martes, 15 de abril de 2014

"Parsifal" el último drama

Septiembre de 1876. Ha finalizado el primer Festival de Bayreuth con el estreno de El anillo del nibelungo de Richard Wagner. Tres ciclos completos desde el 13 al 30 de agosto. Personalidades de la política y de la nobleza han presenciado el acontecimiento, desde el Kaiser Guillermo I de Alemania, al Emperador Dom Pedro de Brasil, Luis II de Baviera acudió de incógnito, haciendo lo posible para no coincidir con el Kaiser. El contingente de músicos encabezados por Franz Liszt, contó entre sus filas con Piotr Tchaikovsky, Anton Bruckner, Camille Saint-Saëns, Nikolai Rubinestein y Edvard Grieg. Faltó Hans von Bülow, por razones obvias. Poetas, pintores, arquitectos, empresarios y amigos como los Wesendonck, presenciaron el estreno global de la obra músico-teatral más ambiciosa de la historia. Casi treinta años de trabajo en su elaboración y la necesidad de construir un teatro a la altura de semejante obra.

Pese a todo lo conseguido Wagner no está satisfecho. Ha habido problemas en la ejecución, pese a la dirección del competente Hans Richter, pero no es eso lo que más le preocupa. Nada más finalizar el Festival, marcha con su familia de viaje a Italia. El 9 de septiembre, en Verona le llega la temida noticia, el déficit del primer Festival de Bayreuth ha ascendido a 148.000 marcos. No habrá Festival en 1877, ni, probablemente, en unos cuantos años más.

"El ocaso de los dioses" esbozo escénico. Josef Hoffmann. Bayreuth 1876


Unos años atrás, en 1864, cuando el Rey Luis II había sido el salvador de un Richard Wagner ahogado por las deudas. Éste en un germánico alarde de planificación había establecido un plan de acción: 1865 Tristán e Isolda y Los maestros cantores de Núremberg, 1866 revisión de Tannhäuser,  1867-68 el ciclo completo de El anillo del Nibelungo, 1869-70 Los vencedores, 1870-71 Parsifal y 1873 sería el año de su muerte feliz. Además en el plan de acción existía el proyecto de construcción de un teatro a orillas del Isar, en la ciudad de Múnich. El proyecto lo iba a desarrollar Gottfried Semper.

Por suerte para Wagner, el plan llevaba retraso y con algunos cambios, se iba cumpliendo. No iba a revisar Tannhäuser, ni a componer el drama budista Los vencedores, pero si Tristán, Maestros y El Anillo con teatro incluido, aunque lejos de Múnich. Pero había una circunstancia que Wagner no sabía en 1864, era su relación y posterior matrimonio con Cosima, hija de Franz Liszt y el nacimiento de sus tres hijos. El pequeño Fidi tenía sólo siete años. Wagner, con 63 años, sabía que no iba a vivir para ver a sus hijos con capacidad de valerse por si mismos y Cosima era mucho más joven que él. Esa era la herencia que iba a dejar a su familia. Un teatro cerrado en una remota ciudad de Baviera.

Pese a estar enfermo y cansado Wagner sabía que la única forma de volver a ver abierto el Festspielhaus era componer una nueva obra que se estrenara en la Colina Verde. El 27 de enero de 1877 Richard comentó con Cosima: “Hay algo que no quiero decirte. Ella: ¡Oh, dilo!. Él: Comienzo Parzival y no lo dejaré hasta que esté concluido. 1 

Richard y Cosima  en 1872 (foto Fritz Luckhardt)


Sabemos que la idea rondaba la cabeza de Wagner desde hacía mucho tiempo, ya en julio de 1845 en Marienbad (actual Marienske Lanzne, en la República Checa) había leído el poema anónimo de Lohengrin y el Parzival de Wolfram von Eschenbach. Sabemos que la leyenda del Caballero del Cisne le atrajo inmediatamente y de ella nació Lohengrin, la hora de Parsifal aún estaba muy lejana.

