miércoles, 10 de junio de 2015

"¡Sólo las representaciones mediocres pueden salvarme!"

"¡Querida! ¡Este Tristán va a ser terrible! ¡Ese último acto! Temo que prohíban la ópera, salvo que sea parodiada por una mala representación. ¡Sólo las representaciones mediocres pueden salvarme! Las buenas podrían volver loca a la gente.”

R.W. Venecia, 9 de marzo de 1859


La historia


Richard Wagner ha dejado Dresde. Su participación en las revueltas de la primavera de 1849 le han obligado a abandonar suelo alemán. Exiliado en Suiza se traslada a vivir a Zúrich. Ha trabajado mucho en la que será su obra más ambiciosa, El anillo del nibelungo. En 1852 conoce a un rico comerciante, Otto Wesendonck, que pondrá a su disposición una casa en los terrenos en los que esta construyendo la villa que corresponde a su nivel social. Wagner se trasladará con Minna, su mujer, a esta casita, que bautizará como El asilo

En estos años Wagner recibirá una de las influencias filosóficas más importantes de su vida. Conocerá y estudiará la obra de Arthur Schopenhauer, especialmente El mundo como voluntad y representación. Wagner ha finalizado la parttitura de El oro del Rin y de La walkyria. En el final del segundo acto de Siegfried desiste. Quién sabe cuando podrá estrenarse una obra tan ambiciosa. Wagner no ve el momento. Estamos en 1857. 

Pero, al margen del cansancio que pudiera sentir Wagner por el Anillo en esos momentos, hay otra razón que ocupa toda su atención. Había estado trabajando en dramatizar la historia trágica de los dos amantes Tristan e Isolda, basándose fundamentalmente en la narración de Gottfried von Strassburg. Pero hay un detalle que no he contado, Otto Wesendonck, el amigo de Wagner, tenía una joven y hermosa mujer, Mathilde.



Mathilde Wesendonk en 1850. Retrato de Karl Ferdinand Sohn
Quizá esto sea lo único que pueda explicar el cambio que se produjo en un Wagner de 44 años. Un anténtico maestro de la composición que en estos momentos ya había concluido partituras tan complejas como El oro del Rin y La walkyria, aunque aún no se hayan estrenado. Tristan será otra cosa, ni antes, ni después compondrá algo como Tristan. Ni antes, ni después, nadie ha compuesto nada como Tristan.

No será hasta el 20 de agosto de 1857 cuando Wagner se decida en serio a componer Tristan e Isolda. Lo primero, escribir el libreto, tarea nada fácil. Para poner en música todos los episodios de la narración de Gottfried von Strassburg, se necesitaría otra tetralogía. Aquí aparece una de las genialidades de Wagner, consigue resumir un texto complejísimo quedándose con lo esencial. 

El 18 de septiembre, Wagner ha acabado el poema, porque Tristan tiene poema, no libreto. Porque Tristan es una acción dramática, no es una ópera.  

Por esos días Wagner había recibido la visita de Hans von Bülow, prometedor músico berlinés en viaje de novios con su esposa, Cosima, la hija de Franz Liszt. Una tarde Wagner decidió leer el poema a sus amigos, entre la audiencia, Minna Wagner, Mathilde Wesendonck y Cosima von Bülow, Las mujeres de Wagner, pasado, presente y futuro.

Wagner comenzó a trabajar en la partitura en octubre, pero interrumpió el trabajo para poner en música los textos de otro poeta. Caso único tratándose del Wagner de madurez. Pero claro, el poeta, más bien poetisa, no era otra que Mathilde Wesendonck. Wagner compuso un ciclo de lieder, cuyo título, Fünf Gedichte für Frauenstimme und Klavier (Cinco canciones para voz femenina y piano), no conoce nadie. Estos lieder han pasado a la historia como los Wesendonck-Lieder.

¿Qué tienen de especial estas canciones? Además de ser un hermoso ciclo, la tercera y quinta canción llevan esta anotación en la partitura Studie zu "Tristan und Isolde" (Estudio para "Tristan e Isolda"). El tercer lied Im Treibhaus (En el invernadero) utiliza la melodía con la que Wagner compondrá el preludio del tercer acto. Escuchémoslo en la versión de la Isolde con mayúsculas, Kirsten Flagstad, acompañada por Gerald Moore en 1948.




La quinta canción Träume (Sueños), nos muestra el onírico inicio de la segunda parte del dúo de amor del segundo acto, en el que tras el reencuentro apasionado de los amantes y algún que otro reproche la música, entre crecendos increíbles, nos ha llevado a otro mundo. Ahora Wagner hace descender sobre los protagonistas la noche de amor. Para qué cambiar, si tenemos a la mejor. Kirsten Flagstad y Gerald Moore en grabación de 1948 nos regalan este sueño.




La composición avanza. A principios de 1858 está concluido el primer acto. Wagner se lo dedica a Mathilde, provocando el enfado de Otto Wesendonck. El 7 de abril de 1858 estalla la crisis. Minna ha interceptado una carta dirigida por Wagner a Mathilde. La despedida que Richard ha escrito no deja lugar a ninguna duda: Toma toda mi alma como saludo matutino.

Minna se encaró con Mathilde, los Wesendonck marcharon a Italia hasta que la situación se tranquilizase. Minna se fue a tomar las aguas. Wagner se quedó solo en Zúrich componiendo Tristan. El odioso día con su luz cegadora había llegado y había separado para siempre a los amantes.

Wagner marchó a Venecia. Se hospedó en el Palazzo Giustiniani. El segundo acto avanzaba. Quedó terminado ese mismo año. Richard comenzó con el tercer acto, el acto en que se consuma la tragedia. El compositor era consciente de que estaba escribiendo una obra diferente a todo lo anterior y se lo expresó a Mathilde en la carta con la que se abre la entrada. Wagner temía que la ópera fuera prohibida, pues una buena representación desataría la locura.

