus días.

Los años siguientes a la guerra van a estar jalonados de éxitos. Funda el Festival de Aldenburgh junto a Peter Pears y Eric Crozier, el libretista de Peter Grimes. En 1946 estrenará su obra más conocida, las Variaciones y fuga sobre un tema de Purcell, conocida mundialmente como Guía de orquesta para jóvenes. En el campo de la ópera estrenará La violación de Lucrecia (1946), Billy Budd (1951) y Gloriana (1953), esta última para celebrar para la Coronación de Isabel II de Inglaterra. Las dificultades van a llegar por parte de la política ultraconservadora y homófoba del Ministro del Interior Sir David Maxwell Fyfe. Britten y Pears fueron observados con lupa por las autoridades e, incluso, llegaron a ser visitados por la policía. La década acaba con otro triunfo operístico, El sueño de una noche de verano (1960).

Rostropovich y Britten en Moscú 1964

Al comienzo de la década de los sesenta Benjamin Britten era considerado el músico británico vivo más importante y a nadie extrañó que la comisión de la Catedral de Coventry le encargase una obra para la consagración de la nueva catedral. La comisión dio total libertad al autor para componer sobre lo que considerase. Durante el año 1961 Britten estuvo trabajando en el encargo, el resultado iba a ser su War Requiem (Requiem de Guerra).

Antigua y nueva Catedral de Coventry

Para la composición de su Requiem Benjamin Britten va a acudir al texto latino de la misa de difuntos, en esa tradición de grandes y tremendos Requiem en la que destacan las aportaciones de Mozart, Berlioz o Verdi. La ejecución corre a cargo de una soprano solista, coro de niños, coro mixto y orquesta. Además, un tenor y un barítono acompañados por un conjunto de cámara se encargan de dar vida a los poemas de Wilfred Owen, el oficial británico, fallecido en 1918 al que hacíamos referencia al principio de esta entrada. Aquí podéis leer el texto completo del War Requiem, con el texto latino y los poemas de Owen.

La obra esta dividida en las secciones  tradicionales del oficio de difuntos. Se inicia con el Requiem. Las cuerdas y las campanas de difuntos introducen los primeros compases, el coro comienza a cantar. Cuando se inicia el Te decet hymnus, Deus in Sion (Te alabamos, Dios de Sión) escuchamos el coro de niños, como en otro plano, un plano de irrealidad, como si se tratase de ángeles. Vuelve el coro con las palabras iniciales del Requiem e inmediatamente, entra el tenor con el primer poema de Owen What passing bells for these who die as cattle? (¿Qué fúnebres tañidos se ofrendan para estos que mueren como ganado?). Britten ha elegido poemas de Owen que son un contrapunto en el horror de la guerra a las palabras latinas del Requiem.

La segunda sección Dies irae comienza con las trompetas, como no, que van a llamar a los muertos al juicio final. Otro poema de Owen pone el contrapunto, esta vez en la voz del barítono. Britten ha representado en tenor y barítono a dos soldados, inglés y alemán, que como cantarán en el siguente poema ya a dúo, caminan amistosamente hacia la muerte. Britten hace cantar al final del Lacrimosa, cuando los muertos van a resucitar, un poema de Owen en voz del tenor que nos dice que nada puede resucitar a los muertos en combate, ni siquiera el sol que les dio la vida.

En el Offertorium después de la intervención del coro de niños y del coro, tras nombrar a Abraham, en un ritmo casi danzable iniciado por el canto del coro, tenor y barítono cantan la propia parábola de Owen, en la que Abraham mata a Isaac y con él a la mitad de la semilla de Europa.

En el Sanctus tras un canto de la soprano que se nos antoja arcaizante, el coro responde como si fuese un murmullo de personas hablando entre si, hasta que un toque de trompeta hace que suenen las loas del Hosanna in excelsis. La soprano sigue con el Benedictus acompañada por el coro. El contraste trágico lo pone el barítono con un poema sobre la muerte, nada podrá devolver la vida a los muertos.