En su autobiografía Mein Leben (Mi vida), Wagner nos relata que el día de Viernes Santo de 1857 al levantarse vio que hacía un día espléndido y le vino la inspiración para la escena del Encantamiento del Viernes Santo que muchos años más tarde será incluida en el tercer acto de Parsifal.

Aún hay más referencias a Parsifal, pues Wagner llegó a pensar en incluir una visita del héroe en su búsqueda del Grial al moribundo Tristán, ambos caballeros miembros de la Tabla Redonda del Rey Arturo.

La última mención la tenemos en el esbozo en prosa del poema que Wagner regaló a su amigo el  Rey Luis II de Baviera en 1865 y que Wagner se había asignado como tarea pendiente en el plan al que hemos hecho referencia anteriormente.

El comienzo del año 1877 lo pasa Wagner trabajando en el texto, que cambia en marzo a su definitiva grafía Parsifal. El 20 de abril el poema está concluido. Parte de la filosofía y orientalismo del no desarrollado drama budista Los vencedores impregna esta nueva obra. Recordemos, por ejemplo, que en el libreto se dice que Fal parsi significa Loco puro en persa. Esto no es así, como le sacó de su error Judith Gautier, pero como dijo Wagner, no creía que hubiese muchos arabistas entre los asistentes al estreno de la obra.


Wolfram von Eschenbach en el Codex Manesse S. XIV (Heidelberg)


El tema, basado libremente en el texto medieval de Wolfram von Eschenbach nos cuenta la historia del Rey del Grial, Amfortas que ha sido herido por el mago Klingsor con la Sagrada Lanza con la que el legionario Longinos atravesó el costado de Cristo. Amfortas se dirigió al castillo de Klingsor para acabar con él, pues está atrayendo a caballeros del Grial. Amfortas es seducido por Kundry, circunstancia que aprovecha Klingsor para herirle y robarle la lanza. Desde entonces la herida no se cura produciendo terrible sufrimiento cada vez que Amfortas está en presencia del Santo Grial. Una profecía anuncia que sólo sanará por la acción de un “loco puro”. La acción dramática escrita por Wagner se inicia al borde de un lago en Monsalvat, los dominios del Grial, un templo en los Pirineos en la España gótica. Gurnemanz observa como el Rey es conducido al baño para aliviarle los dolores. Llega Kundry con un bálsamo curativo de Arabia para Amfortas. En ese momento un cisne es abatido por una flecha. Los caballeros llevan al tirador ante Gurnemanz, este le recrimina su acción y el joven arrepentido parte en dos su arco. No da ninguna respuesta a las preguntas de Gurnemanz, ni siquiera recuerda su nombre, sólo recuerda el nombre de su madre Herzeleide, pero por Kundry nos enteramos que es el huérfano de Gamuret de Anjou, que murió en batalla y su madre le ha mantenido ignorante de las armas para evitar que corra la misma suerte que su padre. Además informa que su madre ha muerto. Al oír esta noticia el joven reacciona violentamente contra Kundry y es detenido por Gurnemanz. El chico casi se desmaya y Kundry va rápida a por agua para confortarlo. Kundry se esconde entre la maleza para dormir y Gurnemanz, consciente de la profecía, decide llevar al joven ante el Grial. El muchacho pregunta ¿quién es el Grial? Gurnemanz le responde que si él es inocente y puro le será revelado. En el camino hacia el Grial el muchacho apenas puede caminar, a lo que Gurnemanz comenta enigmáticamente, lo ves hijo mío, aquí el tiempo se convierte en espacio. Llegan al templo, se oyen campanas, entran los caballeros. Se escucha la voz de Titurel, padre de Amfortas, que insta a su hijo a celebrar el ritual. Amfortas se niega, cada vez que está en presencia del Grial su herida se abre y sufre terribles dolores. Al final de su lamento se escuchan voces invisibles desde la cúpula del templo que repiten la profecía, sapiente por compasión, el  puro loco. Aguarda a quien yo he elegido. Titurel celebra el rito y los caballeros salen del templo, se retiran Amfortas y Titurel y se guarda el Santo Grial. Ya solos Gurnemanz y el muchacho, el caballero le pregunta por lo que ha visto, el joven sólo acierta a llevarse la mano al pecho. Gurnemanz enfadado, y convencido de que sólo es un necio, le expulsa del templo. Una voz desde las alturas repite la primera parte de la profecía.

