El universo de las grandes sopranos dramáticas wagnerianas, aquellas que han sido capaces de cantar Isolde y las tres Brünnhilde (Hochdramatisch), cuenta con una reducida nómina, aunque de una enorme calidad entre sus filas. Por citar sólo algunas de las que el disco ha preservado, tenemos a Kirsten Flagstad, fuera de concurso en cualquier clasificación, Frida Leider, Germaine Lubin, Gertrude Grob-Prandl, Helen Traubel, Marjorie Lawrence, o en nuestros días la excelente Nina Stemme.
Pero un auténtico milagro fue que en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, se contase en un mismo espacio escénico con tres de las más grandes, un lujo que, me temo, será irrepetible en un futuro. Me refiero, naturalmente, a ese trío único formado por Martha Mödl, Astrid Varnay y Birgit Nilsson. Las Isolde, lacerada por el destino, terrible y vengativa y amorosa, respectivamente según Wieland Wagner, que tuvo la fortuna de contar con las tres en sus producciones del Nuevo Bayreuth.
Hoy toca hablar de la Isolde terrible y vengativa, pero en próximas entradas tendremos que hablar de las otras dos, queda en la lista de tareas pendientes.
Ibolyka Astrid Maria Varnay, vino al mundo en Estocolmo el 25 de abril de 1918. Sus padres, los húngaros Maria Javor, soprano de coloratura, y Alexander Varnay, tenor y director teatral, se encotraban trabajando en la Ópera Real de Estocolmo. Tras un breve paso por Buenos Aires, la familia se estableció definitivamente en Nueva York en 1923. Alexander Varnay falleció en 1924 y Maria Javor se volvió a casar con el tenor italiano Fortunato de Angelis. En este ambiente musical creció la joven Astrid.
Cuenta una historia que siendo Astrid una niña, durante una actuación de su madre en Un ballo in Maschera de Verdi, en el Metropolitan de Nueva York, se improvisó una cuna en el camerino, y se buscó a una niñera ocasional. No sé lo que cantaría esta niñera mientras cuidó a la jovencita Astrid, pero dado como salió después la niña, me lo puedo imaginar. La niñera no fue otra que Kirsten Flagstad.
Astrid Varnay iba a dirigir sus pasos hacia la música y su profesor iba a ser el director de orquesta Hermann Weigert, que se iba a convertir en el marido de Astrid en 1944. Con Weigert iba a preparar todo el repertorio wagneriano.
Astrid Varnay en el MET (foto http://blairparkinsonbloggeratic.blogspot.de) |
El día 6 de diciembre de 1941, la víspera del ataque japonés a Pearl Harbour, el Metropolitan de Nueva York tenía preparada una matinée operística que se iba a retransmitir por radio. En cartel La Walkyria de Richard Wagner. El reparto era estelar, de lo mejor de la Edad de Oro del canto wagneriano. Siegmund, Lauritz Melchior; Sieglinde Lotte Lehmann; Brühnnhide, Helen Traubel y Wotan, Friedrich Schorr. La dirección corrió a cargo de Erich Leinsdorf. La representación estaba a punto de comenzar, Lotte Lehmann se sintió indispuesta y tuvo que cancelar. Como sustituta estaba una joven de veintitrés años que no había hecho ningún ensayo de Sieglinde. Astrid Varnay subió al escenario y sorprendió a toda la audiencia, en el teatro y en la radio. Había nacido una estrella.
Seis días más tarde se volvió a representar La Walkyria, esta vez la que canceló por enfermedad fue Helen Traubel, con toda naturalidad Astrid Varnay iba a sustituirla y cantar por primera vez en su carrera el papel de Brünnhilde.
Tras tan repentino y exitoso comienzo, las representaciones en el Metropolitan se sucedieron, tanto en el repertorio wagneriano, con los papeles más líricos (Elsa, Elisabeth), como en el italiano.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial comienza a trabajar también en Europa. Actuaciones como su Lady Macbeth, del verdiano Macbeth le iban a valer el apelativo de la Callas del norte, en referencia al otro fenómeno vocal de la década de los cincuenta.