El Agnus Dei es un breve momento lírico. El canto del tenor, con una imagen de la guerra en la que no hay Dios, se une al coro que canta el texto latino sobre el cordero de Dios que debe liberar al mundo de sus pecados. Los textos no pueden ser más contradictorios.

La última sección Libera me se inicia con el coro, para continuar con ese canto de la soprano que nos lleva a tiempos remotos, la percusión y el metal recuerdan la guerra. El tenor comienza su canto, luego llegará el barítono, son dos soldados, ya han muerto, la muerte les ha hecho amigos. Durmamos juntos ahora canta el barítono, para dar paso a los niños, coro y soprano que cantan el Im paradisum. Al final todos, los soldados en inglés y el resto en latín va a pedir, con una serena música, el descanso eterno para los caídos. Es ahora, al final de la obra cuando parecen coincidir los mensajes del oficio de difuntos y de los poemas de Owen.

Pese a que el War Requiem fue oficialmente un encargo para la consagración de la catedral, Britten dedicó  la obra, de forma privada, a la memoria de Roger Burney, Subteniente de la Real Reserva de Voluntarios Navales; Piers Dunkerley, Capitán de la Real Infanteria de Marina, David Gill, marinero de la Armada Real y Michael Halliday, Teniente de la Real Reserva de Voluntarios de Nueva Zelanda; amigos de Britten y Pears, que combatieron en la guerra y fallecieron en ella. La excepción fue Piers Dunkerley que, tras una vida de inestabilidad psíquica, se suicidó en 1959, poco antes de su boda.

Para el estreno de la obra el 30 de mayo de 1962 Britten quería que los intérpretes fuesen Peter Pears y Dietrich Fischer-Dieskau, un inglés y un alemán, para los que escribió la obra. La soprano tenía que ser Galina Vishnevskaya, pero el gobierno soviético no la dejó participar. Heather Harper tuvo que sustituirla. Meredith Davies dirigió, ese día en Coventry, a la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birminghan, se contó además con el conjunto de cámara Melos Ensemble, dirigido por el propio Britten, para el acompañamiento a tenor y barítono. Una toma, imagino que radiofónica, del estreno acaba de ser publicada por el sello británico Testament.

La obra fue un absoluto éxito, tanto que seis meses más tarde se grabó en estudio, dirigida por el propio Britten, con la Orquesta Sinfónica de Londres, el Melos Ensemble, Peter Pears, Dietrich Fischer-Dieskau y, esta vez si, la Unión Soviética autorizó a que participase Galina Vishnevskaya. Esta grabación, la más famosa de las existentes del War Requiem fue un auténtico éxito de ventas. Más de 200.000 copias se vendieron en unos pocos meses, record, tratándose de una obra estrictamente contemporánea.

Imagino que alguien se debe estar preguntando a estas alturas el porqué de la referencia a la Iglesia del Kaiser Guillermo en Berlín. En la primera visita que hice a Berlín, hace ya bastantes años, visite esta Iglesia. Conocía la historia del War Requiem de Britten, por ello me llevé una sorpresa al ver que otra Cruz de clavos, hecha con clavos originales de la Catedral de Coventry, había sido donada a la también caída iglesia berlinesa. Del mismo modo que Britten reconcilia a los combatientes, las iglesias derrumbadas por la barbarie de la guerra se habían reconciliado.

Cruz de Clavos de la Iglesia del Kaiser Guillermo en Berlín

La versión que he escogido del War Requiem de Britten es la primera que compré en CD. Dirige Sir John Eliot Gardiner a Luba Orgonasova, Bo Skovhus, Anthony Rolfe Johnson, Monteverdi Choir y Coro y Orquesta de la Radio del Norte de Alemania. Es una grabación en vivo realizada en la, también bombardeada, Iglesia de Santa María de Lübeck en agosto de 1992. Como el ser humano no aprende nunca, la grabación fue dedicada a las víctimas de la guerra de la antigua Yugoslavia.