El segundo acto nos muestra el castillo del mago Klingsor, en la España árabe. El mago despierta a Kundry para que cumpla su trabajo, seducir al joven que ha sido echado de los dominios del Grial. Pese a que Kundry no quiere es obligada por Klingsor a cumplir su tarea. A lo lejos se ve al joven que se está enfrentando a los caballeros de Klingsor, que son aquellos caballeros del Grial que el mago ha conseguido seducir. El muchacho los vence con facilidad y entra en un jardín fabuloso. Unas muchachas rodean al joven y comienzan sus juegos de seducción, en el momento en que, acosado, el chico escapa de ellas, se escucha la voz de Kundry: ¡Espera Parsifal! El muchacho se queda sorprendido y Kundry le cuenta que es el nombre que le dio su padre al morir en tierra árabe. Le habla de su madre y entonces le da el primer beso de amor. En cuanto Kundry le besa Parsifal se levanta con un gran dolor y grita ¡Amfortas! ¡La herida, la herida! Arde en mi costado. Desde ese momento es consciente de la misión que tiene que cumplir, pero Kundry insiste en sus maniobras seductoras. Parsifal la rechaza. Kundry relata que está maldita por haberse reído del Salvador que iba a ser crucificado en Jerusalén y dice a Parsifal que si es el redentor debe redimirla a ella. Parsifal la rechaza definitivamente. Kundry le maldice y le dice que estará condenado a vagar sin destino y llama a Klingsor. Éste aparece con la Lanza Sagrada que arroja para atravesar a Parsifal, pero esta se queda detenida sobre su cabeza. Parsifal la toma, hace con ella la señal de la cruz y el castillo y los jardines de Klingor desaparecen. Antes de partir Parsifal dice a Kundry que ya sabe donde puede  encontrarle.

El tercer acto nos muestra el claro al borde del lago como en la primera escena. Se oyen unos gemidos y aparece un envejecido Gurnemanz que encuentra a una Kundry que parece muerta. Tras reanimarla, ésta permanece muda, a las preguntas del veterano caballero, finalmente responde con un lacónico servir, servir. En ese momento aparece un caballero vestido con armadura negra, que clava su lanza en el suelo y se pone a rezar junto a ella sin decir palabra. Gurnemanz indignado le  dice que nadie puede ir armado en los dominios del Grial y menos aún en Viernes Santo. El caballero empieza a despojarse de la armadura y Gurnemanz le reconoce, es aquél que un día mató un cisne. Y reconoce también la lanza, dando gracias a Dios por haberle permitido presenciar este día. Parsifal relata que ha vagado largos años sin poder encontrar el camino, defendiendo la lanza de los enemigos. Gurnemanz le relata que la orden está en decadencia. Amfortas se ha negado a mostrar el Grial, causando con ello la muerte de su padre, Titurel. Ese mismo día van a celebrarse las honras fúnebres y Amfortas ha prometido mostrar el Grial. Parsifal bautiza a Kundry a la que libera de su maldición y se queda extasiado ante la belleza de la mañana primaveral. Gurnemanz le explica que es el encantamiento del Viernes Santo y al oír las campanas emprenden el camino hacia el templo. En el templo aparecen dos comitivas de caballeros, unos portan el sarcófago de Titurel, los otros al doliente Amfortas. Éste llora la muerte de su padre. Los caballeros le piden que realice el rito. Amfortas se niega se abre las vestiduras y enseñando la herida pide a los caballeros que le maten para que el Grial pueda brillar para ellos. En ese momento entra Parsifal acompañado por Gurnemanz y Kundry. Parsifal toca el costado de Amfortas con la lanza y éste queda curado. A partir de este momento Parsifal es el nuevo Rey del Grial y ordena descubrirlo, nunca más estará oculto. Kundry muere y desde la cúpula se escuchan voces que cantan: “Supremo milagro de la Gracia ¡Redención al redentor!”.

