martes, 17 de marzo de 2015

"Trauermusik"



En el mundo de la ópera ha habido siempre un momento que resultaba peliagudo en todas las representaciones, el cambio de escenario. Los compositores utilizaban generalmente piezas orquestales para amenizar las pausas, que en los teatros de los siglos XVIII y XIX podían prolongarse durante bastante tiempo. Esas músicas, los “intermedios” o “entreactos”, llegaron a hacerse célebres, incluso funcionando como piezas de concierto. Mención especial merecen los “entreactos” de Carmen de Georges Bizet que junto a otros momentos de la ópera forman sus dos célebres Suites.

La realidad es que esas pausas y esas músicas rompían la continuidad dramática. Con el desarrollo de la ópera del siglo XIX, los compositores empezaron a buscar otras soluciones que mantuviesen la tensión teatral. Fue un proceso paralelo a la disolución de los números tradicionales como el “recitativo, aria y cabaletta”, típico de ópera italiana de principios del XIX, que para que la soprano nos dijese que estaba enamorada del tenor, nos tenía quince minutos demostrando sus cualidades vocales con agudos y coloraturas imposibles.

Los dos grandes del XIX, Verdi y Wagner, se encargarán de que la ópera se convierta en otra cosa diferente a la que heredaron, cada uno por su camino. Con el tema de los interludios, nos vamos a quedar con el Maestro alemán, que fue el que más se ocupó de este tipo de recurso dramático.

Ya en el primerizo El holandés errante Wagner se imaginó una obra sin pausas, los cambios de acto tenían unas breves transiciones musicales que pasaban del material temático del acto que terminaba a introducir los temas musicales del acto que comenzaba, así el primer acto acaba con la canción de los marineros noruegos que se convierte en el tema de las hilanderas. En el segundo acto el tema final del terceto muta a la canción de los marineros con la que comenzará el acto tercero.

En Tannhäuser sólo hay un cambio de escena en medio de un acto, es el paso del Venusberg al Valle del Wartburg, es una transición rapidísima apoyada en la canción del pastorcillo. La marcha y posterior coro de los invitados del acto segundo sirve para que el escenario se vaya llenando de cantantes, no es un cambio de escena.

En Lohengrin aparece el primer gran cambio de escena en el transcurso de un acto que compone Wagner. Ya en el acto segundo nos anticipa un interludio con el amanecer entre la escena de la pareja de la oscuridad (Ortrud y Telramund) y la llegada del Heraldo. El verdadero cambio de escena se produce en el acto tercero, Elsa acaba de hacer la pregunta prohibida en la cámara nupcial, el innominado caballero mata a Telramund que le ataca a traición y pide a las doncellas de su esposa que la preparen porque va a dar respuesta a su pregunta. En ese momento y tomando la música del final de la cámara nupcial Wagner hace una transición con el amanecer como protagonista y las dianas que despiertan a los caballeros, para pasar progresivamente a una poderosa marcha que nos llevará a las riberas del Escalda.

En El oro del Rin, obra en un solo acto, Wagner nos deja tres transiciones espectaculares, desde las profundidades del Rin a las montañas, con el tema del Walhalla como protagonista y luego en el descenso y regreso del Nebelheim, cómo olvidar los dieciocho yunques sonando en lo que es la primera descripción musical de una producción en cadena.

La walkyria tiene una transición entre las montañas en las que se refugia Wotan de las iras de Fricka y el bosque por el que huyen Sieglinde y Siegmund. La transición se realiza sobre la música del anuncio de la muerte, que alcanzará al valiente welsungo al final de este acto.

Aquí quedará interrumpido El anillo del nibelungo. En Tristan e Isolda no hay ningún cambio de escena en el transcurso de un acto. El siguiente se produce en el tercer acto de Los maestros cantores de Núremberg, con el paso de la vivienda de Hans Sachs a la pradera del festival. Una fanfarria nos llevará al desfile de las corporaciones, en el ambiente más festivo compuesto por Wagner.