Pero la situación en Venecia se estaba empezando a complicar para Wagner. En 1859 Venecia se encontraba bajo dominio austriaco y para la policia austriaca Wagner seguía siendo un peligroso revolucionario que había escapado a la justicia tras su participación en las revueltas de Dresde. El Archiduque Maximiliano, gobernador de Lombardía y el Véneto intervino para que dejaran tranquilo al solitario. Pero Garibaldi y el Conde de Cavour, en su campaña de la Unificación de Italia convierieron Venecia en posible campo de batalla.

Con estas perspectivas, Wagner abandona la ciudad en marzo de 1859, su destino será Suiza, pero no volverá a Zúrich, su camino le llevará a Lucerna, donde dará fin a la obra el 6 de agosto de 1859.

La obra está terminada, pero se presenta un grave problema. Dónde va a ser representada. Qué teatro tiene la capacidad de representar una obra que va a cambiar la historia de la música.

Wagner se encamina con Minna a París, donde encontrará la protección de la Princesa Paulina de Metternich, pero sigue sin conseguir que la Ópera de París se interese por la nueva partitura.

En 1860 tiene lugar la primera interpretación concertante del Preludio de Tristan e Isolda. El público rechazará mayoritariamente la obra. La única buena noticia del año es la concesión de la amnistia parcial que permite a Wagner volver a los Estados Alemanes excepto al Reino de Sajonia.

París tenderá la mano a Wagner, pero no con Tristan e Isolda, su interés es Tannhäuser. Wagner revisará la partitura para incluir un ballet, obligatorio en la Ópera de París, y se traducirá la obra al francés. Junto al ballet, recompondrá toda la primera escena en el estilo de Tristan. La escena es magnífica, pero poco tiene que ver con el resto de la obra. El error de Wagner fue componer el ballet en el acto I. Los caballeros del Jockey Club, que acudían tarde a las representaciones para ver el ballet y de paso las piernas a las bailarinas, muchas de ellas amantes de los caballeros, se dedicaron a reventar las representaciones al no poder ver el ballet que transcurre al principio de la obra. El 13 de marzo de 1861, con uno de los mayores escándalos de la historia de la ópera se cerraron definitvamente para Wagner las puertas de Paris.

De Paris nuestro músico errante se dirige a Karlsruhe en 1862. Tampoco conseguirá estrenar allí la obra. En Wiesbaden Wagner se encontrará con el tenor Ludwig Schnorr von Carosfeld, que cantará unos pasajes de Tristan acompañado por Wagner al piano. Wagner quedará gratamente impresionado.

De Dresde llega la noticia de la amnistía total para Richard Wagner, por fin el compositor puede volver a su patria tras once años de exilio. Por ese tiempo se produce la ruptura definitiva entre Richard y Minna.

Wagner con problemas económicos decide componer una ópera fácil que pueda ser estrenada con facilidad en cualquier teatro. Propone a su editor Schott el tema de Los maestros cantores de Núremberg y recibe un anticipo por los derechos de autor.

Viena y su Ópera de la Corte son la próxima etapa de nuestro músico errante. Por fin un gran teatro se interesa por Tristan e Isolda. Además Wagner viaja por media Europa dando conciertos con un éxito artístico importante y unos resultados económicos exiguos. El 28 de noviembre en Berlín en una visita a los von Bülow, Wagner y Cósima se declaran su amor.

Wagner trabaja en Viena para el estreno de Tristan. En 1863 y tras setenta y siete ensayos la obra es cancelada y clasificada como inejecutable. Las deudas de Wagner han ido creciendo en la capital del Imperio Austro-Húngaro, la cancelación de Tristan hace que Wagner tenga que escapar de Viena por miedo a ser encarcelado por deudas a principios de 1864.

Sigue la vida errante de nuestro compositor, con una ópera irrepresentable y sin dinero. Alojándose en hoteles baratos Wagner se mueve de un lado a otro. Mayo de 1864, Wagner se encuentra en el modesto Hotel Marquardt de Stuttgart cuando recibe un mensaje de Franz Seraph von Pfistermeister que quiere entrevistarse con él. Receloso por si viene a buscarle la policía Richard recibe al misterioso personaje, Secretario del Rey de Baviera, Luis II. Los problemas para Wagner han terminado, el Rey le quiere a su lado.

El Rey Luis II y Wagner se encuentran el 4 de mayo de 1864 por primera vez. El Rey paga las deudas de Wagner para que pueda dedicarse a trabajar si preocuparse por el dinero. Para Wagner lo prioritario es estrenar Tristan, el Rey pone a su disposición el Teatro de la Corte, actual Nationaltheater.


Rey Luis II de Baviera en 1865


Wagner llamó a von Bülow para trabajar en el estreno de Tristán. El músico berlinés había estudiado durante seis años la partitura y era el que mejor la conocía, después de su creador, claro.

Tras varios meses de duro trabajo con la orquesta y después de encontrar la pareja que pudiera representar los difíciles papeles, Ludwig Schnorr vor Carosfeld y su esposa Malwine, Tristan e Isolda subió al escenario del Teatro de la Corte de Múnich, el 10 de junio de 1865. Von Bülow, que se sabía traicionado por su mujer y su maestro, en abril había nacido Isolde, hija de Cosima y Richard, hizo una creación de la obra.



Malwine y Ludwig Schnorr von Carosfeld, los primeros "Tristan e Isolda"


El éxito fue importante, pero las alabanzas no fueron unánimes. La critica conservadora, con Eduard Hanslick a la cabeza atacó la obra. Un grito en tres actos llegó a escribirse. Sin embargo, para parte de la sociedad musical quedó claro que se había asistido a algo nuevo, algo que era capaz de cambiar la historia de la música.

