Hoy Giuseppe Verdi se nos ha hecho mayor, ha cumplido ya sus primeros doscientos años, y su obra sigue vigente y representada en los grandes teatros del mundo. Para recordarle he decidido seleccionar una serie de escenas, que no van a ser ni el top ten, ni las mil escenas verdianas que hay que oír antes de morir. El criterio que voy a seguir es otro, voy a hablar de las escenas que me apetece compartir con vosotros. Advertir que no van a estar presentes ni el Sempre libera, ni La dona è mobile, por si alguien decide dejar de leer en este punto.
Nabucco
Lo lógico es empezar con Nabucco, obra en la que Verdi comenzó a ser Verdi. Compuesta en unas circunstancias muy duras para el compositor, tras el fallecimiento de su esposa Margherita Barezzi y sus dos hijos. La obra estaba destinada a Otto Nicolai, que la rechazó, y por suerte Giuseppe Verdi, salió de su mutismo compositivo y de su depresión con ella. Se estrenó en el Teatro alla Scala de Milán el 9 de marzo de 1842.
De Nabucco se conoce, con una fama que supera el ámbito clásico, su famoso coro de prisioneros hebreos, el Va pensiero; una especie de himno oficioso de Italia. Sin embargo, este coro, muestra al pueblo cautivo que espera su suerte con resignación, y el público suele obviar la siguiente página, la profezia, cantada por el profeta Zacarías. En este momento, es cuando con su canto, el bajo devuelve el orgullo al pueblo hebreo: ¡Ni una piedra mostrará al extranjero donde estuvo Babilonia!
Que la arenga surte efecto, se ve en el estallido alegre del coro: ¡Que fuego hay en los ojos del viejo! ¡Por su boca habla el Señor!
Escuchamos esta impactante escena con el enorme bajo búlgaro Boris Christoff y los conjuntos de la Ópera de Roma dirigidos por Vittorio Gui en 1955.
Macbeth
Verdi fue un enamorado de la obra de Shakespeare. En su etapa final nos regaló Otello y Falstaff, sus últimas óperas. No compuso nunca su meditado El Rey Lear, lástima, pero nos regaló un juvenil Macbeth, estrenado en el Teatro della Pergola de Florencia el 14 de marzo de 1847. Verdi revisaría la obra en 1865.
En Macbeth destaca el personaje de Lady Macbeth, emparentado vocalmente con las Ortrud, Venus y Kundry wagnerianas en su vocalidad. Tanto, que destacadas interpretaciones han corrido a cargo de Astrid Varnay, Martha Mödl, Birgit Nilsson o Leonie Rysanek. En el ámbito propiamente de la ópera italiana fueron Maria Callas, Fiorenza Cossotto, o Shirley Verrett desacadas Ladys.
Nos quedamos con esta última en su escena más impresionante: La luce langue. La acompaña Claudio Abbado en la Scala de Milán en la famosa producción de Giorgio Strehler. Macbeth es Piero Cappuccilli.
Rigoletto
Estrenada el 11 de marzo de 1851 en el Teatro de la Fenice de Venecia, inaugura la llamada trilogia popolare, junto con Il Trovatore y La Traviata. Lo de trilogía popular está bien, es cierto que son obras muy asentadas en el repertorio, pero no da idea de lo que significa en la obra de Verdi. Estas tres obras marcan el incio de la madurez compositiva de Verdi, aún no cumplidos los cuarenta años.
En Rigoletto, basado en El Rey de divierte de Victor Hugo, Verdi lanza la primera provocación al público burgués. El protagonista es un bufón deforme, jorobado, que además no es una buena persona. Se gana la vida haciendo escarnio de las desgracias de los demás, aunque en su vida personal es un padre amoroso.
Vamos a la escena que he escogido. Los cortesanos han raptado a Gilda la hija de Rigoletto para vengarse del bufón. A la mañana siguiente, el atormentado padre llega al palacio, disimulando con sus ¡lara, lara!, lo observa todo. Tras la intervención del paje, única voz femenina en la escena, tiene la certeza de que su hija está con el Duque de Mantua. Los cortesanos se burlan de él: si has perdido la amante, búscala en otro sitio. Rigoletto estalla: ¡Quiero a mi hija! Ante la sorpresa de los cortesanos prosigue ¿Ya no os reís de esta victoria? y comienza su famosa aria Cortigliani vil razza dannata (Cortesanos, vil y maldita raza). Al principio con fuerza, después suplicante y al final doblegándose y pidiendo perdón, con un magnífico acompañamiento del violonchelo, el protagonista pasa por diferentes estados de ánimo. Esto es verdadero teatro en música.