Retomada al fin la Tetralogía, Wagner compondrá la transición entre la escena de Siegfried con Wotan y la de la roca de Brünnhilde, como no podía ser de otro modo, con la música del fuego mágico en la que suena la alegre trompa de Siegfried.

Parece que Wagner estaba esperando a sus últimas obras para componer sus más célebres transiciones. En el postrero Parsifal, Wagner escribirá dos soberbias músicas de la transformación entre el claro al borde de un lago y el templo del Grial, en los actos primero y tercero. Las músicas se llaman así porque Wagner ideó que el cambio de escenario se hiciera a telón abierto. Ya lo dice Gurnemanz al empezar la del primer acto, aquí el tiempo se transforma en espacio.

En El ocaso de los dioses son tres los cambios de escena. En el prólogo, entre la escena de las Nornas y la roca de Brünnhilde suena el Amanecer y entre esta escena y el palacio de los gibichungos sonará el Viaje de Siegfried por el Rin, ambas se suelen interpretar juntas como brillantísima pieza de concierto.

Pero todo lo dicho hasta ahora sólo era la introducción para hablar de la más célebre de las músicas de transición wagnerianas, conocida, curiosamente, por el nombre que Wagner no le dio. Se trata de la impresionante Marcha Fúnebre de Siegfried, aunque su verdadero título es Trauermusik, o sea, Música Fúnebre.



"Muerte de Siegfried" ppr Howard Pyle (1899)



Estamos en el bosque, en la partida de caza organizada para asesinar a Siegfried, Hagen con un engaño le ataca a traición, suena la maldición del anillo. Siegfried en el último momento ha recuperado la memoria, canta su despedida a su verdadero amor, Brünnhilde, y cae muerto. Los hombres le llevan en cortejo fúnebre, la escena cambiará y al finalizar la música estaremos en el palacio de los gibichungos.

Escuchemos la Música Fúnebre de El ocaso de los dioses en la interpretación de Hans Knappertsbusch con la Orquesta Filarmónica de Viena, grabada en estudio en 1956 y veamos qué temas desarrolla Wagner en esta impresionante música.







Sombríos golpes de timbal, Siegfried ha muerto. Aparece el motivo de la muerte (0:20). Tras la introducción suena un tutti orquestal, un golpe (1:14) y comienza la verdadera música fúnebre. Van a desfilar todos los motivos importantes en la vida de Siegfried. El primero, en los metales, el de los welsungos, Siegfried es descendiente de ellos (1:30). El tema va creciendo, pese a los golpes que recuerdan el tema de la muerte. Hay un breve remanso lírico, las maderas y el arpa recuerdan los motivos del inicio de La walkyria, la música evoca a Sieglinde, la madre del héroe caído, y su diálogo con Siegmund, cuando éste le responde ya sabes mujer que pregunta porque no puedo llamarme Mensajero de la Paz. Se inicia una melodía sobre el tema de Nothung, la espada (3:05), que desemboca en el tema del Walhalla en un brillantísimo crescendo de la trompeta, al igual que ocurrió cuando Siegmund obtuvo la espada (3:37). No olvidemos que Siegfried es el nieto de Wotan. Nuevos golpes que nos recuerdan el motivo de la muerte para desembocar ya en el tema de Siegfried que toma el protagonismo (4:11). Al alcanzar el climax se une con el tema de la felicidad en la roca de Brünnhilde  (5:11). Comienza el diminuendo tras el climax orquestal, suena nuevamente el tema de Brünnhilde, el último recuerdo del héroe. Se ha cumplido su destino. Ya estamos en el palacio de los gibichungos (6:37). Suena una vez más la maldición del anillo (6:47). Sólo queda esperar a que Brünnhilde encienda la pira funeraria de Siegfried para que se consume el ocaso de los dioses. En todo este desfile de motivos, ni el anillo, ni el tesoro han tenido cabida, para Siegfried no eran importantes, sólo tengo mi vida y la gasto viviendo, dice a Gunther en el primer acto.