Hans von Bülow en 1884


La dicha no iba a ser completa, Wagner abandonó Múnich poco después a causa de las intrigas palaciegas y de una sociedad conservadora que no entendía cómo Wagner vivía con la esposa del director von Bülow. Pero Wagner volvería, para seguir triunfando, primero en Múnich y después en una pequeña localidad de Franconia, al norte del Reino de Baviera, Bayreuth.



 


La obra

Después de conocer la historia de la creación de Tristan e Isolda con todos sus avatares, toca ahora hablar de su música. Lo más sensato, sería poner un enlace con una buena grabación completa y dejarlo aquí, porque describir musicalmente la obra es una tarea tan imposible como inútil. Ya los musicólogos no se ponen de acuerdo en la definición del llamado acorde de Tristan en el segundo compás de la obra.

La realidad es que Wagner en Tristan, sin inventar nada que no se hubiera hecho con anterioridad, nos lleva con esta obra a los límites de la música tonal. El sistemático empleo de la escala cromática hace casi imposible saber en que tonalidad nos movemos. Es como si quisiera decir a los músicos que iban a venir más tarde, ahí hay un nuevo camino, podéis seguirlo si queréis, yo no lo voy a hacer.

Dicho esto, me voy a dedicar a comentar varios momentos clave de la obra, algunos que son nuevos, en su configuración, en el desarrollo dramático del teatro musical.

Comencemos con el Preludio, que escucharemos en interpretación de la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Christian Thielemann.

Wagner no llama Vorspiel (Preludio) al número orquestal que abre la obra. Lo llama simplemente Einleitung (Introducción). Esto no es un preludio al uso sobre un tema de la obra, ni una obertura que resume la pieza. Se inicia con el acorde de Tristan, que se repite dos veces, para en un golpe de la cuerda iniciar el desarrollo temático con temas de la obra, aparece el anhelo, pero cambia enseguida, los temas no duran en el preludio, está en constante evolución, aunque es sobre el tema del anhelo en el que edifica Wagner buena parte del desarrollo. Temas del acto primero y la muerte de Tristan van desfilando por esta introducción que culmina con un climax con la trompeta como protagonista. para ir disminuyendo sobre el acorde de Tristan y el anhelo y llegar a un tema que evoca la vida en el mar. Se ha acabado la introducción, estamos en un navío medieval en alta mar.



Wagner inicia la acción de una manera extraña. Un tenor lírico cantando casi sin acompañamiento una cancioncilla, En la canción hace referencia a que el viento del oeste les llevará a tierra, pero de paso habla de la niña irlandesa y si se pregunta si son sus suspiros los que hinchan las velas.

La reacción de Isolda no se hace esperar, ¿Quién osa escarnecerme?- grita. Su doncella Barngäne le explica que están acabando su travesía, y que hoy mismo divisaran las verdes playas de Cornualles. Isolda responde, ni hoy ni nunca desembarcará en Cornualles. El marinero repite su canción, e Isolda comenta críptica, que su elegido tiene la cabeza consagrada a la muerte y el corazón consagrado a la muerte. Enseguida pregunta a Brangäne por el siervo. Brangäne se extraña al ver que se refiere a Tristan, el héroe de los héroes. Después manda a Brangäne a buscar a Tristan, si no quiere venir, tiene una orden para él, la de temer a su señora, Isolda.

¿Qué ha pasado aquí? Si no sabemos la historia de Tristan e Isolda, hemos visto hasta aquí que Isolda viaja para ser desposada por Marke, Rey de Cornualles y tío de Tristan, pero no sabemos qué hace que tenga ese resentimiento hacía Tristan. No sabemos qué ha hecho Tristan, pero Wagner nos ha puesto en tensión, la protagonista del drama tiene una tremenda sed de venganza.

Escuchemos esta escena en la versión de Wilhelm Furtwängler dirigiendo a la Orquesta Philharmonia con las voces de Kirsten Flagstad, Isolde, Blanche Thebom y Rhoderick Davies, un joven marinero.




Brangäne se acerca a un nervioso Tristan que declina con excusas acudir frente a Isolde, cuando la dama de Isolda le exige temer a su señora salta Kurwenal, el fiel escudero de Tristan y contesta con una canción burlesca. Hacen falta mil Isoldes para asustar a Tristan, que acabó con el gigante irlandés Morold en un duelo, Cornualles debía pagar tributo a Irlanda, hasta que Tristan mató al irlandés, ahora su cabeza cuelga en Irlanda, ese es el tributo que pagó Cornualles. Brangäne se va avergonzada, pero seguimos sin saber qué ha pasado entre Tristan e Isolda para que haya esa tensión y ese odio.

Para que nos enteremos Wagner va a introducir una novedad en el desarrollo dramático. La acción de la leyenda de Tristan e Isolda es imposilble de llevar a la ópera si no se hace una importante labor de sístesis. Pero además, hay que contar acontecimientos pasados. Esto se ha hecho siempre en la ópera. Recordemos por ejemplo el aria de Florestan en el Fidelio de Beethoven, ahí nos enteramos que está en prisión por intentar revelar la verdad. Pero aquí hay que contar mucho más y Wagner lo hace con un recurso que aparece en La walkyria, en el monólogo de Wotan, aunque sin tanto impacto dramático. Claro, el público no conocía La walkyria, pese a estar compuesta antes que Tristan, no se estrenaría hasta 1870.

Para explicar el recurso dramático que usa Wagner, nos vamos al cine, a uno de los grandes clásicos, Casablanca de Michael Curtiz. En la película hemos visto que un cínico Rick, Humphrey Bogart, ha quedado tocado por la aparición de una deslumbrante Ilse, Ingrid Bergman, con una cancioncilla como protagonista. No sabemos que ha pasado, pero esa canción tocada por Sam al piano ha desencadenado la furia de Rick. Esa noche, entre botellas de bourbon. nos vamos a enterar. Así lo resuelve Michael Curtiz.