Vamos a la escena que he escogido. Los cortesanos han raptado a Gilda la hija de Rigoletto para vengarse del bufón. A la mañana siguiente, el atormentado padre llega al palacio, disimulando con sus ¡lara, lara!, lo observa todo. Tras la intervención del paje, única voz femenina en la escena, tiene la certeza de que su hija está con el Duque de Mantua. Los cortesanos se burlan de él: si has perdido la amante, búscala en otro sitio. Rigoletto estalla: ¡Quiero a mi hija! Ante la sorpresa de los cortesanos prosigue ¿Ya no os reís de esta victoria? y comienza su famosa aria Cortigliani vil razza dannata (Cortesanos, vil y maldita raza). Al principio con fuerza, después suplicante y al final doblegándose y pidiendo perdón, con un magnífico acompañamiento del violonchelo, el protagonista pasa por diferentes estados de ánimo. Esto es verdadero teatro en música.
La escena nos la sirve Dietrich Fischer-Dieskau, muy criticado por su relativa falta de adecuación al papel. Crítica, para mi, fuera de lugar si se atiende el resultado global de su interpretación, llena de matices y detalles de gran altura dramática. Le acompañan los conjuntos del Teatro alla Scala de Milán, con el prodigioso Rafael Kubelik a la batuta.
Il Trovatore
Basada en la obra teatral del español Antonio García Gutiérrez y estrenada en el Teatro Apollo de Roma el 19 de enero de 1853, es una ópera con mayúsculas. Al decir esto, critico la obra en cierto modo. De ella decía Arturo Toscanini que no valía la pena montarla, si no se disponía de las cuatro mejores voces del mundo. Es eso, una gran ópera de voces, que es un retroceso en lo dramático si la comparamos con Rigoletto. Pero claro, vaya música.En esta obra Verdi vuelve a las antiguas formas como el aria-cabaletta que constituye su número más famoso, y que vamos a escuchar. Después de que Manrico canta un aria de una gran belleza, de las más hermosas de Verdi, llega Ruiz y avisa de que van a quemar en la hoguera a Azucena, la supuesta madre de Manrico. ¿Que hace éste?, pues lo que haríamos todos, saca la espada, se gira hacia el público y canta el Di quella pira. Paso atrás en lo dramático, pero bien que lo disfrutamos.
Fausto Cleva y los Coros y Orquesta del Metropolitan de Nueva York acompañan a Gabriela Tucci y a Carlo Bergonzi en la Escena, aria y cabaletta
La Traviata (La Descarriada)
Dos meses después de Il Trovatore, el 6 de marzo de 1853, se estrenaba en el Teatro la Fenice de Venecia La Traviata. Con esta obra, como ya hemos contado en este blog, Verdi daba un bofetón a la sociedad burguesa de su tiempo con una obra ambientada en su época y con una protagonista que no era un dechado de virtudes, según la moral de entonces.La Traviata, aún teniendo todavía mucho respeto a las formas clásicas de la ópera, es un avance dramático respecto a Il Trovatore. De hecho, una de sus escenas claves, la que vamos a escuchar, no es ni un aria, ni un dúo al estilo tradicional, ni nada por el estilo.
Si Alfredo, aquí Alfredo Kraus, no se conmueve con el ¡Ámame Alfredo! que le canta Violetta, Maria Callas, es que aún es más pérfido que su padre. Les acompaña la Orquesta del Teatro Sao Carlos de Lisboa, dirigida por Franco Ghione.
Simon Boccanegra
Estrenada en el Teatro la Fenice de Venecia el 12 de marzo de 1857 y revisada con la colaboración de Arrigo Boito en 1881, es una de las óperas poco conocidas de Verdi, pero que encierra música de primer rango y una dramaturgia muy interesante. La historia, basada en otra obra teatral de Antonio García Gutiérrez, nos cuenta el enfrentamiento entre el Dogo de Génova Simon Boccanegra, plebeyo, y Jacopo Fiesco, aristócrata, cuya hija enamorada de Simon ha tenido una hija. María, la hija de Fiesco ha muerto de tristeza, encerrada por su padre para evitar que huya con Simon.Vamos a escuchar la impresionante escena en la que Jacopo Fiesco se lamenta por la muerte de su hija. Primero con rabia y ofuscación en el recitativo A te l'estremo addio (A ti el último adiós), para calmarse y rogar, casi en una oración, por el alma de su hija en el aria Il lacertato spirito (El lacerado espíritu). Nos vuelve a impresionar Boris Christoff con la Orquesta de la Ópera de Roma dirigida por Vittorio Gui.