Cuando un escenógrafo con imaginación y sin ganas de poner el Walhalla en la Estación Espacial Internacional, no sé para qué daré ideas, se enfrenta a esta pieza, el resultado puede ser espectacular. Así ocurrió en el Anillo de Valencia, dirigido musicalmente por Zubin Mehta (2008-2009) y escénicamente por Carlus Padrissa con su grupo La fura dels Baus. Siegfried muere, los hombres lo cargan a hombros y se llevan el cadáver hacia el lateral del escenario. Cae un telón translúcido y en él se proyecta a la Orquesta dirigida por Zubin Mehta. Es una maniobra de distracción, ya que de repente ves pasar el cortejo fúnebre por medio del patio de butacas. Cuando suena el tema del Walhalla y se culmina el primer crescendo, los hombres alzan el cuerpo de Siegfried, consiguiendo un efecto dramático que hace que la sala casi suelte una exclamación. Los que hemos tenido la suerte de verlo en vivo quedamos fuertemente impresionados. Al llegar a casa después de esa representación de El ocaso de los dioses, me fui directo al ordenador, me conecté a internet y compré una entrada para la siguiente representación, pudiendo elegir una localidad por la que pasaba directamente el cortejo fúnebre.




La Marcha Fúnebre de Siegfried ha seguido impactando durante el siglo XX, buena prueba de ello es la utilización de la misma en la banda sonora de la película de John Boorman Excalibur (1981), que sigue impresionando en el momento en que el tema de Nothung-Walhalla suena emparentado con su prima Excalibur. Para finalizar, os dejo con el comienzo del film. Qué lo disfrutéis.




martes, 10 de marzo de 2015

El Señor de los Anillos

Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo.
Siete para los Señores Enanos en palacios de piedra.
Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.
Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro
en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.


J. R. R. Tolkien. El Señor de los Anillos





Esta entrada no va sobre Tolkien y su obra, ni tiene relación con las películas y su música. Esta entrada va de otra Tetralogía, anterior a la de Tolkien. Está entrada va de los tres anillos perdidos, va de las guerras de poder y las mentiras que fraguaron la grabación del Anillo Único, ese que más tarde se demostró que no era todo lo de oro macizo que se se pensaba.

Pero no adelantemos acontecimientos. Esta historia comienza en Viena en 1935. La discográfica EMI-ELECTROLA ha decido apostar muy fuerte e iniciar la grabación de una ópera de Wagner, y por la obra elegida, La walkyria, quién sabe si del Anillo completo.

El momento artístico no puede ser mejor, estamos en la Edad de Oro del canto wagneriano, el director elegido es Bruno Walter. Se graba el primer acto de La walkyiria, con la Filarmónica de Viena y un trío de excepción, Lotte Lehmann, Lauritz Melchior y Emanuel List. Se graba también parte del segundo acto, con Ella Flesch y Alfred Jerger, como Brünnhilde y Wotan.

La demora en grabar el resto del acto II hizo que llegase la anexión de Austria por la Alemania Nazi, Walter y List, judíos y Lehmann casada con un doctor judío emigraron a Estados Unidos, también se marchó Lauritz Melchior para convertirse en el tenor del Metropolitan de Nueva York. Pese a los problemas políticos, EMI terminó de grabar el segundo acto en Berlín, con la Staatsoper bajo la dirección de Bruno Seidler-Winkler y las voces Martha Fuchs y Margarete Klose como Brünnhilde y Fricka. Para el papel de Wotan se contó con un jovencísimo bajo-barítono de 29 años que ya había cantado el Caminante en los escenarios. Se llamaba Hans Hotter.

EMI llegó a distribuir la grabación pese al estallido de la guerra, pero si alguna vez hubo esperanzas de grabar el tercer acto, éstas acabaron con el tronar de los cañones.