Finalizado el poema Wagner inicia la composición de la que sabe que va a ser su última obra. La visión de su teatro cerrado, la naturaleza del asunto, su felicidad familiar con Cosima y sus hijos son circunstancias que influirán en la decisión de vincular Parsifal al Festspielhaus. Esta decisión hizo de Parsifal una obra única, pues si fue necesario construir un teatro para representar idealmente El anillo del nibelungo, la nueva obra va a estar escrita para la acústica tan singular de la sala, así junto con la prohibición de representar la obra fuera de su templo, Wagner desea dejar asegurado el futuro de su familia y de su teatro cuando él ya no esté.

Festspielhaus de Bayreuth hacia 1900


Esta felicidad familiar sólo se va a ver empañada por la creciente enemistad que mostrará Friedrich Nietzsche hacia Wagner desde el conocimiento de la composición de esta nueva obra “cristiana” que considera un paso atrás después del imponente Anillo del Nibelungo. Si bien esto es verdad, hay un episodio vergonzante que nos narra Martin Gregor-Dellin y que enfadó, con toda la razón, a Nietzsche y que, sin duda, influyó en la animadversión que tuvo hacia Wagner desde que se pordujera. En 1877 el Dr. Otto Eiser, médico y fundador de la Asociación Wagneriana de Frankfurt, invitó a Nietzsche a su consulta para tratarle de las dolencias que empezaban a aquejar al filósofo. Eiser mantuvo una correspondencia con Wagner, en la que, incumpliendo el secreto profesional, le informaba del diagnóstico y consecuencias de la enfermedad de Nietzsche. Wagner mantuvo durante un tiempo correspondencia con el médico, vertiendo juicios nada adecuados. De alguna forma estas cartas llegaron a conocimiento de Nietzsche. Si bien Wagner mantuvo silencio sobre Nietzsche una vez se produjo el distanciamiento, se apunta al escritor y secretario de Wahnfried,  Hans von Wolzogen como fuente de la filtración.    

En mayo de 1877 Wagner da ocho conciertos en Londres, con la idea de recaudar fondos para Bayreuth. Consigue un éxito artístico y tiene el honor de ser recibido por la Reina Victoria, pero  apenas llevan 700 libras a las exhaustas arcas de Bayreuth. Cosima aporta la herencia de su madre, 40.000 marcos, al proyecto. Wagner cede los decorados del estreno del Anillo al empresario Angelo Neumann que crea una compañía itinerante que va representando la obra por diferentes teatros alemanes. Es tal el desencanto que siente Wagner en esos momentos, por la situación financiera y por el poco apoyo que recibe de las instituciones prusianas, que llega a pensar seriamente en emigrar a Estados Unidos y no regresar jamás a Alemania. Nuevamente el apoyo llega por parte del Rey Luis II de Baviera, tras una carta remitida con Cosima. La deuda del Festival con la Tesorería del Estado se liquidará con un préstamo al cinco por cien de interés y Wagner recibirá un diez por ciento de los ingresos de las representaciones de sus obras en Múnich en concepto de derechos de autor.


Luis II de Baviera a los 20 años (Ferdinand von Piloty)


En estas circunstancias Wagner inicia la composición en septiembre de 1877 Compone la obra morosamente, tres o cuatro compases al día que repasa y pule con mimo. Según Ángel-Fernando Mayo, Wagner espera que las circunstancias para el estreno de la obra sean más propicias y prolonga con esta ilusión su propia vida. La mañana de Navidad de 1878, cumpleaños de Cosima, Siegfried Wagner llama a su madre, está sonando un violín en Villa Wahnfried. Cuando llegan a la gran sala de la casa se encuentran con la Orquesta de la Corte de Meiningen, con la que Richard ha ensayado en secreto. Suena por primera vez el maravilloso preludio del acto I de Parsifal, como regalo de cumpleaños de Wagner a su mujer.