Cuando Rick pide a Sam que toque As times goes by, comienza al piano, enseguida le acompaña la orquesta, cambia la imagen y estamos en París, una vieja conocida, La marsellesa, nos lo confirma.

Wagner va a hacer exactamente lo mismo. Explica Brangäne lo que ha pasado con Tristan y Kurwenal, e Isolda comienza un monólogo, Como se ríen cantándome canciones. Nos enteramos que Morold el gigante irlandés era el prometido de Isolde, Tristán le venció en duelo, una esquirla de la espada de Tristan quedó en su cabeza, que los ingleses mandaron a Irlanda como pago del tributo. Tristan quedó gravemente herido. Sin esperanza en la curación, sabía que la princesa irlandesa Isolda conocía todas las artes de la curación. Se embarcó solo en una barquilla que embarrancó en las playas irlandesas. Allí le encontraron y le llevaron ante Isolde que aplicó toda su sabiduría. Cuando pudo hablar, Tristan se presentó como Tantris. Pero Isolde vio la espada que llevaba el extranjero. Tenía una muesca, en la que encajaba exactamente la esquirla que Isolda extrajo de la cabeza de su prometido. Sedienta de venganza levantó la espada y fue a matar a Tristan, pero sus ojos se cruzaron, con la mirada que describe el acorde de Tristan, esa mirada hizo que Isolda dejase caer la espada. Tristan recuperó las fuerzas. Se deshizo en agradecimientos. Ambos estaban enamorados. Pero Tristan volvió a Irlanda, como orgulloso vencedor para reclamar la mano de Isolda para su tío el Rey Marke de Cornualles. Isolda concluye con la maldición al traidor Tristan - ¡Venganza! ¡Muerte! ¡Muerte para los dos!

Ahora ya sabemos y entendemos el enfado de Isolda. Nina Stemme, Isolda y Katarina Karneus, Brangäna interpretan la escena de la maldición con la Orquesta Filarmónica de Londres dirigida por Jiri Belohlavek.





Isolda sabe que Tristan acudirá antes de llegar a tierra. Ha aprendido de su madre todos los secretos de las pociones y filtros y siempre los lleva consigo. Le pide a Brangäne que prepare uno para Tristan y para ella. Brangäne pregunta qué filtro debe preparar y la respuesta la deja helada, el filtro de la muerte. De nada sirven las protestas y los ruegos de Brangäne, Isolda ha decidido envenenar a Tristan y suicidarse con él.

Tras unos instantes de nerviosa espera llega Tristan y comienza uno de los dúos más tensos de la historia del teatro musical. Reproches, explicaciones poco convincentes, frialdad por parte de Tristan que al final da su espada a Isolda recomendándole que esta vez no le tiemble la mano. Los gritos de la marinería rompen la tensión y devuelven a la pareja a la realidad. Isolda ofrece la reconciliación a Tristan y pide que brinden por ella. Tristan sospecha las intenciones de Isolda, sabe que no va a llegar vivo a Cornualles. Toma la copa que le ofrece Isolda y aludiendo a que conoce las artes de la princesa irlandesa bebe sin dudar el filtro del olvido. Isolda le arrebata la copa, la mitad es suya y juntos quedan esperando que llegue el olvido en forma de muerte.

Johanna Meier, Isolde, Hanna Schwarz, Brangäne, René Kollo, Trsitan y Hermann Becht, Kurwenal con la Orquesta del Festival de Bayreuth (1983) bajo la dirección de Daniel Baremboim y escenografía de Jean-Pierre Ponelle nos sirven la escena hasta el final del acto.



Tristan e Isolde esperan la muerte, pero esta no llega. Suena el acorde de Tristan, la mirada. Entonces reconocen su amor, Se inicia un apasionado dúo de amor, mientras Banrgäne se lamenta. Se oye a los marineros gritar salves al Rey Marke. Kurwenal se acerca a Trsitan para anunciarle la llegada del Rey. -¿Qué Rey?- pregunta un Tristan fuera de si. Isolde pregunta a Brangäne qué filtro les ha puesto, y la doncella confiesa, el filtro de amor. Brangäne y Kurwenal separan a los amantes, el Rey va a subir a bordo. Los marineros gritan -¡Viva Cornualles!- y finaliza el acto primero.

Brangäne ha cambiado el filtro, causante en algunas narraciones del mito del amor entre Tristan e Isolda, aquí sólo es el agente necesario, ambos se amaban ya hace tiempo, sólo las convenciones les habían separado, ahora ya están preparados para unirse para siempre.




Un breve preludio nocturno nos introduce en el acto II. Se oyen las trompas de caza a lo lejos. Se ha organizado una partida nocturna, los hombres se alejan, cuando estén bastante lejos Isolda hará la señal, apagará la antorcha y Tristan vendrá a su encuentro. Brangäne recela, se ha organizado todo con demasiada celeridad, piensa que pueda ser una trampa. Isolde no hace caso, apaga la antorcha y comienza el más bello y apasionado dúo de amor de la historia de la ópera.

Reproches, recuerdos, pasión, oleadas orquestales, todo en este apasionado arranque, que en las grabaciones históricas se ve gravemente mutilado, para no fatigar en exceso a Tristan y que pueda llegar en condiciones al acto III. Aquí va a aparecer ya otro elemento clave, la noche. La noche que es la verdad, cuando los dos amantes pueden encontrarse. El día con su luz es la falsedad, es donde todos aparentan ser lo que realmente no son.

Nuevamente Daniel Barenboim, Johanna Meier y René Kollo en Bayreuth (1983) nos sirven el inicio del dúo de amor.