El primer intento serio de grabación del Anillo había resultado fallido por la maldición de la guerra. ¿Sería verdad que este Anillo estaba maldito como los de Sauron y Alberich? No adelantemos acontecimientos, pero algo así parece que ocurría.



Primer Acto de La walkyria. Filarmónica de Viena dirigida por
 Bruno Walter, con Lotte Lehmann, Lauritz Melchior y Emanuel List



Bayreuth, 1951. La guerra ha finalizado. Europa comienza a recuperarse de la barbarie. El Festival de Bayreuth vuelve a abrir sus puertas después de la prohibición de las Autoridades Aliadas. En cartel Parsifal, Los maestros cantores de Núremberg y El anillo del nibelungo. EMI iba a grabar Maestros con Herbert von Karajan, DECCA Parsifal y Anillo con Hans Knappertsbusch. La tarde de la representación de Siegfried una tremenda tormenta cayó sobre Bayreuth, fallaron los equipos de grabación. Se había acabado el sueño de grabar el Anillo. Pese a todo DECCA decidió publicar El ocaso de los dioses. Casi con la edición terminada llegó el veto de EMI, Elisabeth Schwarzkopf, esposa del productor de EMI Walter Legge y con contrato con este sello, había cantado el papel de Woglinde, EMI no autorizó la publicación. La maldición del anillo golpeó dos veces el proyecto de DECCA. Este Ocaso fue publicado por primera vez en 1999, casi cincuenta años después de su grabación.

Viena, otoño de 1954. EMI vuelve a la carga. Prepara los estudios de grabación con la Orquesta Filarmónica de Viena. Para su segundo intento se insiste en La walkyria. El elenco es de lo mejor de la época, la segunda Edad de Oro del canto wagneriano. Leonie Rysanek y Ludwig Suthaus como pareja de welsungos, el noble Ferdinand Frantz canta un estupendo Wotan y la gran soprano dramática que ha triunfado en Bayreuth y ha asombrado a Europa, Martha Mödl, canta Brünnhilde. Para el podio EMI no ha dudado, Wilhelm Furtwängler. Se finaliza la grabación. Unos días más tarde, el 30 de noviembre fallece Wilhelm Furtwängler. La maldición del anillo continúa, más cruel que nunca.



Despedida de Wotan de La walkyria. Ferdinand Frantz, 
Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Wilhelm Furtwängler



Tres intentos de grabar el Anillo habían fracasado. DECCA iba a iniciar el cuarto. John Culshaw joven productor de DECCA, involucrado en el intento de grabación del Anillo de Bayreuth iba a protagonizar la aproximación definitiva. Esta vez el éxito iba a coronar el proyecto, aunque no iba a ser una empresa fácil.

Gracias a que Culshaw escribió en un libro Ring Resounding la aventura de la grabación de este Anillo, conocemos de primera mano los problemas que ocurrieron en esa grabación y las soluciones alcanzadas. Pero al quedar todo escrito, también conocemos las mentiras, o medias verdades, que son aún peores, que Culshaw utilizó para sacar adelante su proyecto.



John Culshaw (1924 - 1980)

Tras el fallido intento de Bayreuth en 1951, DECCA grabó el Anillo en 1955, en estéreo, con Joseph Keiberth, nunca se publicó. Hubo que esperar hasta el siglo XXI para saber que había en estas grabaciones. A Culshaw no le interesaba que se publicasen en ese momento, como tampoco El ocaso de los dioses dirigido por Knappertsbusch en 1951. Había problemas legales con EMI, pero se hubieran podido solucionar. Lo que es dudoso es que DECCA hubiera afrontado el proyecto, con un tremendo coste económico, de haberse publicado estas grabaciones. Culshaw que se va a convertir en el Smeagol de esta historia llegó a decir en su Ring Resounding que en el Ocaso de Knappertsbusch excepto Varnay, el resto del reparto dejaba bastante que desear (1).