Puedes leer más sobre la Catedral de Coventry en este enlace.







lunes, 11 de noviembre de 2013

Goethe y la música (III): El diablo en la taberna


Johann Wolfgang von Goethe fue estudiante en Leipzig, entre los años 1765 y 1768. Como todo buen estudiante, una parte de sus estudios se trasladó a las tabernas de la ciudad. No muy lejos de la Iglesia de Santo Tomás, famosa por aquel Thomaskantor que fue Johann Sebastian Bach, se encuentra la más famosa de todas ellas, la Taberna de Auerbach.


Monumento a Goethe en Leipzig

Hay referencias a esta taberna ya en el siglo XV y, en sus días de estudiante, Goethe la iba a hacer su local favorito para tomar unos vinos. Mucho tenemos que agradecer que Goethe visitara esta taberna, porque las cosas no suelen ocurrir por casualidad. Y no es causalidad que en una de sus salas hubiese dos grabados representando al mago y astrólogo Johann Georg Faust, bebiendo con unos estudiantes y haciendo rodar un barril de vino hasta la calle.

Unos años más tarde, Goethe iba a escribir su Fausto. La tragedia, primera parte, publicada en 1808, aunque ya comenzase a trabajar en ella 1770.

En esta primera parte, Mefistófeles lleva a Fausto a una taberna en la que unos estudiantes están cantando canciones subidas de tono. Es fácil adivinar a qué taberna conduce Mefistófeles a Fausto. En efecto, a la taberna de Auerbach en Leipzig. Mefistófeles se une a los estudiantes en la juerga y canta la que es la canción más conocida de la obra, a la que Beethoven, Wagner, Berlioz o Pfitzner pusieron música. Esta canción es la conocida como la Canción de la pulga (Das Flohlied).

Al finalizar la escena Mefistófeles convierte el vino de los estudiantes en fuego. Ya sabemos que el vino malo da ardor de estómago. Los estudiantes, enfurecidos, intentan atacar a Fausto y Mefistófeles, que huyen gracias a la magia del demonio.

Fausto y Mefistófeles en la Taberna de Auerbach
De todas las composiciones sobre La canción de la pulga, nos vamos a detener en una de las más interesantes, que no utiliza el poema de Goethe en su idioma original, lo hace en ruso. Pese a todo, es una de las mejores aproximaciones, junto con la de Berlioz, que tampoco está en alemán (se basa una traducción francesa de Gerard de Nerval, que más tarde incluirá en La condenación de Fausto).

Pero volvamos a nuestro ruso. El compositor no es otro que Modest Mussorgsky (1839-1881), quizá el más genial del grupo de los cinco, y a la altura de ese otro genio del siglo XIX que fue Pjotr Tchaikovsky.

De Mussorgsky ha trascendido una cierta mala fama de compositor amateur, al que su amigo Rimsky-Korsakov tenía que orquestar las obras, porque él era incapaz. Ese descrédito ha desaparecido definitivamente, al comprobar la genialidad de su Boris Godunov, obra totalmente acabada por Mussorgsky y que es muy superior en su versión original, a la embellecida por Rismky-Korsakov, que soslaya el drama del pueblo ruso, auténtico protagonista de la genial ópera.

Modest Mussorgsky en 1870


Lo que si es cierto es que Mussorgsky, militar profesional, no dedicó todo el tiempo que nos hubiera gustado a componer. Un poco lo que ocurrió con Borodin. Pero la auténtica tragedia fue que un genio de la altura de Mussorgsky tuviera una adicción al alcohol tan autodestructiva, que le llevó a la tumba con sólo cuarenta y dos años, dejando inacabadas obras tan importantes como su ópera Khovanschina.

En 1879 Mussorgsky inició un viaje por el sur de Rusia con la diva Darya Leonova (1829-1896), contralto que llegó a cantar los papeles de Vania, Una vida por el zar de Glinka o Azucena de Il trovatore de Verdi en escenarios tan importantes como el Bolshoi de Moscú o el Mariinsky de San Petersburgo. Durante ese viaje-gira de conciertos, en el que Mussorgsky era el pianista acompañante, iba a componer La canción de la pulga. Durante esa gira la canción fue estrenada por Leonova y Mussorgsky, obteniendo un éxito inmediato.

