lunes, 13 de enero de 2014

Gustav Mahler: "Esta mañana crucé los campos..."

Primera entrada de 2014 y con sorpresa. Los Reyes Magos nos han traído un regalo, porque en el blog  tenemos la colaboración de Sílvia Pujalte, autora del magnífico blog Liederabend (@LiederabendCat en Twitter), en el que semanalmente nos cuenta historias sobre compositores, poetas, cantantes y pianistas. El regalo de Sílvia es doble, porque hay lied y sinfonía, y porque el compositor no es otro que uno de los más queridos, que ya tardaba en aparecer por aquí, Gustav Mahler. Muchas gracias Sílvia.   

Una tarde de junio de 1896, mientras pasean, Gustav Mahler y una amiga conversan sobre las obras de juventud del compositor. Este menciona con orgullo su cuarteto para piano; también habla de un par de obras más de cámara y de varias sinfonías, y explica que iba de esbozo en esbozo, con la cabeza llena de ideas y sin acabar nada. Y entonces se refiere a sus canciones de aquella época como claramente insuficientes, "sobre todo porque realmente es lo más difícil y lo que más arte y más conocimiento requiere, verter en una forma pequeña un contenido grande". Así nos lo cuenta la amiga, Natalie Bauer-Lechner en su libro Erinnerungen an Gustav Mahler (Recuerdos de Gustav Mahler).
 
Gustav Mahler en 1892 (Foto de Leonhard Berlin-Bieber)
Esta frase de Mahler nos es muy útil a los amantes del lied cuando nos topamos con alguien que hace amago de despreciar el género porque es poca cosa; en vez de deshacernos en explicaciones basta con citar a un compositor cuyas sinfonías son enormes en todos los sentidos y que aún así considera que escribir una canción, apenas cinco minutos de música, es más difícil. ¡Gracias, Mahler! Pero me estoy desviando del tema, volvamos al principio.
El cuarteto para piano al que se refiere nuestro protagonista lo escribió todavía en el conservatorio, con dieciséis años; hoy sólo conservamos completo el primer movimiento y es posible que los lectores cinéfilos lo recuerden protagonizando una dura escena en Shutter Island, de Martin Scorsese; el resto de las obras que menciona se ha perdido. Desde ese lejano 1876 hasta la tarde de la conversación que citábamos habían pasado veinte años y muchas grandes obras, entre ellas las dos que quiero comentar, muy brevemente, en esta entrada: la primera sinfonía y los Lieder eines fahrenden Gesellen (Canciones del camarada errante). ¿Y por qué estas dos obras? Porque Mahler, además de escribir canciones y sinfonías, convertía las canciones en sinfonías y las sinfonías en canciones, e incluso escribió una obra que a día de hoy todavía no sabemos con total certeza si es una sinfonía o un ciclo de canciones. Y las Canciones del camarada errante son un buen ejemplo de canciones que se convierten en sinfonía.
Pero antes de escucharlas tenemos que presentar todavía a otro protagonista de nuestra historia, un libro, Des Knaben Wunderhorn, una recopilación de poesía popular alemana publicada por Achim von Arnim y Clemens Brentano entre 1806 y 1808. El título se ha traducido de diversas maneras, a mi me gusta especialmente "La cornucopia del muchacho", porque alude a la enorme riqueza del material compilado para ilustrar a los chicos de primeros del siglo XIX.
Este libro fue la principal fuente de inspiración de Mahler durante muchos años; prácticamente todas sus canciones, excepto los Rückert Lieder y los Kindertotenlieder, parten de él, lo mismo que sus cuatro primeras sinfonías. Los expertos mahlerianos han dado muchas explicaciones a la relación del compositor con esta obra; uno de los motivos que se apuntan es que con Des Knaben Wunderhorn, Mahler tenía la oportunidad de incorporar a sus obras los aires populares que tanto le gustaban.
Canciones del camarada errante
Y ahora sí, podemos pasar ya al ciclo Canciones del camarada errante. Se cree que la primera versión, para voz y piano, fue compuesta entre 1883 y 1885, y la orquestación es de 1890; a partir de ahí y hasta su publicación en las dos versiones en 1897, Mahler hizo varias revisiones. Está formado por cuatro canciones y explica una historia de desamor a partir de poemas de... ¿Des Knaben Wunderhorn? No, del propio compositor. Pero puedo explicarlo: si él mismo consideraba que a pesar de ser suyos, los poemas eran "en cierto sentido" igualmente Wunderhorn, no seré yo quien diga otra cosa.
Aquí tenemos la grabación del ciclo completo en la versión de Dietrich Fischer-Dieskau con la Philharmonia Orchestra dirigida por Wilhelm Furtwängler, nosotros nos centraremos en sólo dos de las canciones pero si no conocen esta estupenda versión no dejen de escucharla completa.