Maurice A. Rosengarten el máximo responsable de DECCA había pensado en Knappertsbusch como el director de ese posible Anillo en estudio.  John Culshaw no quería a Knappertsbusch, su idea era el más joven e inexperto Georg Solti que, con el tiempo, se iba a convertir en un fabuloso director de orquesta, pero que en los años cincuenta aún no lo era. 

La lectura de las primeras páginas de Ring Resounding nos dan la clave de lo que Culshaw pretendía. Su principal preocupación eran los aspectos técnicos, el intentar reproducir con el nuevo sistema estéreo un ambiente que no se podía conseguir en muchos teatros. Lo artístico era importante, pero no tanto como lo técnico. Culshaw sabía que con Knappertsbusch iba a tener problemas, al viejo Kna le preocupaba poco la técnica, para él lo importante era la música.

Sir Georg Solti (1912 - 1997)




En 1957 se decidió grabar unos discos en Viena, con la Filarmónica, con el primer y el tercer acto de La walkyria y con el Anuncio de la muerte del segundo acto para completar uno de los álbumes. Knappertsbusch dirigió el primer acto, Solti el resto. Los solistas principales fueron Kirsten Flagstad y Set Svanholm.

No sé qué se pretendía comprobar con estas grabaciones, pero si era averiguar qué director era más adecuado, el resultado no pudo ser más paradójico.

Escuchemos primero el Anuncio de la muerte dirigido por Solti. Sonido acerado, violento, frío. El estilo del Solti de esos años cuando se enfrentaba a Wagner. Estilo que persiste en el bastante fallido Tristan e Isolda que Solti grabó en 1961.









Ahora es el turno de Knappertsbusch desde el Winterstürme hasta el final del acto. Que Flagstad y Svanholm están algo talluditos. Es cierto, aunque quien tuvo... Pero lo importante es Knappertsbusch. ¡Qué cambio de sonido! ¡Cómo suena la Filarmónica de Viena! Parece otra orquesta. Sígase sólo el acompañamiento orquestal en el Winterstürme. Un sonido rico, denso y a la vez delicado. Opulencia sonora que no abunda en este mundo.



El resultado de la prueba, el Anillo fue encargado a Solti. Culshaw había conseguido su tesoro. De Knappertsbusch y este disco se limitó a decir en su libro, que Kna era capaz de contar los chistes verdes más divertidos del mundo y que todo el mundo le quería. Además aprovechó para comentar la broma que hizo Knappertsbusch sobre las sesiones de grabación para reforzar su argumento. Knapperstbusch al enterarse que disponían de tres horas para grabar sesenta minutos preguntó qué iban a hacer el resto del tiempo. Culshaw contestó que algo harían si los cantantes no estaban cansados. Kna miró a Flagstad y dijo ¿cansada? ¡Pero si parece un acorazado!(2) De esta forma quedaba patente el desinterés de Knappertsbusch por los aspectos técnicos. ¡Qué importaban los artísticos!

Pero la grabación de este Anillo no iba a ser fácil. Se comenzó por El oro del Rin. La grabación acusa el estilo del Solti de esos años, aunque en el Oro ese estilo es más adecuado que en Tristan que vino a continuación.

La verdad en que nada más nacer el proyecto, la maldición del anillo volvió a sobrevolar. Se grabó este Tristan y además se grabó para RCA, sello que distrribuía DECCA en Europa una Walkyria con Birgit Nilsson, Jon Vickers, Gré Browenstijn y George London, bajo la dirección de Erich Leinsdorf. El mercado americano ansíaba esta obra con Vickers y Nilsson que habían hecho furor en el MET.