Mussorgsky compuso la obra sobre sobre la traducción al ruso del poeta Alexander Strugovshchikov (1808-1878). La música desde el principio se muestra irónica, con sutil sentido del humor, saltarina como la pulga a la que retrata. El poema nos cuenta la absurda historia de un rey que amaba a una pulga y a la que llega a nombrar ministro. Al fin y al cabo, Goethe no escribió más que una canción tabernaria y como tal la tomó Mussorgsky, que compone una canción estrófica con variaciones en cada una de las estrofas. Al llegar al final de la última, la música adquiere un tinte amenazador y las risotadas finales dejan una imagen bastante inquietante, para que no se nos olvide que es el demonio quien está cantando.
Este es el texto original en alemán y su traducción al español: 


Es war einmal ein König,
Der hatt’ einen großen Floh,
Den liebt’ er gar nicht wenig,
Als wie seinen eignen Sohn.
Da rief er seinen Schneider,
Der Schneider kam heran:
Da, miss dem Junker Kleider
Und miss ihm Hosen an! 

In Sammet und in Seide
War er nun angetan,
Hatte Bänder auf dem Kleide,
Hatt’ auch ein Kreuz daran,
Und war sogleich Minister,
Und hatt’ einen großen Stern.
Da wurden seine Geschwister
Bei Hof auch große Herrn.
Und Herrn und Fraun am Hofe,
Die waren sehr geplagt,
Die Königin und die Zofe
Gestochen und genagt,
Und durften sie nicht knicken,
Und weg sie jucken nicht.
Wir knicken und ersticken
Doch gleich, wenn einer sticht.

Goethe: Das Flohlied
  
Había una vez un rey
que tenía una gran pulga.
No era poco lo que la amaba.
Como si fuera su propia hija.
Llamó a su sastre.
el sastre allí acudió.
Al caballero tomó medidas
y le hizo calzas y vestidos.
De terciopelo y de seda
iba aquella pulga vestida,
de su traje colgaban cintas
y también una cruz.
Enseguida fuera ministro
con gran condecoración.
Llegaron a la corte sus hermanos
Y también fueron grandes señores.
Las damas y los cortesanos
sufrieron enorme fastidio.
Picaron y molestaron
a la reina y sus doncellas.
Pero aplastarlas no podían,
aunque todo les escociera.
Nosotros las aplastamos
tan pronto como una nos pica.

Goethe: Canción de la pulga

Y esta es la traducción de Alexander Strugovshchikov transliterada del cirílico: 
   
Zhil-bïl korol’, kogda-to pri nyom blokha zhila.
Blokha, blokha.
Miley rodnogo brata ona emu bïla.
Kha-kha-kha-kha-kha blokha.
Kha-kha-kha-kha-kha blokha.
Kha-kha-kha-kha-kha blokha.
Zovyot korol’ portnogo:
‘Polushay tï, churban,
Dlya druga dorogogo sshey barkhatnïy kaftan.’
Blokhe, da da khe-khe-khe-khe blokhe.
Khe-khe-khe-khe-khe kaftan,
Kha-kha-kha-kha-kha,
Kha-kha-kha blokhe kaftan.
Chtob zharko i parko blokha moya zhila,
I polnaya svoboda yey pri dvore dana.
Pri dvore khe-khe-khe-khe-khe
blokhe kha-kha-kha,
Kha-kha-kha-kha-kha-kha blokhe.
Korol’ yey san ministra
i s nim zvezdu dayot,
I s neyu i drugiye poshli vse blokhi v khod a-kha.
I samoy Koroleve i freylinam yeya
Ot blokh ne stalo mochi,
ne stalo i zhit’ya kha-kha.
I tronut’-to boyatsya ne to chtobï ikh bit’,
A mï, kto stal kusat’sya, totchas davay dushit’.
Kha-kha-kha-kha-kha kha-kha-kha,
Kha-kha-kha-kha-kha kha-kha-kha-kha,
A a-kha-kha kha-kha.