Parsifal, preludio del acto primero. Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera 
dirigida por Eugen Jochum (1957)


El periodo de composición de Parsifal está también ligado a la última aventura amorosa de Wagner. Judith Gautier, a la que conocía desde 1869, y que durante esta época mantuvo una correspondencia marcada de recuerdos sensuales y pedidos de perfumes y sales de París. Algo de la sensualidad de Judith se encuentra en el personaje de Kundry.  En 1878 Cosima se entera de este intercambio epistolar y lleva a partir de entonces la correspondencia con la francesa. Mientras avanza la escritura de la obra, la familia Wagner divide su tiempo entre los veranos en Bayreuth y los inviernos en Italia, buscando un clima mucho más suave que el crudo invierno de Franconia. Es en estos viajes por diferentes ciudades italianas, en los que Wagner irá encontrando inspiración para diferentes escenarios de Parsifal. Así el parque del Palazzo Rufolo en Ravello se convertirá en el jardín encantado de Klingsor y el interior de la Catedral de Siena inspirará el Templo del Grial, plasmados por el pintor ruso Paul von Joukowsky en la escenografía de la primera producción de Parsifal.

Interior del Templo del Grial. Paul von Joukowsky. Bayreuth 1882

El 1 de diciembre de 1880 en una reunión con los miembros del Patronato del Festival de Bayreuth Wagner se comprometió a que en 1882 se volverían a celebrar los festivales con el estreno de Parsifal, obra que aún no estaba compuesta. Todo el año 1881 estuvo dedicado a la composición del drama musical. En mayo de 1881 viaja con Cosima a Berlín, la compañía de Angelo Neumann presenta El anillo del nibelungo en la capital. Las representaciones acabaron con un éxito sin precedentes. Nuevo viaje a Italia en invierno. Finalmente en Palermo el 13 de enero de 1882 Richard Wagner firma la partitura concluida de Parsifal.

Hemos hablado de la trama de Parsifal, y ahora debemos comentar cómo es la música de esta última obra de Wagner. Desde el principio hubo voces que atacaron la obra, con Nietzsche a la cabeza. De hecho y como define muy bien Ángel-Fernando Mayo se pretende restar singularidad a la obra convirtiéndola en una obra de taller con escasa originalidad: “se toma el anhelo de aniquilación del Holandés, se le añade el sufrimiento de Tristán, y se sazona con las especias del Venusberg parisién. Se deja engordar la mezcla durante cuatro o cinco años hasta que forma una pasta espesa, que después es troceada en figuras –los motivos conductores– repartidas aquí y allá según convenga. Por último, se baña en almíbar, bastante dulzón, y se sirve con la marca de origen Festspielhaus3

Martin Gregor Dellin opina, con toda la razón, que cuando la obra se escucha por primera vez, y siempre se escucha por primera vez, da la impresión de que todo se queda en la pura forma, sin una verdadera inspiración. Si la obra se vuelve a escuchar con mayor atención se descubre la novedad en cada compás, la obra gana una singularidad propia, es algo así como un vanguardismo de vejez.