El proyecto se retomó cuatro años más tarde. Para no saturar el mercado no se eligió La walkyria, sino Siegfried. Y aquí volvieron los problemas. Según Culshaw, ninguno de los tenores en activo en ese papel era convincente, había que buscar un nuevo tenor, y de paso, manchar un poco el nombre de Wolfgang Windgassen, que en este tiempo, ya veterano tenía bastantes defectos en sus actuaciones, sólo audibles por John Culshaw, claro.

Se encontró el tenor, del que nunca se dijo el nombre, pues el buen hombre nunca consiguió aprender la temible parte de Siegfried (3). El proyecto estaba nuevamente en peligro, la maldición volvía a aparecer. Sólo había dos opciones, o cancelar la grabación o dirigirse a Windgassen. 

John Culshaw se dirigió a Wolfgang Windgassen que se encontraba en Viena. Windgassen le recibió y se comportó como un caballero. No puso en aprietos a Culshaw, que casi sufre un ataque al ver cómo estaba de llena la agenda del tenor. Al final se encontraron las fechas. Pero no todo iba a ser tan fácil. El agente de Windgassen no iba a ser tan comprensivo. Puso unas exigencias casi imposibles. La mañana fijada para la grabación, estaba la Orquesta Filarmónica de Viena con Solti en el podio, Hans Hotter, como el Caminante. Todos esperaban para que Windgassen apareciera y comenzar la grabación. Al otro lado del cristal del estudio de grabación John Culshaw con Windgassen. Culshaw al teléfono con el agente del tenor. Además se produjo la llamada de Maurice A. Rosengarten el mandamás de DECCA. La tensión iba en aumento. Hasta que Windgassen zanjó el tema y salvó la grabación. ¡Al diablo con esto! ¡Yo salgo ahí a cantar! exclamó (4).

Se consiguió grabar Siegfried y Windgassen cantó también en El ocaso de los dioses. La pausa de cuatro años había venido bien a Georg Solti. Su estilo había mejorado muchísimo y estas dos jornadas del Anillo habían resultado magníficas.

Cuando se estaba preparando la grabación de La walkyria se conoció la noticia. Hans Knappertsbusch acababa de fallecer. El que posiblemente sea el mejor director wagneriano del siglo XX no había dejado testimonio grabado de su Anillo.

Se finalizó la grabación de La walkyria, nuevamente magnífica. John Culshaw ya tenía su tesoro. Poco importaba que nombres tan importantes como Knappertsbusch o Varnay, y casi Windgassen y Hotter, se hubieran quedado por el camino. El Anillo había sido forjado.



Escena final del Anillo con todos los medios técnicos utilizados
por John Culshaw y DECCA

Nada más terminar DECCA su grabación, DEUTSCHE GRAMMOPHON realizó la suya. Herbert von Karajan y la Orquesta Filarmónica de Berlín protagonizaban la segunda grabación en estudio de El anillo del nibelungo.

También DEUTSCHE GRAMMOPHON había realizado una grabación en vivo. Era el Anillo bayreuthiano de Karl Böhm en la producción de Wieland Wagner. Las excelentes relaciones del sello amarillo con PHILIPS hicieron que este Anillo apareciese en la colección sobre Bayreuth del sello holandés.

En 1973 se disponía de tres Anillos completos, no hacía falta nada más. Sin embargo, los más viejos del lugar comentaban que ninguno de ellos era el auténtico. Se esperaba todavía al Señor de los Anillos.

EMI que había iniciado dos veces el proyecto de grabación de la ambiciosa obra se encontraba compuesta y sin Anillo, hasta que en 1973 consiguió publicar el que había grabado Wilhelm Furtwängler con la RAI de Roma en 1953. Que orquesta y sonido no podían competir con los otros tres Anillos, es cierto. Pero ahí estaba Furtwängler, para atestiguar que a lo mejor, las cosas no eran cómo nos las habían contado.