La canción de pulga de Mussorgsky se iba a popularizar a principios del siglo XX por el interés que tuvo por ella el histriónico bajo ruso Fiodor Challiapin (1873-1938) que llegó a grabarla en cuatro ocasiones. Un poco ocurrió lo mismo que con Boris Godunov, también de Mussorgsky. Chaliapin iba a hacer del personaje del zar ruso una de sus creaciones más acabadas.
Para escuchar la canción, he traído a otro histriónico bajo, poco conocido en nuestros días, el finlandés Kim Borg (1919-2000), que hizo de esta canción uno de sus éxitos. Le acompaña al piano Gerald Moore.



Y ya que hemos hablado de Chaliapin, qué mejor para cerrar esta entrada que escuchar una de las versiones de La canción de la pulga de Mussorgsky que nos ha legado, en este caso grabada en 1927.





Los estudiantes de la Taberna de Auerbach



miércoles, 6 de noviembre de 2013

Celebramos los 50 años de la reapertura del Teatro Nacional de Múnich


Los orígenes de la historia de la ópera en Múnich se remontan a 1657, con el Teatro de la Salvatorplatz. La semilla de la ópera en Baviera estaba sembrada.  En 1751 se inauguró el Residenz-Theater (Teatro de la Residencia) del arquitecto François Cuvilliés (hoy se le conoce como el Cuvilliés-Theater, tras su reconstrucción en 1958, para diferenciarlo del nuevo Teatro de la Residencia). Este pequeño y encantador teatro rococó iba a ser el testigo del estreno de una gran obra, Idomeneo, Rey de Creta de Wolfgang Amadeus Mozart el 29 de enero de 1781.

En 1795 cerró el Teatro de la Salvatorplatz. El Teatro de la Residencia con sus 560 plazas se quedaba muy pequeño. Múnich debía tener un nuevo teatro a la altura de sus necesidades.

En 1810 el Rey de Baviera Maximilian I Joseph, atento a la necesidad cultural de la sociedad muniquesa, encargó al arquitecto Karl von Fischer el proyecto del nuevo Königliche Hof- und Nationaltheater (Teatro de la Corte Real y Nacional). Las obras comenzaron en 1811. Problemas financieros retrasaron la ejecución de las mismas, además un incendio en 1817 destruyó parte del nuevo edificio. Finalmente, tras siete años de trabajos, el coliseo muniqués fue inaugurado el 12 de octubre de 1818 con el estreno de Die Weihe (La consagración) de Ferdinand Fränzl. Obra y compositor cayeron en el más profundo de los olvidos.


Maximilian I Joseph por J. K. Stieler (1822)


Pero las cosas no iban a marchar bien para el nuevo teatro. El 14 de enero de 1823 un fuego prendió en los decorados durante la representación de Une folie de Étienne-Nicolas Méhul. Nada se pudo hacer por salvar el edificio. El teatro quedó totalmente destruido por primera vez.

El teatro, con la financiación de la ciudad de Múnich, fue rápidamente reconstruido. El proyecto fue del arquitecto Leo von Klenze. El 2 de enero de 1825 el Teatro Nacional de Múnich volvía a abrir sus puertas.

Poco podemos hablar de lo musical en estos primeros años. La gran época del teatro estaba por llegar. Además aún faltaba una remodelación, por la ampliación de la Maximilianstrasse en 1854. A partir de ese momento el teatro tuvo su aspecto actual.


Nationaltheater en 2007
En 1864 fue coronado Rey de Baviera Luis II, que, en una de sus primeras órdenes, mandó buscar y traer a Múnich a Richard Wagner. La suerte del compositor cambió, y la del Teatro con él. El 10 de junio de 1865 subía al escenario, en su estreno mundial, Tristan e Isolda de Richard Wagner, con la dirección del prometedor director berlinés Hans von Bülow.





Hans von Bülow (1830 - 1894)

Pese a las intrigas y escándalos personales que hicieron que Wagner abandonase Múnich, el Teatro iba a ser testigo de otro gran acontecimiento musical. El 21 de junio de 1868 se estrenaba la obra que se iba a convertir en el símbolo musical de la ciudad. Hans von Bülow, nombrado director de la Ópera de la Corte de Baviera iba a estrenar Los maestros cantores de Núremberg de Richard Wagner.