Un ballo in maschera (Un baile de máscaras)
Estrenada el 17 de febrero de 1859 en el Teatro Apollo de Roma, con tremendos problemas de censura que hicieron que se cambiase el protagonista, el Rey Gustavo III de Suecia por Riccardo Conde de Warwick, Gobernador de Massachusetts; Un ballo in maschera es una de las óperas más agradecidas para la cueda de tenor de la historia. Tres páginas solistas de lucimiento para Riccardo, más la participación en casi todos los conjuntos y el dúo más inflamado de pasión compuesto por Verdi.Con el dúo nos quedamos, Amelia, enamorada de Riccardo, pero casada con el mejor amigo de éste, visita a la hechicera Ulrica para que le de un remedio para acabar con este culpable amor. Riccardo que se entera, se presenta en el lugar dónde Amelia debe recoger unas flores, que no es otro que el patíbulo en el que ajustician a los malechores. Este cambio de Suecia a Massachusetts le sentó bien a la ópera, por aquello de las brujas de Salem e historias por el estilo. Riccardo sorprende a Amelia y comienza el dúo, una vez se reconocen el amor mutuo, la música con participación fundamental del arpa, es una de esas piezas con las que Verdi sabía impresionarnos.
Leyla Gencer y Carlo Bergonzi con la Orquesta del Teatro Comunale de Bolonia dirigida por Oliviero de Fabritiis, nos sirven esta maravilla.
La forza del destino (La fuerza del destino)
La forza del destino, basada en Don Álvaro o la fuerza del Sino del Duque de Rivas y estrenada en San Petersburgo el 10 de noviembre de 1862, es una de las obras de madurez menos representadas de Verdi. El tema es muy oscuro, aunque Verdi, en su revisión de 1869, lo dulcificó. Demasiado odio, demasiada muerte en escena. Sea cual sea la razón, La forza del destino llena de magnífica música, no goza del aprecio de los teatros y aficionados que debiera por su calidad.Además tiene una terrible fama de obra que llama a la mala suerte. Ha quedado para la historia el caso extremo del infortunio. Leonard Warren murió sobre el escenario del Metropolitan de Nueva York en una representación de La forza del destino. Acababa de cantar el aria Urna fatal! que comienza con el recitativo, y esto da para pensar en las casualidades, Morir! Tremenda cosa!
De La forza del destino, he escogido su magnífica obertura, en la revisión de 1869, quizá la pieza orquestal más conocida de su autor.
La Orquesta de Filadelfia dirigida por Riccardo Muti interpreta tan célebre página.
Don Carlo
Compuesta en francés para la Ópera de París, y estrenada allí el 11 de marzo de 1867, sufrió varias modificaciones al ser adaptada finalmente al italiano. Básicamente hablamos de dos versiones, las llamadas de Milán, en la que suprimió el primer acto y quedó en una versión en cuatro actos (1884) y la de Módena, en la que se repuso el acto de Fontainebleau y se restauró el original el cinco actos (1886).Basada en la obra de teatro de Schiller Don Carlos, Infante de España, el argumento es bastante rocambolesco, además de no ser demasiado fiel a la historia. Pese a ello, la ópera es una obra magnífica, de lo mejor de Verdi.
De sus escenas he elegido el monólogo de Felipe II, Ella giammai m'amò (Ella jamás me amó), en el que el monarca se lamenta de que su esposa Isabel de Valois no le ama. En la parte central de lo que sería una forma muy libre de un aria da capo, Felipe II medita sobre la soledad y el cansancio del poderoso, para volver a lamentarse por la falta de amor de su esposa. Destacar la última repetición en forte de la frase amor per me non ha, para repetirla apianando y acabar el aria haciéndonos erizar el cabello.
Boris Christoff, quién no, con la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Nello Santi, en el Festival de Salzburgo de 1960 nos hacen estremecer con esta interpretación.