Acabada la primera parte del dúo y con los amantes un poco más sosegados comienza la segunda parte. El verdadero dúo de amor. Si pensábamos que Wagner no podía componer algo mejor que lo que hemos escuchado hasta ahora, estábamos muy equivocados. Comienza la Liebesnacht (noche de amor) y Wagner recurre al último de los Wesendonck-Lieder, Träume (Sueños), la noche ha caído sobre los amantes: Oh Ciérnete sobre nosotros noche de amor / dame el olvido, para que yo viva; / acógeme en tu seno, / ¡libérame del mundo!

Los amantes sólo saldrán del éxtasis cuando escuchen la advertencia de Brangäne desde la atalaya, la noche se está acabando, ya se acerca el día. Después de la advertencia, se inicia un diálogo poético que es metafísica pura. Al final toman conciencia de que ya sólo son una misma esencia, no existen ya Tristan e Isolda por separado.

Pasamos a palabras mayores en lo que se refiere a las voces,  Kirsten Flagstad y Lauritz Melchior, los elegidos, cantan esta primera parte de la Liebesnacht, además Flagstad canta también la advertencia desde la atalaya de Brangäne. Edwin McArthur dirige a la Orquesta de la Ópera de San Francisco en esta grabación de estudio.



Acabada esta parte y tras tomar conciencia de que ya son un sólo ser, aparece por primera vez el tema de la Liebestod (Muerte de amor), Tristan cantará estos versos que luego repetirán a dúo:

Entonces moriríamos
para, eternamente juntos,
eternamente unidos,
sin final,
sin despertar,
sin miedos,
sin nombre,
abrazados en el amor,
dados enteramente el uno al otro,
¡vivir tan sólo para el amor!

Vuelve a advertir Brangäne, es inútil, no le prestan atención. Los amantes entonan el Himno a la noche, para acabar con la versión que más apasionada de la Liebestod, llegado el climax, la música se interrumpe, un grito de Brangäne y Kurwenal que dice: ¡Sálvate Tristan!

El día con su realidad ha llegado y el Rey Marke también.

Escuchamos el final del dúo en la interpretación de Melchior y Flagstad con McArthur, pese a que aquí se escamotee la segunda advertencia de Brangäne. Comienza Melchior con el tema de la Liebestod.



Llega Marke con Melot, el amigo de Tristan, el que ha traicionado a Tristan. El Rey no se puede creer que Tristan le haya engañado. No es posible, pero las pruebas son irrefutables. No lo puede entender. El bajo que interpreta a Marke se enfrenta a una de las escenas más difíciles de su cuerda. No por la escritura, sino porque cómo hacer creíble una escena tan austera después de la explosión musical de la escena anterior. Sin embargo, los buenos Marke llegan a conmovernos.

Uno de los grandes, Gottlob Frick, con la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig dirigida por Franz Konwitschny en 1950 en la primera integral en estudio de Tristan, llega a conmovernos. Ludwig Suthaus es Tristan al que escuchamos brevemente al principio.



Tristan no puede contestar al Rey, nunca podrá saber lo que ha ocurrido. Se dirige a Isolda y en otro parlamento de extraordinaria belleza le pregunta si está dispuesta a acompañarlo al país de la noche. Con el mismo material temático Isolda responde afirmativamente. Tristan besa la frente de Isolda y Melot estalla de rabia. Tristan le reta y al comenzar el combate deja caer la espada, Melot le hiere mortalmente.

Volvemos a la grabación de Kollo, Meier y Barenboim, añadimos a Robert Schunk como Melot.


El Preludio del tercer acto es una de las músicas más tristes jamás compuestas. Basado en el tema del lied Im Treibhaus (En el invernadero), de la colección sobre textos de Mathilde Wesendonck, es un tema pesante. Estamos en Kareol, patria de Tristan, Kurwenal lo ha llevado allí tras el duelo con Melot. Trsitan yace en un lecho y un pastor toca aún una melodía más triste que el propio preludio.

Wilhelm Furtwängler lo dirige a la Orquesta Philharmonia.



El pastor pregunta a Kurwenal por Tristan, evasivo el escudero le dice que mire hacia el mar y que toque la melodía más alegre que sepa si ve venir un barco. La melodía triste y la melodía alegre es otro elemento genial que introduce Wagner. En la leyenda será un barco con velas blancas si trae a Isolda o con velas negras en caso contrario, eso lo traducirá en música con la melodía del pastor.

Tristan se despierta abatido, no sabe si Isolde vive y le atormenta la separaición. Kurwenal, el abnegado escudero le explica que Isolda vive, que él no es muy listo, pero sabe que si Isolda pudo curar la herida de Morold también podrá curar esta y por eso ha mandado a su hombre más fiel a buscar a Isolda. Tristan estalla de alegría hasta quedar exhausto. Pregunta inquieto si se ve ya el barco de Isolda, la melodía triste del pastor le responde. Tristan reflexiona sobre la triste  melodía, presente en todas las desgracias de su vida, allí sonaba cuando anunciaron la muerte de su padre, allí sonaba cuando murió su madre al dar a luz. Además le consume el anhelo. Desde que tomö el filtro nada podrá librarle de la tortura del ahnelo. Desesperado maldice el filtro y a quien lo elaboró y cae desmayado. Kurwenal piensa que ya ha muerto, pero no aún respira debilmente. Tristan despierta y vuelve a preguntar a Kurwenal si se ve el barco.

Otro de los grandes nos hace sufrir con el sufrimiento de Tristan, Max Lorenz, en una grabación de la Ópera de Berlín de 1943, dirige Robert Heger y Kurwenal es Jaro Prohaska.