Pero el momento clave de la carrera de Astrid Varnay estaba por llegar. En 1951 las autoridades norteamericanas responsables de la zona sur de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial dieron luz verde a la reanudación del Festival de Bayreuth. Los nuevos responsables del Festival, los hermanos Wieland y Wolfgang Wagner se dirigieron a Kirsten Flagstad para que cantase Brünnhilde en la reapertura del Festival. Flagstad declinó la invitación, pero recomendó a la niña que había cuidado unos años atrás. Los hermanos Wagner contrataron a Astrid Varnay.
El primer ciclo de El anillo del nibelungo de la reapertura de Bayreuth lo iba a dirigir Hans Knappertsbusch. El director conoció a la joven soprano, Varnay tenía la misma edad que la hija fallecida de Knappersbusch, tal vez por recordársela, el viejo Hans tomó bajo su protección a Astrid Varnay.
En el primer ciclo del Anillo se produjo el milagro. Hans Knappertbusch, impresionado por la calidad vocal de la soprano, la iba a bautizar como la Inalcanzable.
El segundo ciclo lo dirigió Karajan, que tuvo su gran momento al año siguiente con la producción de Tristan und Isolde. Como Isolde se turnaron Martha Mödl y Astrid Varnay, junto al Tristan del gran tenor chileno Ramón Vinay. En sus memorias Varnay explicó que Karajan fue a lo suyo, únicamente preocupado en obtener el más bello sonido orquestal posible, desentendiéndose de los cantantes. Para no perderese en el complicado dúo del acto segundo, ella y Vinay contaban los compases y se daban las entradas con golpecitos de los dedos en las palmas de las manos. Después de su Tristan, extraordinario por otra parte, Karajan abandonó Bayreuth para siempre, aunque nos lo volveremos a encontrar en esta historia.
En 1953 Eugen Jochum sustituyó a Karajan en Tristan, con la Isolde de Astrid Varnay. Tal fue el retrato de la orgullosa princesa irlandesa que nos regaló Varnay, que Wieland Wagner la iba a definir como la Isolde cruel y vengativa.
En 1953 y 1954 Astrid Varnay iba a realizar en Bayreuth otra de sus grandes caracterizaciones, la malvada Ortrud en Lohengrin, siempre con el extraordinario Telramund, débil y manipulable, de Hermann Uhde, una marioneta en manos de la Inalcanzable.
Durante estos años iba a ser una extraordinaria Senta en El holandés errante en Bayreuth e iba a cantar ocasionalmente el papel de Sieglinde en La Walkyria, con la Brünnhilde de Martha Mödl.
Continuó su relación con el Metropolitan de Nueva York, hasta que mediados los años cincuenta, las desavenencias con Rudolf Bing, intendente del MET, hicieron que tanto ella como Hans Hotter abandonasen el teatro. De estos años hay que rescatar su Kundry en una producción de Parsifal dirigida por Fritz Stiedry con Set Svanholm y Hans Hotter. Esta grabación es importante porque conserva la única Kundry completa de Varnay, en buen estado vocal, dado que la que cantó en Bayreuth con Hans Knappertsbusch en 1957 nunca ha sido editada, y, mucho me temo, que no existe la grabación, al haber sido editada una del mismo año con Martha Mödl como Kundry.
En 1955 falleció Hermann Weigert el profesor y marido de Astrid Varnay. La cantante se estableció definitivamente en Múnich, ciudad a cuya ópera, la Estatal de Baviera, permanecería ligada durante muchos años.
Pero volvamos a Bayreuth, Knappertsbusch, Karajan, Krauss y Keilberth fueron las cuatro K con las que Varnay cantó El anillo del nibelungo (1951 a 1958). Desde 1956 a 1958, Knappertsbusch volvió a dirigir la obra, estos tres ciclos, con Varnay, Hotter y Windgassen en los papeles principales, son las tres mejores interpretaciones de la obra que el disco ha recogido (en el ciclo de 1957 fue Bernd Aldenhoff quien cantó en Siegfried para dar descanso al pluriempleado Windgassen, que reapareció en El ocaso de los dioses).