En 1975, en pleno inició del fenómeno del disco privado, comenzaron a aparecer diferentes versiones históricas de ópera. Entre ellas, el sello FONIT-CETRA había resucitado una grabación de Bayreuth con el Anillo grabada en 1957. Su director era Hans Knappertsbusch. El descubrimiento fue un cataclismo en la valoración de los Anillos. Este documento, pese al sonido algo pirata y al fallo de la toma en la Canción de la forja de Siegfried superaba a todas las grabaciones existentes.

Escuchemos un poco cómo sonaba el inicio del segundo acto de La walkyria en esta primera edición.



Pero claro, estos discos eran difíciles de conseguir, caros y con un sonido fluctuante. La verdad estaba ahí, pero ni era fácilmente accesible.

Poco después apareció el Anillo dirigido en 1958 por Hans Knappertsbusch, también en Bayreuth. Con la llegada del disco compacto fue transferido este último, pero su sonido aún dejaba bastante que desear.



Hans Knappertsbusch (1888 - 1965)

Era diciembre de 1996, me encontraba haciendo un curso en Madrid. Al finalizar una tarde, me dirigí a esos grandes almacenes de nombre británico que están en el Paseo de la Castellana, junto al antiguo rascacielos Windsor que fue pasto de las llamas hace unos años. En la, entonces, enorme sección de discos clásicos, pasando por la zona de la letra W, un Anillo "saltó" a mis manos. Porque todo el mundo sabe que el verdadero Anillo elige con quién quiere ir. Una caja negra, editada por un sello desconocido para mi, GOLDEN MELODRAM, la caja decía que era un Anillo de Bayreuth de 1956 dirigido por Hans Knappertsbusch. Pero no podía ser, eso no existía. Había leído algo sobre un magnífico Ocaso dirigido por Knappertsbusch en 1956, pero no existía el Anillo completo. 

Al final no dudé, me lo llevé. No pude oír nada hasta dos larguísimos días más tarde. En el libreto se hablaba de un inédito con el sonido restaurado. Cuando lo puse en el equipo de música sabía que lo había encontrado, era el verdadero Anillo. Unos días más tarde llegó a casa el boletín de la ya desaparecida DIVERDI, se comentaba esta grabación. Ángel-Fernando Mayo titulaba así su reseña: El Anillo del milagro.

GOLDEN MELODRAM iba a reeditar con excelente sonido los Anillos de 1957 y 1958. La cosa se puso complicada. Cuál era el mejor. La realidad es que los tres, y si me dejáis hacer una trampa, Oro 1957, Walkyria 1958, Siegfried y Ocaso 1956. Pero lo que al comenzar el siglo XXI ya estaba claro es que Señor de los Anillos era sólo uno y se llamaba Hans Knappertsbusch.

Para acabar de quitar las dudas, para el que sólo quiera, o pueda, tener uno de los tres, el sello muniqués ORFEO D'OR ha reeeditado el Anillo de 1956 con las cintas originales de la Radio de Baviera, mejorando el excelente trabajo de GOLDEN MELODRAM, yo no me lo pensaría.

Describir lo que tienen estos tres Anillos es una tarea que excede las pretensiones de esta entrada, ya demasiado larga, así que lo dejaremos para otra ocasión. Pero antes de despedirme, creo que vale la pena recordar algunas escenas de esta joya de 1956, esta vez si que de auténtico oro macizo.




El oro del Rin: Preludio







El oro del Rin: Descenso al Nebelheim





La walkyria: "Mi padre me prometió una espada". Wolfgang Windgassen





La Walkyria: Despedida de Wotan.  Hans Hotter




Siegfried: Preludio acto I




El ocaso de los dioses: Inmolación (frag.). Astrid Varnay






NOTAS


(1) John Culshaw. Ring Resounding, Random House, Ed. Digital. Página 31
(2) John Culshaw. Op. cit. Página 70
(3) Aunque nadie dice el nombre del tenor incapaz de aprender Siegfried se sospecha que era Ernst Kozub
(4) John Culshaw. Op. cit. Página 147