 

Ging heut' morgen übers Feld (Esta mañana caminé por el campo) [4'14''] es la segunda canción en la que, tras habernos explicado en la primera que su amada se ha casado con otro, el poeta sale a pasear por el campo. Una naturaleza perfecta y alegre le saluda a su paso y él intenta dejarse llevar por ese optimismo pero, como nos revela el final de la canción, esa felicidad ya no es para él. Texto.
En la última canción, Die zwei blauen Augen, (Los dos ojos azules) [12'25''] el poeta, de nuevo caminando pero esta vez de noche, acaba por aceptar con resignación que en adelante sus compañeros serán el amor y el dolor. Se duerme bajo un tilo, y el tilo nos recuerda a Schubert y este a su vez al arroyo que también acoge el sueño del molinero al final de La bella molinera y escuchar una marcha fúnebre no nos tranquiliza demasiado... Texto.
Primera sinfonía
En 1889 se estrenó la primera sinfonía de Mahler; se publicó en 1899 y en ese tiempo hubo, como en el caso de las Canciones del camarada errante, varias revisiones, la más importante de las cuales fue la supresión de uno de los cinco movimientos originales. Antes comentaba que a Mahler le gustaba mucho la música popular; creo que escuchando esta sinfonía quedan pocas dudas al respecto. A lo largo de la hora que dura aproximadamente escuchamos sencillas melodías populares, marchas, danzas, música que nos lleva a pensar en un circo, música klezmer, canciones infantiles, un sentido del humor un poco bruto, si me permiten la expresión, apuntes grotescos (por supuesto, totalmente deliberadas ambas cosas)... y las dos Canciones del camarada errante que hemos citado anteriormente. Para ilustrarlo tenemos la versión de Jascha Horenstein dirigiendo la London Symphony Orchestra.
 

En el primer movimiento, justo después de la introducción [3'45''], asoma, acompañada del canto de un cucú, la primera frase de Ging heut' morgen übers Feld. La canción se acaba imponiendo y durante unos cuantos minutos (hasta [8'10''] aproximadamente) vamos a estar escuchándola tocada por las diferentes familias de la orquesta. A partir de ahí y hasta el final del movimiento [16'33''], seguiremos escuchando algunas frases de forma más aislada, casi siempre las que se refieren a la belleza del mundo.
Nos saltamos el segundo movimiento y pasamos al tercero [24'46'' - 34'04''], que está dominado por una canción popular que no pertenece a Des Knaben Wunderhorn; se trata de Frère Jaques, que Mahler tiene la humorada de convertir en una marcha fúnebre. Pero hacia el instante [29'45''] escuchamos la última estrofa de Die zwei blauen Augen, recogida de forma bastante literal; suena si cabe más lírica y más triste que en la canción. Tras oir la cita del primer verso de la canción empieza de nuevo la marcha fúnebre con Frère Jacques [31:35], y poco después llegará, enlazado con el tercero y con un sobresalto, el cuarto movimiento.
Y hasta aquí estas pinceladas sobre la importancia que para Mahler tenían las canciones y cómo una canción se convierte en sinfonía; ahora toca sumergirse en el "mundo Wunderhorn" y escuchar las Canciones del camarada errante y la primera sinfonía de Mahler.

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