Astrid Varnay tenía una voz de gran calidad, no tan bella como la de la inigualable Kirsten Flagstad, aunque superaba a la noruega en sus dotes interpretativas. La voz era ancha, oscura, homogenea. No tan brillante en el agudo como la de Birgit Nilsson, pero de mayor profundidad dramática. Tan imponente era la presencia escénica de Astrid Varnay que Wieland Wagner comentó refiriéndose a ella: "Para qué quiero un árbol en escena cuando tengo una Astrid Varnay".
Valga como ejemplo de lo comentado, como canta Varnay el inicio del dúo con Wotan que finalizará el tercer acto de La Walkyria: "War es so schmählich, was ich verbrach, dass mein Verbrechen so schmählich du bestrafst? (¿Fue tan vergonzoso mi delito para que por mi error me castigues tan vergonzosamente?)".
En los años sesenta, la voz de Varnay empezó a perder brillantez en el agudo. El exigente repertorio, los veinte años de carrera y la entrega total que siempre tuvo empezaron a pasarle factura.
En 1964, Herbert von Karajan, por entonces todopoderoso mandamás del Festival de Salzburgo iba a dirigir Elektra de Richard Strauss como plato fuerte en el Festival. El salzburgués quiso contar con Astrid Varnay en el papel protagonista, cosa que al final consiguió, pero fue a cambió de pagar el caché más alto que se pagó a una cantante en la época. Fue la venganza de Astrid Varnay a lo mal que lo pasó en Bayreuth con Karajan en Tristan. Los resultados artísticos fueron extraordinarios y por suerte la función fue grabada y está disponible en el sello alemán Orfeo.
Poco a poco, Birgit Nilsson fue sustituyendo a Astrid Varnay en los papeles más importantes en Bayreuth. Tras los fallecimientos de Hans Knappertsbuch, al que adoraba, en 1965 y Wieland Wagner, con sólo cuarenta y nueve años, en 1966; Varnay no iba a seguir en Bayreuth, no le convencia el giro que estaba tomando la nueva dirección del Festival en manos de Wolfgang Wagner. En 1967 Varnay dijo adiós a la Colina Verde.
Con el registro agudo ya deteriorado y con una voz más ancha y oscura, Varnay inició a partir de 1969 su segunda carrera como mezzosoprano. Los papeles de Klytämnestra (Elektra), Herodias (Salome), La nodriza (La mujer sin sombra) de Richard Strauss, Kostelnicka (Jenufa) de Janacek o hasta Mother Goose en La carrera de un libertino de Stravinsky se convirtieron en éxitos para Astrid Varnay.
En 1995 abandonó definitivamente los escenarios en su querida Múnich, tras cincuenta y cinco anos de carrera, tal y como rezan sus memorias Fifty-Five Years in Five Acts: My Life in Opera, publicadas en 1998.
Astrid Varnay falleció en Múnich, el 4 de septiembre de 2006, se cumplen siete años al publicarse esta entrada. Por fortuna, siempre nos quedarán las grabaciones de la voz inmortal de una de las más grandes de toda la historia.
Antes de finalizar, me gustaría hacer un apunte sobre las grabaciones de Astrid Varnay. Puede parecer increíble, pero una de las más grandes sopranos de todos los tiempos, fue escandalosamente marginada por el disco oficial. Sólo un triple CD de estudio de Deutsche Grammophon con selecciones de Tristan y El anillo más los Wesendonck-Lieder y las grabaciones realizadas por DECCA en Bayreuth de El holandés errante y Lohengrin (excelentes registros dirigidos por Joseph Keilberth), eran los únicos documentos disponibles en los años setenta. El ocaso de los dioses con Knappertsbuch y El anillo completo con Keilberth grabados también por DECCA, pasaron por una de las más vergonzantes historias de peleas entre sellos discográficos y mentiras de productores como John Culshaw, que llegó a afirmar que la calidad de estos registros era muy baja. Pasaron cincuenta años hasta que estas grabaciones vieron finalmente la luz poniendo las cosas en su sitio. La llegada del disco privado y de las ediciones oficiales de las radios han hecho el resto. Actualmente se dispone de una amplia discografía de Astrid Varnay que nos da la imagen real de la altura artística de esta cantante irrepetible.
En el siguiente enlace, hay una discografía bastante completa de las grabaciones operísticas de Astrid Varnay: discografía de Astrid Varnay
No hay comentarios:
Publicar un comentario