Primera entrada de 2014 y con sorpresa. Los Reyes Magos nos han traído un regalo, porque en el blog tenemos la colaboración de Sílvia Pujalte, autora del magnífico blog Liederabend (@LiederabendCat en Twitter), en el que semanalmente nos cuenta historias sobre compositores, poetas, cantantes y pianistas. El regalo de Sílvia es doble, porque hay lied y sinfonía, y porque el compositor no es otro que uno de los más queridos, que ya tardaba en aparecer por aquí, Gustav Mahler. Muchas gracias Sílvia.
Una
tarde de junio de 1896, mientras pasean, Gustav Mahler y una amiga
conversan sobre las obras de juventud del compositor. Este menciona
con orgullo su cuarteto para piano; también habla de un par de obras
más de cámara y de varias sinfonías, y explica que iba de esbozo
en esbozo, con la cabeza llena de ideas y sin acabar nada. Y entonces
se refiere a sus canciones de aquella época como claramente
insuficientes, "sobre todo porque realmente es lo más difícil
y lo que más arte y más conocimiento requiere, verter en una forma
pequeña un contenido grande". Así nos lo cuenta la amiga,
Natalie Bauer-Lechner en su libro Erinnerungen
an Gustav Mahler (Recuerdos
de Gustav Mahler).
Esta frase de Mahler nos es muy
útil a los amantes del lied cuando nos topamos con alguien que hace
amago de despreciar el género porque es poca cosa; en vez de
deshacernos en explicaciones basta con citar a un compositor cuyas
sinfonías son enormes en todos los sentidos y que aún así
considera que escribir una canción, apenas cinco minutos de música,
es más difícil. ¡Gracias, Mahler! Pero me estoy desviando del
tema, volvamos al principio.
El
cuarteto para piano al que se refiere nuestro protagonista lo
escribió todavía en el conservatorio, con dieciséis años; hoy
sólo conservamos completo el primer movimiento y es posible que los
lectores cinéfilos lo recuerden protagonizando una dura escena en
Shutter Island, de Martin Scorsese; el resto de las obras que
menciona se ha perdido. Desde ese lejano 1876 hasta la tarde de la
conversación que citábamos habían pasado veinte años y muchas
grandes obras, entre ellas las dos que quiero comentar, muy
brevemente, en esta entrada: la primera sinfonía y los Lieder
eines fahrenden Gesellen (Canciones
del camarada errante). ¿Y por qué estas dos obras? Porque Mahler,
además de escribir canciones y sinfonías, convertía las canciones
en sinfonías y las sinfonías en canciones, e incluso escribió una
obra que a día de hoy todavía no sabemos con total certeza si es
una sinfonía o un ciclo de canciones. Y las Canciones
del camarada errante son
un buen ejemplo de canciones que se convierten en sinfonía.
Pero
antes de escucharlas tenemos que presentar todavía a otro
protagonista de nuestra historia, un libro, Des
Knaben Wunderhorn, una
recopilación de poesía popular alemana publicada por Achim von
Arnim y Clemens Brentano entre 1806 y 1808. El título se ha
traducido de diversas maneras, a mi me gusta especialmente "La
cornucopia del muchacho", porque alude a la enorme riqueza del
material compilado para ilustrar a los chicos de primeros del siglo
XIX.
Este
libro fue la principal fuente de inspiración de Mahler durante
muchos años; prácticamente todas sus canciones, excepto los Rückert
Lieder y
los Kindertotenlieder,
parten de él, lo mismo que sus cuatro primeras sinfonías. Los
expertos mahlerianos han dado muchas explicaciones a la relación del
compositor con esta obra; uno de los motivos que se apuntan es que
con Des
Knaben Wunderhorn, Mahler
tenía la oportunidad de incorporar a sus obras los aires populares
que tanto le gustaban.