Si es cierto que Wagner, con toda la sabiduría de la edad, recupera experiencias de otras épocas de su vida y las incluye en su última obra, su testamento musical. Ya sabemos que su primer contacto con el Parzival de Wolfram von Eschenbach es de 1845, y que en 1857 se imaginó la escena del encantamiento del Viernes Santo. Pero además ese muchacho criado entre Leipzig y Dresde debió escuchar muchas veces el Amén de Dresde, que utiliza como base del motivo del Grial de Parsifal, como anteriormente había hecho Mendelssohn al utilizarlo en el primer movimiento de su Quinta Sinfonía “De la Reforma”. El propio Wagner había utilizado, modificado, el Amén de Dresde en La prohibición de Amar y en Tannhäuser (En la ópera de juventud aparece en coro de monjas del Salve Regina, en la ópera romántica el tema representa a Roma, cuando el rebelde Tannhäuser nos relata su infructuoso peregrinaje)Wagner, de nuevo, en Dresde siendo ya el Kapellmeister de la Ópera de la Corte compone una curiosa obra coral, en cuyo estreno participa un coro de 1.200 cantantes y una orquesta con 100 músicos. La obra describe el descenso del Espíritu Santo en Pentecostés. Esta obra titulada Das Liebesmahl der Apostel (El ágape de los Apóstoles) se estrenó en la hermosa Frauenkirche de Dresde el 6 de julio de 1843. Si bien la obra no produjo el entusiasmo esperado en los oyentes, permitió a Wagner “ensayar” el efecto de voces desde la cúpula de las escenas del Grial en Parsifal cuarenta años antes de su composición.


Wagner: Das Liebesmahl der Apostel (La cena de los apóstoles)
Ambrosian Male Voice Chorus. Symphonica of London


En Parsifal no hay un uso tan sistemático al leitmotiv como ocurre en El anillo del nibelungo, aún así, podemos hablar de once de motivos conductores principales, que aparecen casi siempre yuxtapuestos, no como el rico tejido musical con sus variaciones y submotivos que es la característica en el Anillo. Vocalmente sigue la escritura de los dramas musicales, un barítono-bajo muy expresivo que debe expresar un gran sufrimiento para Amfortas, un bajo robusto para Gurnemanz, un tenor para Parsifal, con una escritura menos exigente que Siegfried, Tristán o Tannhäuser, que ha permitido que voces más líricas encarnen al “puro loco”; un bajo o barítono de carácter para el malvado Klingsor, en la línea de Alberich. Queda Kundry, y hay tenemos una auténtica monstruosidad vocal, como la describe Ángel-Fernando Mayo. No tanto por la extensión vocal del personaje, sino por el cambiante carácter que tiene que mostrar a lo largo de la obra, unas veces vieja hechizera, otras mujer seductora con una sensualidad irresistible. Kundry es una evolución de Venus en Tannhäuser y de Ortrud en Lohengrin, pero aquí con muchísima más riqueza psicológica sobre todo en el difícil segundo acto.

Una vez concluida la obra, Wagner regresa a Bayreuth en mayo de 1882 y comienza el trabajo de ponerla en pie. El Rey Luis II puso a disposición de Wagner los conjuntos de la Ópera de la Corte de Múnich y a su director Hermann Levi. A principios de julio Wagner se entera oficialmente de que el Rey no acudirá a presenciar Parsifal. El 8 de ese mes escribe al Rey una carta en la que expresa su tristeza: “No podía alcanzarme un golpe más duro que la noticia de que mi augusto bienhechor ha decidido no asistir a ninguna de de las representaciones del Festival Escénico Sagrado. ¿Quién me animó a este supremo y último vuelo de todas mis fuerzas espirituales? ¿Para quién en permanente atención, llevé todo esto adelante y pude felicitarme por un éxito? La actual certidumbre de un gran éxito va a devenir el más grande fracaso de mi vida: ¿Qué me importa todo esto si no puedo causaros placer con ello?” Y después añadiría aún: “Y... ésta es mi ultima creación. El atroz cansancio que hoy apenas me permite escribiros estas líneas me dice que he llegado al límite de mis fuerzas. De mi ya no puede esperarse nada más...” 4 

De la lectura de estas líneas, se desprende por un lado la tristeza de la ausencia del Rey, cada vez más encerrado en sus propios problemas, y por otro, la definitiva certeza de que Parsifal va a ser su última obra. Los achaques físicos, entre los que se encuentran las, cada vez más frecuentes crisis cardíacas así lo atestiguan.