Sólo con estos dos estrenos, que ya hubiera querido para si cualquier otro teatro, la fama del Teatro de la Corte Real y Nacional estaba garantizada para siempre. Pero iban a venir todavía muchos grandes estrenos como los de El oro del Rin (1869) y La Walkyria (1870) del propio Richard Wagner, pese a la oposición del compositor que quería estrenar la obra completa, El anillo del nibelungo, en un teatro ideal que aún no estaba proyectado.

Luis II en 1865 por Ferdinand von Piloty
A partir de 1876 los estrenos de obras de Wagner tuvieron lugar en el Festspielhaus de Bayeruth (Teatro de los Festivales), aunque con la participación de la Orquesta de la Corte y con el apoyo del Rey.

Fallecidos monarca y compositor, Múnich iba a ser aún testigo de un estreno wagneriano. El 29 de junio de 1888 se estrenaba la primera ópera compuesta por Wagner, que permanecía inédita, Las Hadas.


Franz Wüllner, Hermann Levi, Richard Strauss, Hermann Zumpe y Felix Mottl  fueron grandes nombres de la dirección que se hicieron cargo de la Ópera de la Corte entre 1870 y 1911. Añadir que Felix Mottl fue el primero de los directores musicales de la institución que iba a fallecer durante una representación de Tristan e Isolda.

Bruno Walter fue el encargado de dirigir musicalmente el Teatro entre 1913 y 1922. A partir de 1918, tras la Primera Guerra Mundial y la caída de las monarquías centroeuropeas, el teatro iba a tomar el nombre de Teatro Nacional.

En estos años hay que destacar los estrenos de El anillo de Polykrates y Violanta de Erich Wolfgang Korngold (1916).

Tras Bruno Walter llegó la era de Hans Knappertsbusch (1922 - 1935) que hizo de Múnich su casa. Gran wagneriano iba a tener que dejar su puesto por motivos políticos. Fue destituido en 1935 por el régimen nazi, que iba a gobernar desde el terror la etapa más oscura de la historia de Alemania.

En la etapa de Knappertsbusch tuvieron lugar los estrenos de Don Gil de las calzas verdes de Walter Braunfels (1924) y El corazón de Hans Pfitzner (1931).

Hans Knappertsbusch (1888 - 1965)
Tras Hans Knappertsbusch la dirección musical fue encargada al gran director austriaco Clemens Krauss, más del agrado de las autoridades nazis que el deslenguado e incorregible Knappertsbusch. Krauss permaneció en el cargo desde 1935 a 1944.

El 24 de julio de 1938 se estrenó en el Teatro Nacional Friedenstag (Día de paz) de Richard Strauss, con dirección de Clemens Krauss. La obra era de carácter pacifista ya con la guerra a la vuelta de la esquina.



La ópera La luna del muniqués Carl Orff se estrenó en 1939. Con la Segunda Guerra Mundial comenzada, se estrenó el 28 de octubre de 1942, Capriccio de Richard Strauss, última ópera del maestro bávaro.


La noche de 3 de octubre de 1943 un ataque aéreo aliado sobre Múnich alcanzó al Teatro Nacional que fue pasto de las llamas. La casa de la Ópera de Baviera quedó completamente en ruinas.


Teatro Nacional 1944 (Foto: Freunde des Nationaltheaters)
Finalizó la Guerra. En un Múnich devastado por las bombas, la actividad musical volvió a resurgir. La Ópera de Baviera, sin su casa, se tuvo que trasladar al Teatro del Príncipe Regente, una copia del Festspielhaus de Bayreuth, con la que Múnich intentó competir con el festival wagneriano. Hans Knappertsbusch volvió a su puesto, episódicamente. Las autoridades estadounidenses de ocupación en Baviera, no querían a nadie relacionado con la etapa anterior. Knappertsbusch, fue juzgado por posible colaboración con el régimen nazi, juicio al que, indignado, no se presentó. Knapperstsbusch fue declarado no culpable de todos los cargos. Aún así, los norteamericanos eligieron a un inexperto Georg Solti como director de la Ópera de Baviera. Solti iba a iniciar aquí su despegue internacional.