Tristan despierta y en su delirio canta una bella escena en la que ve a Isolde que se acerca ya con su barco y describe la belleza de Isolda, Poco a poco se va agitando y casi exige a Kurwenal que vea el barco. En ese momento suena una alegre melodía que toca el pastor, Kurwenal dice que el barco se acerca por el norte y Tristan estalla de gozo. El barco llega a tierra y Tristan manda a Kurwenal a traer a su amada. Kurwenal se va, pidiéndole que se quede tranquilo en la cama. Nada más se ve solo, Tristan se levanta y con el motivo del anhelo que ya aparecía en el preludio se arranca los vendajes, volverá a conquistar a Isolda con una herida abierta como la primera vez. Isolda llama a Tristan que ya está fuera de si y aún llega a tiempo para abrazarlo mientras el dice su nombre y muere.

Max Lorenz, Jaro Prohaska y la Isolda de Paula Buchner con la dirección de Robert Heger y la Staatskapelle de Berlín interpretan esta escena.





Isolda llega tarde, ya no puede salvar a Trsitan. En un bello parlamento le vuelve a reprochar que la haya vuelto a traicionar yéndose demasiado pronto. Aparece anunciado el motivo de la Liebestod, pero aún no es el momento. Al final Isolda se recuesta junto al cuerpo de Tristan.

Waltraud Meier, la gran Isolda de hoy, con la fugaz aparición del Tristan de Siegfried Jerusalem, y la Orquesta del Festival de Bayreuth dirigidos todos por Daniel Barenboim interpretan la escena.




Llega un segundo barco con Marke, Melot y Brangäne. Kurwenal les hace frente, mata a Melot y es abatido por los hombres de Marke. El Rey ha venido a perdonar a Tristan. Brangäne ha explicado la historia del filtro y el Rey ha navegado lo más rápìdo posible para renunciar a Isolda y unir a la pareja. Pero al llegar encuentra a Tristan muerto y a Isolda que ya no pertenece a este mundo. Como habían cantado en el dúo, sólo son un ser, al morir uno, el otro va a seguir el mismo camino. Ya en el reino de la noche Isolda canta la Liebestod  para morir junto a su amado al finalizar la escena.

Kirsten Flagstad, no podía ser otra, canta la Muerte de Amor de Isolda en una interpretación de 1936, del Covent Garden de Londres junto a la Filarmónica de Londres y Fritz Reiner.






Cinco grabaciones imprescindibles


Wilhelm Furtwängler. Kirsten Flagstad (Isolda), Ludwig Suthaus (Tristan), Blanche Thebom (Brangäne), Dietrich Fischer-Dieskau (Kurwenal), Josef Greindl (Marke). Orquesta Philharmonia, Londres (1952). Grabación en estudio. EMI-WARNER.

Qué decir de esta grabación. El Tristan de los Tristanes. Flagstad ya mayor, hasta se supo después que Elisabeth Schwarzkopf le ayudó a dar un par de agudos imposibles ya para la soprano noruega. El noble Ludwig Suthaus, heldentenor auténtico, favorito del director, no era Melchior. El resto del reparto es bueno, pero no el mejor que se podía encontrar en aquellos años. Qué importa, es el Tristan de Furtwängler, con tempi muy lentos que hacen que nos encontremos en otra dimensión, en la dimensión filosófico-intelectual de un director único e irrpetible. Todo pasa aquí fuera de la realidad. Primera grabación en estudio sin cortes. Un auténtico clásico que sigue mejorando con el tiempo.


Karl Böhm. Birgit Nilsson, Wolfgang Windgassen, Christa Ludwig, Eberhard Wächter, Martti Talvela. Orquesta del Festival de Bayreuth (1966). Grabación en vivo. DEUTSCHE GRAMMOPHON.

En las antípodas de Furtwängler. Aquí Böhm no quiere saber nada de metafísica. Esto es una historia de amor apasionada y así hay que contarla. Tempi muy rápidos en comparación con Furtwängler. A veces la carga pasional hace que parece que todo se vaya a descontrolar, pero la seguridad de Böhm hace que se recupere el control de una forma magistral. Los protagonistas, la última gran pareja a la altura del drama, más humanos que Melchior y Flagstad, pero no menos apasionados. Excelente el resto del reparto.


Herbert von Karajan. Martha Mödl, Ramón Vinay, Ira Malaniuk, Hans Hotter, Ludwig Weber. Orquesta del Festival de Bayreuth (1952). Grabación en vivo. ORFEO D'OR.

Primer Tristan del Nuevo Bayreuth. Karajan había triunfado con la obra en los años 40. Das Wunder Karajan (El milagro Karajan) se escribió en la prensa. En 1952 el milagro continuaba. Dirección controlada, pero en la que está latente siempre el ascua ardiente de la pasión. Es un Tristan moderno, actual, debido también en gran parte a la inadecuada pareja protagonista, una mezzo y un barítono que decidieron suicidarse vocalmente cantando los papeles más exigentes del repertorio. Geniales pese a los problemas vocales. Gran reparto.


Hans Knappertsbusch. Helena Braun, Günther Treptow, Margarete Klose, Paul Schöffler, Ferdinand Frantz. Orquesta del Estado de Baviera. Múnich (1950). Grabación en vivo. ORFEO D'OR.

Para los que dicen que Kna es lento. Dirección arrebatadora, ágil, terrenal. Kna trata de un drama humano, alejado de la metafísica de Furtwängler, en la línea de lo que luego hará Böhm, pero con mayor calidad. Gran Helena Braun y esforzado, aunque ya lo querríamos hoy Treptow. Klose, Schöffler y Frantz para redondear el reparto, casi nada.


Fritz Reiner. Kirsten Flagstad, Ludwig Suthaus, Sabine Kalter, Herbert Janssen y Emanuel List. Orquesta Filarmónica de Londres (1936). Grabación en vivo con cortes. NAXOS.