Misa de Requiem
En 1868 falleció Gioacchino Rossini. Verdi tuvo la idea de que los más destacados compositores italianos compusieran cada uno una parte de una Misa de Requiem. Verdi compuso la sección denominada Libera me. Pasados unos años, en 1873, falleció el escritor Alessandro Manzoni, una de las figuras clave, junto al propio Verdi, del risorgimiento italiano. Nuestro compositor, impresionado por la noticia, recuperó su Libera me y compuso una Misa de Requiem dedicada a Alessandro Manzoni. La obra se estrenó en la Iglesia de San Marcos de Milán, el 22 de mayo de 1874, al cumplirse el primer aniversario de la muerte de Manzoni.El número que he escogido del Requiem es el más célebre, además no había escogido nada para coro hasta el momento. Poco hace falta hablar de este Dies irae, con escuchar la música basta.
La interpretación corre a cargo de Sir Georg Solti, el Coro de la Ópera Estatal de Viena y la Orquesta Filarmónica de Viena.
Aida
Aida, estrenada el 24 de diciembre de 1871 en el Teatro del Jedive de El Cairo, es otra de las obras más famosas de Verdi. Lo exótico del argumento, la excelente música, sus páginas corales de gran ópera la convierten en un espectáculo impresionante.La escena de Aida que he elegido es el dúo entre padre e hija, Amonasro y Aida, que va a desencadenar la tragedia definitiva.
Radames ha citado a Aida a orillas del Nilo, pero antes de que aparezca, la princesa etíope recibe la visita de su padre, Amonasro. Al principio le habla de su patria, consiguiendo que se embelese con el recuerdo, para proponerle que traicione a Radames y poder conseguir sus sueños de libertad. Aida se niega y Amonasro estalla, al final sentencia: ¡no eres mi hija, eres la esclava de los faraones!. La dubitativa princesa cambia de parecer, traicionará a Radames y será fiel a su patria.
Maria Callas es la bella esclava etíope y su vengativo padre es Tito Gobbi. Tullio Serafin dirige la Orquesta de la Scala de Milán.
Otello
Casi comenzamos con Shakespeare, y con dos óperas basadas en sus obras de teatro acabaremos.Otello, estrenada el 5 de febrero de 1887 en el Teatro Alla Scala de Milano, sólo se puede definir como obra maestra absoluta, en lo musical y en lo dramático. En esto último tuvo mucho que ver el compositor-libretista Arrigo Boito.
Os tengo que confesar que he estado tentado de añadir un enlace con la obra completa, pero no es el objeto de esta entrada. Asi, que me he decantado por el dúo que cierra el primer acto. Sin ninguna duda, el más bello de los dúos compuestos por Verdi, y compuso muchos y muy hermosos. Cae la noche y Desdémona y Otello van a pasar sus últimos momentos felices. De principio a fin una maravilla, las voces y su acompañamiento orquestal nos ofrecen el único momento lírico en una tragedia de celos y locura.
Jon Vickers, quizá el tenor que más se ha acercado al ideal verdiano de este papel imposible de cantar, y la maravillosa Victoria de los Ángeles nos sirven esta joya desde la Ópera de Dallas en 1966.
Falstaff
El 8 de febrero de 1893 se estrenaba en el Teatro alla Scala de Milán la última ópera de Verdi, basada en Las alegres comadres de Windsor de William Shakespeare.Vale lo dicho con Otello, genial en todos los sentidos. Que forma de despedirse de la opera la de este joven de 79 años, que era Verdi el día del estreno.
Nos vamos a la última escena. Todos se han burlado de Sir John Falstaff, pero el se va a despedir cantando una fuga, a la que pronto se unirá el resto de personajes y el coro. Despedida a lo grande con una genialidad del genio: Todo en el mundo es burla.
Titto Gobbi como Sir John Falstaff y un conjunto impresionante de solistas con el Coro de la Ópera de Viena y la Orquesta Filarmónica de Viena dirigidos por Herbert von Karajan, triunfaron en esta representación del Festival de Salzburgo de 1957.
Poco más que añadir, agradecer a los que habéis llegado hasta aquí vuestra paciencia.
Esta vez no he incluido los textos, eran demasiados, pero aquí kareol Verdi los vais a encontrar todos. Si después de leer esta entrada, os apetece escuchar más música de Verdi, me sentiré tremendamente satisfecho.
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