Pero... ¿qué se iba a hacer con el Teatro Nacional? La solución práctica y más económica era demolerlo y construir otro nuevo teatro, idea apoyada por el Parlamento de Baviera. En 1951 se levantaron voces críticas contra esa solución, encabezadas por los directores de orquesta Hans Knappertsbusch, Eugen Jochum y Fritz Rieger y con el apoyo de políticos locales y personalidades de la sociedad muniquesa. El Teatro Nacional no iba a ser demolido, tenía que ser reconstruido. Asi se creó en 1952 la sociedad Freunde des Nationaltheaters (Amigos del Teatro Nacional) para canalizar los esfuerzos dirigidos a la reconstrucción del Teatro.

Tómbolas, actos sociales o conciertos iban dirigidos a captar fondos para la reconstrucción. El Parlamento Bávaro era aún reticente. Uno de los actos más espectaculares fue el concierto, dedicado a valses vieneses, que se celebró en la Sala de Congresos del Museo Alemán  en 1955 (Deutsches Museum, el impresionante museo de la ciencia de Múnich). La Orquesta Estatal de Baviera actuó y Hans Knappertsbusch estaba al frente en aquel acto benéfico. Al acabar el viejo Knappertsbusch dijo estas palabras dirigidas al Parlamento: No voy a volver a dirigir en Múnich hasta que el Parlamento de Baviera decida la reconstucción del Teatro Nacional.




Más de doscientas mil firmas recogidas, por iniciativa del Süddeutsche Zeitung (Diario del Sur de Alemania, uno de los periódicos más importantes de Alemania, con sede en Múnich), para dar apoyo al proyecto de reconstrucción hicieron que éste pudiera salir adelante. Las obras de reconstrucción se iniciaron en 1958.

Durante el periodo de exilio forzoso de la Ópera de Baviera, Rudolf Kempe y Ferenc Fricsay se hicieron cargo de la dirección tras la etapa de Georg Solti. En 1959 fue Joseph Keilberth el encargado de dirigir la Ópera de Baviera. En 1963 concluyeron las obras de reconstrucción del Teatro Nacional, con una inversión de sesenta y dos millones de marcos.

El 21 de noviembre de 1963, se van a cumplir cincuenta años, se iba a celebrar la primera representación en el reconstruido teatro. Fue una función para un público invitado, en cartel La mujer sin sombra de Richard Strauss, a la batuta Joseph Keilberth.


Dos días más tarde, el 23 de noviembre de 1963 el Teatro Nacional abrió sus puertas al público en general. En cartel, como no podía ser de otra forma, Los maestros cantores de Núremberg de Richard Wagner. Keilberth volvió a dirigir, no quiso ceder la batuta a Knappertsbusch con el que no tenía una buena relación. Tras una maravillosa La mujer sin sombra, Los maestros cantores dirigidos por Keilberth no estuvieron a la misma altura. Una lástima que no los dirigiese Knappertsbusch. Existe grabación de estas dos representaciones en Deutsche Grammophon y Sony respectivamente.


En 1963 llegó el primer estreno del reconstruido Teatro Nacional, Los esponsales en Santo Domingo de Werner Egk. El 20 de julio de 1968 durante una representación de Tristan e Isolda de Wagner, Joseph Keilberth fallecía en el podio del Teatro Nacional de Múnich, como años antes le sucediera a Felix Mottl en el mismo escenario.

Joseph Keilberth (1908-1968)
Desde 1971 hasta 1992 el muniqués Wolfgang Sawallisch se hizo cargo de la dirección de la Ópera de Baviera. Entre los nuevos estrenos, Lear de Aribert Reimann (1978), Lou Salome de Giuseppe Sinopoli (1981) o Ubu Rex de Krzysztof Penderecki (1991). Bajo la dirección de Wolfgang Sawallisch se representó toda la obra escénica de Richard Wagner en el Año Wagner 1983. Sawallisch falleció en febrero de 2013.