La mejor grabación con la gran pareja de Tristan e Isolda. Tiene los cortes habituales en la época pero más moderados que en el MET. Sonido muy aceptable, superior a las grabaciones de Nueva York. Reiner excelente, y de la pareja protagonista, ni hablamos. Bien Kalter, el divino Janssen haciendo honor a su apodo y muy bien List.


miércoles, 6 de mayo de 2015

El suizo

Los suizos son los más alpinos de los habitantes alpinos. Francia, Italia, Austria y Alemania también miran hacia otros lados, pero para los suizos, las montañas son su patria.

Ya en el siglo XVI aparecen las primeras referencias a una canción popular llamada Kureihen que en las zonas de habla francesa se conoce como Ranz des vaches, lo que se podría traducir cómo Ronda de las vacas.


Canción popular suiza con el Alphorn, la trompa alpina

Hacia 1800 se habían catalogado muchos cantos populares de este tipo y la fama había traspasado las fronteras de Suiza. La aparición de una escena con la Ronda de las vacas en la ópera de Joseph Weigl La familia suiza, estrenada en Viena en 1809 puso de moda estos cantos populares. Weigl y sus suizos están hoy totalmente olvidados, pero en el siglo XIX gozaron de bastante fama. Richard Wagner nombra repetidamente la obra de Weigl en el principio de su autobiografía.

La más famosa representación clásica de la Ronda de las vacas estaba aún por llegar. En la obertura de la ópera Guillermo Tell, Gioachino Rossini introduce la Ronda de las vacas como tercera sección, después de la tormenta y antes del belicoso tema de la caballería con el que pone brillante final a la obertura.


Ricardo Muti y la Orquesta del Teatro Alla Scala 
interpretan la obertura de Guillermo Tell de Rossini. 
La Ronda de las vacas comienza en 5:55

Pero estos cantos populares, bastante conocidos en todo el mundo tienen una historia paralela, que no deja de tener su punto siniestro. Ya en el siglo XVII se describe un transtorno médico que acompaña a estos cantos populares. Los suizos que se encuentran lejos de Suiza tienden a enfermar de melancolía y depresión si escuchan un canto de la Ronda de las vacas. En el caso de que estén en el ejército, son muy frecuentes los casos de deserción. 

En el siglo XVIII se tomó una drástica medida. En los ejércitos suizos que se encuentren fuera de Suiza queda totalmente prohibida cualquier canción de la Ronda de las vacas. Los castigos son muy severos, llegando a poder ser condenado el infractor a la pena capital.

A principios del siglo XIX los escritores Achim von Arnim y Clemens Brentano, pertenecientes al círculo de Goethe, relizarán la tarea de recopilar un monton de canciones populares. Hicieron la misma tarea que los Hermanos Grimm con los cuentos populares. 

Estas canciones se publicaron en una colección que conoce todo mahleriano de pro, su título, Des Knaben Wunderhorn, o La trompa mágica del niño en español.


 
Des Knaben Wunderhorn, portada de la primera edición de 1808

En esta colección había un poema que recogía la morriña de los soldados suizos. El poema titulado El suizo, cuenta la triste historia de un soldado que deserta al escuchar una trompa alpina. Es capturado y fusilado a la mañana siguiente.

Ya a finales del siglo XIX la colección de Des Knaben Wunderhorn cayó en manos de Gustav Mahler (1860-1911), que iba a abalanzarse sobre el poemario y empezar a componer canciones y sinfonías, porque las cuatro primeras sinfonías de Mahler están conectadas con el mundo Wunderhorn.

Pero antes de componer la colección de canciones que conocemos como La trompa mágica del niño, Mahler había puesto música a bastantes poemas más de la colección.

 
Gustav Mahler en 1892

Estas canciones recogidas en la colección Lieder und Gesänge (aus der Jugenzeit), es decir Canciones y tonadas al que más tarde se añadió de la juventud. Entre estos poemas puestos en música por Mahler estaba El suizo, al que Mahler cambió el título por el primer verso, En las fortificaciones de Estrasburgo. 

El Lied es una marcha fúnebre por el pobre soldado, que corre la misma suerte que todos los soldados mahlerianos. Es una composición de 1888 en la que Mahler demuestra que es un consumado Maestro del Lied con sólo 28 años.

Leamos y escuchemos el lied en la versión de Dietrich Fischer-Dieskau acompañado por Daniel Baremboim al piano.




Zu Straßburg auf der Schanz,
Da ging mein Trauern an;
Das Alphorn hört' ich drüben wohl anstimmen,
Ins Vaterland mußt ich hinüberschwimmen,
Das ging ja nicht an.

Ein Stunde in der Nacht
Sie haben mich gebracht;
Sie führten mich gleich vor des Hauptmanns Haus,
Ach Gott, sie fischten mich im Strome auf,
Mit mir ist's aus.

Frühmorgens um zehn Uhr
Stellt man mich vor das Regiment;
Ich soll da bitten um Pardon,
Und ich bekomm doch meinen Lohn,
Das weiß ich schon.

Ihr Brüder allzumal,
Heut' seht ihr mich zum letztenmal;
Der Hirtenbub ist nur schuld daran,
Das Alphorn hat mir's angetan,
Das klag ich an.
En las fortificaciones de Estrasburgo
Allí me atacó la tristeza
Escuché la trompa alpina a lo lejos
y a la patria tuve que nadar.
Eso no se puede hacer.

A una hora de la noche;
me han cogido.
Me llevaron a casa del capitán,
¡Ay Dios!, me pescaron en el río,
Para mi todo ha acabado.

Mañana por la mañana a las diez
Me pondrán ante el regimiento.
Pediré y supicaré perdón,
y recibiré mi recompensa.
Bien lo sé. 