Llegó el 26 de julio de 1882, el día del estreno de Parsifal, Wagner había pasado mala noche, inquieto. Transcurrió la representación, entre el enfado de Wagner por momentos poco satisfactorios y por la reacción del público. De aquí nació la tradición de no aplaudir tras el primer acto. Durante el mes de agosto se sucedieron las representaciones que tuvieron como testigos a Franz Liszt, Anton Bruckner, que se arrodilló ante Wagner cuando éste le pidió su opinión, Camille Saint-Saëns y Léo Delibes. Hans von Bülow y Johannes Brahms se mantuvieron dubitativos y al final no acudieron a Bayreuth.

Hermann Levi (1839-1900)


Tras la quinta representación el bajo Emil Scaria, que interpretaba en papel de Gurnemanz, encontró a Wagner en una pequeña cámara tras el escenario, acababa de sufrir uno de sus ataques, estaba casi inconsciente. Cuando se recuperó dijo “esta vez aún me he salvado” y rogó a Scaria que no hablase del tema.

El 29 de agosto, día de la última representación, Wagner acudió tarde al Festspielhaus después del primer acto. Durante el tercer acto Wagner, inadvertido del público, bajó hasta el foso orquestal y tomó la batuta de manos de Hermann Levi y dirigió la obra desde la música de la transformación hasta el final. Al finalizar la obra y enterarse el público que el compositor había estado dirigiendo, el teatro estalló en una grandísima ovación. Pese a la insistencia del público Wagner no salió a saludar, permaneció en el foso haciendo chistes malos con los músicos. Al final Wagner comenzó a hablar, Levi pidió silencio, según cuenta el director sus palabras fueron de una efusión tal que hicieron llorar a todos.



Final del acto tercero de Parsifal. La escena que Wagner dirigió el 29 de agosto de 1882.
Dietrich Fischer-Dieskau (Amfortas), René Kollo (Parsifal), Coro de la Ópera de Viena,  
Niños Cantores de Viena y Orquesta Filarmónica de Vienadirección, Sir Georg Solti (1972)


Finalizadas las representaciones, los resultados económicos arrojaban unos resultados positivos de más de 143.000 marcos. En 1883 podría haber una nueva edición del Festival de Bayreuth. Todos se despidieron hasta el próximo año. 

A mediados de septiembre la familia Wagner inició de nuevo su viaje invernal a Italia. El destino fue Venecia, el Palazzo Vendramin, en el Gran Canal.

Palazzo Vendramin hacia 1870 (Fotografía de Carlo Naya)


Pasó el otoño entre visitas de amigos y alguna disputa con su suegro, Franz Liszt, que también estaba presente. Los dos viejos compositores conversaron esos días sobre la posibilidad de un nuevo lenguaje para la composición de sinfonías.

La juvenil Sinfonía en do mayor de Wagner, cuya partitura manuscrita había sido extraviada por Mendelsshon hacía casi cincuenta años, fue encontrada en Dresde, ordenada por Anton Seidl y remitida a su compositor. El día 24 de diciembre, víspera del cuadragésimo quinto cumpleaños de Cosima, Wagner dirigió su obra de juventud en el Teatro la Fenice, iba a ser el último regalo de cumpleaños que Richard hiciese a su mujer.

Poco a poco los amigos que habían llegado por la Navidad se fueron marchando. Liszt se despidió de Wagner el 13 de enero. Hermann Levi se marchó el 12 de febrero. Esa noche Wagner se sentó al piano y tocó el lamento de las hijas del Rin de El oro del Rin. Paul von Joukowsky aprovechó para hacer un esbozo de un retrato del compositor. 