Wolfgang Sawallisch (1923-2013)
Peter Schneider, Zubin Metha y Kent Nagano han dirigido la Ópera de Baviera desde 1993 hasta 2013. Desde este verano el nuevo director es Kirill Petrenko. Esta época ha marcado la apertura a las nuevas tecnologías multimedia y al intento de acercar la ópera a todos los públicos con los Live-streaming o las transmisiones en pantalla gigante en las jornadas Oper für alle (Ópera para todos).



"Boris Godunov" de Mussorgski. Oper für alle 2013
He hablado de los directores, una breve reseña a los intendentes, como Klaus Blacher, actualmente en el cargo, o algunos que han marcado una época como Sir Peter Jonas o August Everding.

En cuanto a los cantantes, la nómina es impresionante. Astrid Varnay, Martha Mödl, Ingrid Bjoner, Julia Varady, Lisa della Casa, Lucia Popp, Margaret Price, Marianne Schech, Anneliese Rothenberger, Brigitte Fassbänder, Waltraud Meier, Inge Borkh, Hans Hotter, Dietrich Fischer-Dieskau, Hermann Prey, Fritz Wunderlich, Gottlob Frick, Bernd Aldenhoff, Hans Hopf, Josef Metternich, Kurt Böhme, Kurt Moll y un largo etcétera. 

El 21 de noviembre de 2013 para celebrar los cincuenta años exactos de la reapertura del Teatro Nacional, se estrenará una nueva producción de La mujer sin sombra de Richard Strauss, aunque tendré que esperar al 7 de diciembre para poder verla.


Notas:


1. Con la excepción de Idomeneo de Mozart, sólo he hecho referencia a los estrenos que tuvieron lugar en el Teatro Nacional, por eso no aparecen obras importantes como Palestrina de Pfitzner estrenada en 1917 por la Ópera de Baviera, pero en el Teatro del Príncipe Regente.


2. Grabaciones:

Wagner: Tristan e Isolda. Waltraud Meier. Orquesta Estatal de Baviera. Director, Zubin Mehta. Dirección escénica Peter Konwitschny. Múnich, Teatro Nacional, 1999.

Wagner: Los maestros cantores de Núremberg. Ferdinand Frantz. Coro de la Ópera Estatal de Baviera. Orquesta Estatal de Baviera. Director, Hans Knappertsbuch. Múnich, Teatro del Príncipe Regente, 1955.

Wagner: Las hadas. Cheryl Studer, Jan-Hendrik Rootering. Orquesta Sinfónica de la Radiodifusión de Baviera. Director, Wolfgang Sawallisch. Múnich, 1983.

R. Strauss: Día de paz. Hildegard Hillebrecht. Orquesta Estatal de Baviera. Director, Joseph Keilberth. Múnich, Teatro del Príncipe Regente, 1960.

R. Strauss: Capriccio. Viorica Ursuleac. Georg Wieter. Orquesta Estatal de Baviera. Director, Clemens Krauss. Múnich, 1942.

J. Strauss, hijo: Cuentos de los bosques de Viena. Orquesta Estatal de Baviera. Director, Hans Knappertsbusch. Múnich, Sala de Congresos del Museo Alemán, 1955.

R. Strauss: La mujer sin sombra. Ingrid Bjoner, Inge Borkh, Martha Mödl, Jess Thomas, Dietrich Fischer-Dieskau, Hans Hotter. Coro de la Ópera Estatal de Baviera. Orquesta Estatal de Baviera. Director, Joseph Keilberth. Múnich, Teatro Nacional, 1963 (Función de reapertura).

Wagner: Los maestros cantores de Núremberg. Otto Wiener. Coro de la Ópera Estatal de Baviera. Orquesta Estatal de Baviera. Director, Joseph Keilberth. Múnich, Teatro Nacional, 1963 (Función de reapertura).

Wagner: El ocaso de los dioses. Nina Stemme, Orquesta Estatal de Baviera. Director, Kent Nagano. Múnich, Teatro Nacional, 2012 (Live-streaming, Ópera para todos).