Hermanos, todos juntos,
Hoy me veis por última vez;
El pastor es el único culpable
La trompa alpina me lo hizo hacer
Esa es mi queja






Pero no acaba aquí la historia de nuestro desertor suizo. El compositor austriaco Wilhelm Kienzl (1857-1941), hoy sólo recordado, y no demasiado, por su ópera Der Evangelimann, iba a estrenar en 1911 en la Volksoper de Viena una ópera titulada Der Kuhreigen, o sea La ronda de las vacas

En esta obra que transcurre en el París previo a la Revolución Francesa, un regimiento suizo comandado por el oficial Dursel está alojado en Saint Honoré en París. A los soldados franceses les sorprende que sus colegas suizos no canten en la taberna. Alguien explica que lo tienen prohibido porque les entra nostalgía.

Al final del primer acto Primus Thaller, el protagonista, canta un aria en la que describe las bellezas de Suiza. Al final, no puede evitarlo, comienza a cantar La ronda de las vacas, que Kienzl ha convertido aquí hábilmente en la canción de Des Knaben Wunderhorn a la que Mahler ya había puesto música. Aquí La ronda de las vacas es El suizo

Wilhelm Kienzl
 
El efecto en las tropas suizas es tremendo, la segunda estrofa ya es cantada por todo el regimiento. Al final cantan todos la canción entera y Primus Thaller es condenado a muerte.

Esta escena es de lo poco que hay grabado de Der Kuhreigen, aunque en el sello MYTO ha aparecido una grabación vienesa de 1951, la única completa. 

Kienzl utiliza alguna estrofa diferente a las que utiliza Mahler, ninguno de los dos pone música a las seis que tiene el poema original.

Al final Primus Thaller se libra de su condena por el estallido de la Revolución Francesa, el resto de la trama parece menos interesante, una especie de Andrea Chénier sin la garra de la composición de Giordano.

La escena del final del primer acto que tenemos aquí es extraordinaria. Una grabación de final de los años cincuenta, pertenceiente a la Radio de Stuttgart, con un jovencísimo e inspidaradísimo Fritz Wunderlich.

Es para disfrutarla y seguirla con el texto que aparece al final. 

Pese a indicar que es el final del primer acto, en la partitura original hay bastantes compases más que en esta grabación se han omitido, aunque sea como fuere, con o sin cortes, esta escena merece conocerse y disfrutarse.









Primus Thaller

Lug', Dursel, Lug'
Der Abend bricht herein.
Lug' wieder Sonne letzter Schein
Die Wolken dort umsäumt mit roter Glut!
Dort muß es sein wo unsre Heimat ruht.
Die Schäfchen dort am Horizont,
dem blauen sind sie nicht just
wie Firnen anzuschauen?
Mir ist als säß' ich vor dem Vaterhaus,
und träumte in das Abendgold hinaus.
Wie tief im Tale sich das Dunkel breitet
und an den grünen Matten aufwärts gleitet.
Sieh', über Täler, Glockenklang und Almen
steigt es zum Himmel an wie stille Psalmen.
Es ist, als hört' in süßer Herrgottsruh'
die ganzen Kreatur den Stimmen zu.
O Schweizerland, was ist so schön wie du!


Der Kuhreigen

Zu Straßburg auf der Schanz
Da ging mein Trauern an
Das Alphorn hört´  ich drüben wohl anstimmen
Ins Vaterland mußt ich hinüberschwimmen
Das ging nicht an


Primus Thaller, Schweizer

Frühmorgens um zehn Uhr
Stellt man mich vor's Regiment.
Ich sollt' da bitten um Pardon,
Und ich bekomm' doch meinen Lohn,
Das weiß ich schon.


Favart

Das ist der Kühreigen, ganz ohne zweifel.


Primus Thaller, Schweizer

Ihr Brüder allzumal,
Heut´ seht ihr mich zum letztenmal;
Der Hirt ist doch nur schuld daran
das Alphorn hat mir das angetan
Das klag ich an.

O Himmelskönig, Herr!
Nimm du mein Seel' dahin,
Nimm sie zu Dir in' Himmel ein,
und lass' sie ewig bei Dir sein,
vergiß nicht mein!

Primus Thaller

Mira, Dursel, mira
La noche se abre paso.
Mira otra vez el último rayo del sol,
Las nubes, roja brasa, lo rodean!
Allí tiene que ser donde descansa nuestra patria.
¿No ves a los pastorcillos allá en el horizonte,
contemplando el azul
que no es como las nevizas?
Para mi es como estar sentado ante la casa paterna,
y sonar afuera con el oro de la tarde.
Cuan profundo en el valle, en amplia oscuridad
y en la verde alfombra que resbala cuesta arriba.
Mira, sobre los valles, el sonar de los cencerros y pastos
subiendo hacia el cielo como tranquilos salmos.
Es así, cuando en dulce descanso divino se escucha
la voz de todas la criaturas.
¡Oh Suiza! ¿qué es más hermosa que tú?

La ronda de las vacas

En las fortificaciones de Estrasburgo
Allí me atacó la tristeza
Escuché la trompa alpina a lo lejos
y a la patria tuve que nadar.
Eso no se puede hacer.


Primus Thaller y los suizos

Mañana por la mañana a las diez
Me pondrán ante el regimiento.
Pediré y supicaré perdón,
y recibiré mi recompensa.
Bien lo sé.  


Favart

Es la Ronda de las vacas, sin ninguna duda.


Primus Thaller y los suizos

Hermanos, todos juntos,
Hoy me veis por última vez;
El pastor es el único culpable
La trompa alpina me lo hizo hacer
Esa es mi queja

¡Rey de los Cielos, Señor!
Lleva mi alma hacia allí,
Llévala hacia ti en el cielo,
Y déjala contigo toda la eternidad,
¡No me olvides!