Wagner dibujado por Joukowsky la noche del 12 de febrero de 1883


El día 13 de febrero Wagner se levantó tarde. Durante el desayuno tuvo una fuerte discusión con Cosima relacionada con la visita de Carrie Pringle, una de las muchachas-flor de Parsifal. Después se quedó escribiendo en su gabinete. Cuando Siegfried volvió de su paseo matutino encontró a su madre llorosa tocando al piano el lied  Lob der Tränen (Elogio de las lágrimas) de Franz Schubert. El compositor avisó de que no le esperaran para comer. Betty, la doncella, oyó gemidos en el gabinete, entró en la habitación y  encontró a Wagner sufriendo de un ataque cardíaco. Aún llegó a decirle “¡mi mujer... y el médico!”. Cosima acudió inmediatamente, Richard estaba prácticamente muerto. A las tres de la tarde el doctor sólo pudo certificar el fallecimiento de Richard Wagner. Cosima permaneció veinticuatro horas abrazada al cuerpo de Wagner. Tres días más tarde la lúgubre góndola trasladaba el cuerpo de Wagner hasta la estación de tren. El 17 de febrero el cortejo fúnebre atravesó Múnich entre filas de antorchas que se inclinaban a su paso. El 18 de febrero Wagner era enterrado en la tumba preparada en el jardín de Villa Wahnfried en Bayreuth. Había comenzado la inmortalidad.



Tumba de Cosima y Richard Wagner. Wahnfried. Bayreuth




Notas:


GREGOR-DELLIN, MARTIN: Richard Wagner, su vida, su obra, su siglo. Alianza. Madrid. 1983. Página 600

2  Sobre el suceso relatado se puede obtener más información en GREGOR-DELLIN, MARTIN: Op. Cit. Páginas 607-  
    616

3  MAYO, ÁNGEL-FERNANDO: Wagner. Discografía recomendada. Obra completa comentada (2ª Edición). 
   Península.  Barcelona. 2002. Página. 337

GREGOR-DELLIN, MARTIN: Op. Cit. Página 665


Bibliografía:


GIROUD, FRANÇOISE: Cosima Wagner. Plaza & Janés, Barcelona, 2002.

GRAY, HOWARD: Wagner. Robinbook. Barcelona. 2002.

GREGOR-DELLIN, MARTIN: Richard Wagner, su vida, su obra, su siglo. Alianza. Madrid. 1983.

MAYO, ÁNGEL-FERNANDO: Wagner. Discografía recomendada. Obra completa comentada (2ª Edición). Península. Barcelona. 2002.

WAGNER, RICHARD: Mi vida. Turner. Madrid. 1989.

WAGNER, RICHARD: Alle Opern-Texte. Aarachne Verlag, Wien. 2000.







4 comentarios:

  1. Me he quedado gratamente asombrado por tu blog. Maravilloso. Como wagneriano he disfrutado leyendo tus apuntes.
    He leído el dedicdo a Goette (II), pero no encuentro la primera parte. Te agradecería me lo dijeras. Pienso seguir visitándote. Yo estoy empezando un blog sobre Wagner en especial. Utilizmos el castellano y el catalan. Aún no he podido poner el traductor google para que todos lo entiendan, pero lo haré lo antes posible.
    Te dejo mi mail de hotmail y la dirección del blog, que ya se puede visitar y opinar. Se llama "El Cavaller del Cigne", (El Caballero del Cisne). Solo tiene dos entradas; una para criticar el libro de Rosa Sala sobre "El judaísmo en la música" y otra sobre Raimon. La tercera será en castellano y consistirá en una adaptación que hice para niños sobre Lohengrin.

    Gracias por tu atención.

    Regí

    PS. Tengo una lista de intertulios para hablar sobre Wagner, música y lo que nos parece. Si quieres les hablo de tu blog, que, sinceramnete, me encanta y te envío nuestros rolletes al mail que quieras. Desde luego, ya te apunto como blog que frecuento.

    rexvalrex@hotmail.com

    rexvalrexblog.wordpress.com

    Me encntaría verte por ahí.

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    1. Muchas gracias por tu interés. Pasaré por tu blog a hacerte una visita.
      La entrada a la que haces referencia sobre Goethe y la música es esta http://alamusica.blogspot.com/2013/08/goethe-y-la-musica-i-la-rapsodia-para.html con la "Rapsodia para contralto" de Brahms.

      Un saludo.

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