Canciones del camarada
errante
Y
ahora sí, podemos pasar ya al ciclo Canciones
del camarada errante. Se
cree que la primera versión, para voz y piano, fue compuesta entre
1883 y 1885, y la orquestación es de 1890; a partir de ahí y hasta
su publicación en las dos versiones en 1897, Mahler hizo varias
revisiones. Está formado por cuatro canciones y explica una historia
de desamor a partir de poemas de... ¿Des
Knaben Wunderhorn? No,
del propio compositor. Pero puedo explicarlo: si él mismo
consideraba que a pesar de ser suyos, los poemas eran "en cierto
sentido" igualmente Wunderhorn, no seré yo quien diga otra
cosa.
Aquí tenemos la grabación del
ciclo completo en la versión de Dietrich Fischer-Dieskau con la
Philharmonia Orchestra dirigida por Wilhelm Furtwängler, nosotros
nos centraremos en sólo dos de las canciones pero si no conocen esta
estupenda versión no dejen de escucharla completa.
Ging
heut' morgen übers Feld (Esta
mañana caminé por el campo) [4'14''] es la segunda canción en la
que, tras habernos explicado en la primera que su amada se ha casado
con otro, el poeta sale a pasear por el campo. Una naturaleza
perfecta y alegre le saluda a su paso y él intenta dejarse llevar
por ese optimismo pero, como nos revela el final de la canción, esa
felicidad ya no es para él. Texto.
En
la última canción, Die
zwei blauen Augen,
(Los dos ojos azules) [12'25''] el poeta, de nuevo caminando pero
esta vez de noche, acaba por aceptar con resignación que en adelante
sus compañeros serán el amor y el dolor. Se duerme bajo un tilo, y
el tilo nos recuerda a Schubert y este a su vez al arroyo que también
acoge el sueño del molinero al final de La
bella molinera y
escuchar una marcha fúnebre no nos tranquiliza demasiado... Texto.
Primera sinfonía
En
1889 se estrenó la primera sinfonía de Mahler; se publicó en 1899
y en ese tiempo hubo, como en el caso de las Canciones
del camarada errante,
varias revisiones, la más importante de las cuales fue la supresión
de uno de los cinco movimientos originales. Antes comentaba que a
Mahler le gustaba mucho la música popular; creo que escuchando esta
sinfonía quedan pocas dudas al respecto. A lo largo de la hora que
dura aproximadamente escuchamos sencillas melodías populares,
marchas, danzas, música que nos lleva a pensar en un circo, música
klezmer, canciones infantiles, un sentido del humor un poco bruto, si
me permiten la expresión, apuntes grotescos (por supuesto,
totalmente deliberadas ambas cosas)... y las dos Canciones
del camarada errante que
hemos citado anteriormente. Para ilustrarlo tenemos la versión de
Jascha Horenstein dirigiendo la London Symphony Orchestra.
En
el primer movimiento, justo después de la introducción [3'45''],
asoma, acompañada del canto de un cucú, la primera frase de Ging
heut' morgen übers Feld. La
canción se acaba imponiendo y durante unos cuantos minutos (hasta
[8'10''] aproximadamente) vamos a estar escuchándola tocada por las
diferentes familias de la orquesta. A partir de ahí y hasta el final
del movimiento [16'33''], seguiremos escuchando algunas frases de
forma más aislada, casi siempre las que se refieren a la belleza del
mundo.
Nos
saltamos el segundo movimiento y pasamos al tercero [24'46'' -
34'04''], que está dominado por una canción popular que no pertenece
a Des
Knaben Wunderhorn;
se trata de Frère
Jaques,
que Mahler tiene la humorada de convertir en una marcha fúnebre.
Pero hacia el instante [29'45''] escuchamos la última estrofa de Die
zwei blauen Augen,
recogida de forma bastante literal; suena si cabe más lírica y más
triste que en la canción. Tras oir la cita del primer verso de la
canción empieza de nuevo la marcha fúnebre con Frère
Jacques [31:35],
y poco después llegará, enlazado con el tercero y con un
sobresalto, el cuarto movimiento.
Y
hasta aquí estas pinceladas sobre la importancia que para Mahler
tenían las canciones y cómo una canción se convierte en sinfonía;
ahora toca sumergirse en el "mundo Wunderhorn" y escuchar
las Canciones
del camarada errante y
la primera sinfonía de Mahler.
No hay comentarios:
Publicar un comentario